Pero antes, la agenda prenavideña ha querido que la publicación de los resultados coincida con la del trabajo en el que quien suscribe lleva tres años enfrascado, y que ha ocasionado que la asiduidad por esta plataforma haya sido prácticamente testimonial. Esperemos que haya merecido la pena.
Esa causa lleva el nombre de Vinos y lugares para momentos inolvidables, un cuaderno de viaje en el recurrimos al siguiente paso necesario del vino tras el viñedo y la bodega: el restaurante y la copa, con el objetivo de rendir homenaje al buen servicio del vino, a la figura del sumiller y, lo más importante, la selección de la mejor botella con la que convertir cualquier rato anodino de nuestra vida en un momento diferente y especial que compartir a través de una buena copa.
Para ello recorreremos algunos de los comedores de España en los que se reúnen las mejores condiciones para disfrutar de un buen vino…, y como la vida es corta y no todos los días podremos disfrutar de esos restaurantes (y de alguna que otra taberna), también descubriremos algunas de las mejores botellas que allí se beben (no necesariamente las más caras), para servirlas en casa.
Aunque el libro ya se encuentra en el mercado, lo presentaremos el 3 de diciembre en Lavinia (Madrid). Quien quiera acercarse, no tiene más que decirlo.
Entre tanto, pasemos a continuación a enumerar a los agraciados en el Ranking de este año:
Con el número 10 se pone de manifiesto una de la modas vinícolas que más me entusiasman, la de las garnachas de Gredos de carácter agil, fresco y mineral, pero sin perder la intensidad y el carácter recio de la zona. Camino de Navaherreros 2017 es el hermano pequeño de la Bodega Bernabeleva, acogido a la D.O. Madrid, elaborado con garnacha y un pequeño porcentaje de tempranillo. Un vino jugoso perfecto para disfrutar con embutidos no muy especiados.
Con el número 9, seguimos con garnacha (ahora 100%) y no nos alejamos demasiado de la sierra de Gredos. A unos pocos kilómetros, en Camarena, dentro de la D.O. Méntrida, los Canopy elaboran el divertidísimo Ganadero 2018, sus uvas proceden de suelos graníticos arenosos, ácidos y con muy poca cal y el vino se cria en barrica durante tres fugaces meses, dando lugar a un vino goloso y alegre, pero con enorme frescura y vivacidad. Dejen una botella a la vista de los invitados y comprobarán que no durará mucho.
Con el número 8 llega una novedad hasta ahora desconocida, un blanco de la comarca pontevedresa de Arbo, a medio camino entre el fin de Rías Baixas y el comienzo del Ribeiro, donde Adrián Simón elabora lo que denomina vinos de autor, sin parámetros ni reglas establecidas, pero también sin atajos, aditivos y con profundo respeto por la naturaleza. Ricón 2018 se elabora con albariño, loureira, treixadura y godello, y es un blanco sabroso, refrescante y con aromas de manzana verde y espliego de gran persistencia.
Con el número 7 viajamos a una de las más refrescantes versiones del levante: Bruma del Estrecho. Se trata del proyecto personal de Elena Pacheco e Isio Ramos que nace de la ilusión por hacer vinos 100% Monastrell de diferentes parajes o parcelas de la DOP Jumilla dejando que cada uno se exprese en función de su microclima, suelo, localización y edad del viñedo, mediante métodos de cultivo y elaboración aprendidos de los agricultores de la zona. Este delicioso Paraje Las Chozas 2018 procede de un viñedo con cepas de monastrell en pie franco de hasta 50 años. Fruto de su paso por hormigon y barrica de muy ligeros tostados, surge un vino suave, jugoso y refrescante de taninos dulces francamente adictivos. Una delicia.
Con el número 6 aterriza el primer testimonio de que 2017 fue el año de la uva sousón. Con los viñedos más jóvenes de la hermosa propiedad de Coto de Gomariz, trabajados de manera sostenible, se elabora un tinto joven y vibrante, sin paso por barrica, algo duro en sus inicios en algunas añadas, por el contundente carácter de la variedad, pero capaz de mostrar lo mejor en cosechas más complejas pero delicadas como lo fue la 2017. A flor e a Abella 2017 de Xosé Lois Sebio, es una maravilla para beber por palets.
Con el número 5 regresa el que ya es un clásico en el ranking desde que salió en su primera añada. Un vino de maceración carbónica que representa la tradición más alegre, desenfadada y divertida de rioja, a través de una tempranillo que con algo de uva blanca, se presenta jugosa, vibrante y terriblemente adictiva. Se trata de La Bicicleta Voladora 2018, elaborada por Germán R. Blanco.
Con el número 4 vuelve el sousón de Ribeiro, esta vez de la mano de Inma Pazos, pero siguiendo preceptos muy similares a los de Gomariz (las uvas vienen de lugares cercanos), aunque esta vez con un toque de caiño, así como un leve paso por barrica, pero buscando la mayor frescura y facilidad de beber. Ailalá Sousón 2017 fue el vino que más unánimemente entusiasmó a todos los catadores durante la deliberación a ciegas.
Con el nímero 3 vuelve otro habitual, José Crusat y sus albariños extremos, casi en el final del mundo, acogidos a la IGP Terra de Barbanza e Iria, con su versión más moderada, en la que la mitad del vino realiza una fermentación maloláctica, culminada por un trabajo de lías que hace Komokabras (verde) 2017 más untuoso y envolvente, ideal para carnes blancas, e incluso para una buena barbacoa.
Con el número 2 se presenta otro clásico del Atlántico, el talento de Xurxo Alba y sus vinos salinos e identificables, unidos al catalizador de Roberto Juncal, que dan lugar a Capitán Xurelo 2017, coupage de caiño, mencía y espadeiro con sus inconfundibles aromas de eucalipto y mar de fondo, unidos a una boca única que cautivó un año más al jurado.
Y finalmente el vencedor. Me alegra enormemente coronar como número 1 a un vino inmenso, fruto del trabajo y el respeto de quien para mí constituye uno de los cuatro grandes vignerons comprometidos y auténticos que hay en España, me refiero a Julian Ruiz, al proyecto Esencia Rural en Quero (Toledo) y a su De Sol a Sol Airén Tinaja 2016. Las uvas fueron parcialmente despalilladas a mano, maceraron durante 152 días en tres tinajas de barro en el mismo viñedo, tras ello tuvo lugar la fermentacion alcóholica con levaduras autóctonas y la fermentación maloláctica espontánea. Se trata de un vino encuadrable en el estilo de "naranja" por su trabajo de maceración que desencadena en penetrantes y profundos aromas de miel y cera de abeja, cantueso y piel de naranja amarga confitada, y también por su elaboración sin aditivos.
Un vino sabroso, intenso, interminable, de aromas profundos y penetrantes, que pone fin al ranking de ese año 2019. ¡Seguimos!
1 comentario:
Nivelazo este año. Una pena no haber estado por causas mayores. Felicidades a los premiados.
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