Se acerca una época tan hermosa o perversa como uno quiera vivirla.
Se fomenta el consumismo y la frivolidad cuando la esencia de la fiesta invitan a lo contrario, a la generosidad, la austeridad y la cercanía. Servidumbres de la globalización.
Por eso vengo a proponerles el anti-banquete en forma de puro placer, sin derroches, sin guirnaldas, sin oro comestible, sin trufa y sin foie. No hace falta.
A cambio propongo autenticidad, naturaleza y sonrisa. Por eso lo primero que me viene a la cabeza es una persona como Julián Ruiz, un asceta de la viña que como persona representa todo lo que quiero ser, y que ha hecho de la naturaleza su ideario. y del vino su forma de vivir, en un lugar como la Mancha donde la tendencia conduce a la industrialización y lo homogéneo, él se resiste.
Con las rentas que le proporcionaron sus primeros melones y pimientos ecológicos, compró un viñedo en Quero (Toledo) con el que cumplir su sueño: hacer vinos sostenibles y emocionantes.
De viñas retorcidas y centenarias de uva airén hace Pampaneo Natural 2016. Sin ir más lejos (y les aseguro que no exagero), el vino con el que viviría el resto de mi vida si no me dejasen elegir más de uno.
Un vino naranja en el que el mosto permanece no menos de dos meses con las pieles, sin aditivos ni venenos, tan solo zumo de uva fermentado que huele a manzana reineta asada, al azúcar justo antes de caramelizar, a higo maduro y a la guayaba que se hace dulce en la olla de cobre, mientras chisporrotea.
Es frescura en el gaznate, con finísima aguja de juventud, tierna acidez y la longitud del abrazo de la abuela. El vino, insisto, que me llevaría a una isla desierta hasta que me encontrara la parca.
Y si tuviera que tomarlo con algo, pienso en faisán, en cordero asado, en brillantes angulas y en salmón de los Domínguez... pero para disfrutar de verdad, baste una lata de zamburiñas, picantes y caramelizadas de las que maneja Froiz con una hogaza de pan, muchos tenedores, más copas, y ganas de compartir.
Un banquete que (pan incluído), no llegará a 10 euros. Porque la felicidad se vende en paquetes pequeños.
2 comentarios:
Una de las mejores entradas que he leído sobre las fiestas de Navidad. No conocía ese airén, es más no es una uva que me despierte la curiosidad. Vinificada en naranja, quizás menos. Pero este los voy a probar.
Cuanto me alegra leerte, aunque sea de vez en cuando.
Un abrazo
Vicente Vida
Amigo Vicente, a mí también me alegra que nos leamos. Aunque sea de vez en cuando.
Cuando hablo de Pampaneo como mi último vino, posiblemente no sea por que se trate del que más me emocione, me sorprenda por su equilibrio, elegancia o finura. Tampoco por su expresión del terreno y ni siquiera por su carácter diferencial. Lo escojo por su facilidad de ser bebido, su frescura, su ternura, su trago largo con defectos y arrugas, pero mucha alegría saludable. Zumo de uva fermentado sin más, con todo lo que ello conlleva. Digo esto porque no tiene mucho que ver con buscar la tipicidad del airén o la vinificación "en naranja", ya que quizás con esas premisas, no te entusiasme.
Abrazote
Mariano
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