lunes, 20 de julio de 2015

Combate Pink 2014

Hay pocas cosas que me aburran más que los tópicos. 

Uno de ellos es acudir a un post-parto, algo que, además de una grosería cuando uno no es familiar intimísimo, es también una colección infumable de lugares comunes: "Tiene la nariz de la madre", "pesó 4 kilos y medio, ¡fijate!", "se os acabó la buena vida", "es buenísimo, durmió toda la noche", "qué niño más guapo"... 

La mayor parte de esto es mentira, y va ya preparado antes de ver al niño, porque, entre otras cosas, la mayor parte de los recién nacidos son feos. A los cinco días, que es cuando hay que visitar al personal, mejoran. Pero recién llegados al mundo son criaturas esencialmente feas.

Al hilo de esto, siempre me ha gustado la literatura descarnada de Jaime Bayly (discícpulo y compatriota de Vargas Llosa, por cierto, que ahora que está de moda por razones tristemente ajenas a la literatura), y me gusta recordar alguna de las descripciones de ese libro genial que es El cojo y el loco. En él caracteriza sin escrúpulos a uno de los protagonistas, al nacer, como "un amasijo peligroso de rabia y fealdad, un bicharajo hediondo, peludo y pingón que movía los pies como queriendo patear a todo el que pudiera y lloraba de una manera entrecortada"

Aunque este personaje no lo hacía, con el tiempo el ser humano suele mejorar. Otros incluso empeoran.

Y, ¿a qué viene todo esto?, pues a que adorando como adoro el concepto de un vino rosado, pienso en él como un tinto fresco con alma de blanco para beber en cantidad, más aun con la calufa que esta cayendo. Pero en los últimos años se ha puesto de moda un subproducto mediocre, asqueroso, empalagoso y palotero que cansa con solo olerlo por dulzón, predecible, universal y tecnológico, como si de un pastelito de la pantera rosa bebible se tratase. 

Estoy harto de oír a enólogos de bata blanca explicar por qué esa guarrería es lo que le piden a un rosado. ¡Puaj!.

Puedo imaginar al enólogo y al director de márketing de la gran bodega plantear la elaboración de ese rosado, mientras toman una caña, como algo "que hay que tener" para las señoras pijas que acompañen a sus maridos (riojistas o riberistas) en las visitas a la nave de diseño.

Como a mí me gusta pensar en un rosado que primero es vino, cuando supe que los muchachos de Maldivinas, casi fruto de un accidente, habían elaborado uno, a Lavinia que me fui como alma que lleva el diablo a por él. ¿He dicho ya que hace mucho calor?

Esta gente trabaja como nunca debió dejar de hacerse, de la manera que dictan la naturaleza, el campo y el clima. Sus cepas se reparten en parcelas de pizarra y granito, y de la mezcla de ambas surge Combate "pink" 2014. Ya hablamos de su campo en otra ocasión.



Obtenido por sangrado, adorable técnica que, para mí es al vino lo que la ropa vieja al cocido (recuerdos inolvidables guardo de aquel plato), el mosto frío y limpio pasó directo a barrica. Arrancando el milagro de manera espontánea, pasó más de 4 meses fermentando, ajenos al paso del tiempo en su nueva bodega en Sotillo de la Adrada. Tan solo la espera antes del embotellado, quizás algunos removidos ligeros, pero manteniendo la fruta y el terruño sobre la lía.

No me gusta hablar de colores, pero este es tan rojo, brillante, natural y hermoso que mejor mantenerlo alejado del alcance de los niños, cuyo instinto natural aconsejará beber. Aunque sean feos.

Olvídense de las chuches, este vino trae aromas de su origen, que habla de romero y cantueso, de cereza madura, fermentada, casi Kirsch. Garnacha crujiente. Recuerda también a tierra, a tormenta en julio (a ver si llega) y a tiza al fondo.

En boca es carnoso, tiene un volumen importante y su acidez está desatada, es vibrante, casi cítrica, integrada y salvaje al mismo tiempo. Es muy seco (¡olvidense de golosinas!), sabroso, largo y refrescante. Cuando pasa el primer impacto deja un poso enorme de terroir, devolviendo lavandas, romero y barro. 

¿Equilibrio?, pues no, ni la elegancia ni el postureo son los fuertes de este vino, que es gamberro, inestable, con arrugas, pero con una belleza enorme, y una capacidad infinita de emocionar. Además crecería en los próximos años si alguien guardase una de las escasas 330 botellas; que lo dudo porque está rico ya, y mucho. 

Junto con Vouette et SorbeeRoc D'Aubaga (sé que a Joan le gustaría este Combate), Tondonia, y alguna excentricidad más... de los mejores rosados  sin mariconeras que he probado nunca. Y con mariconeras, también.

Por cierto, me lo tomé con una quiche lorraine ya fría (quién me mandaría encender el horno con la que está cayendo), y casi se me caen las lágrimas.




12 comentarios:

Jose dijo...

Hola Mariano,
creo que llevo 2 meses bebiendo sólo rosados y, afortunadamente, estoy encontrando poca chuche :-)

Este vino veo que ya está en los 20 EUR. Eso ya es un pico y media pala. ¿Los amerita? ¿Los amerita tanto como para comprar una segunda botella?

Veo también que calza un 14%. Eso ya asusta un poquejo. ¿Qué tal los lleva?

Gracias & saludos,

Jose

Mariano dijo...

Hola Jose,

Empiezo por el final. Con la acidez que tiene este vino, puede con 14° con 15° y, sin perder su carácter continental-mediterráneo, con lo que le echen.

Que si vale la pena la segunda botella? Para mi sin duda. Y las que hagan falta porque la proporción calidad-placer-precio-escasez de este vino, me hace verlo hasta barato.

Dicho esto, y aunque sé bien que no es tu caso como rosadero con criterio que eres desde hace años, existe una opinión generalizada de que rosado implica barato (salvo en champán que es al reves, pero allí se lo montan mejor). Esta opinión conduce a la gran mayoría de brebajes frigopié que pueblan el mercado.

Yo creo que si un vino es bueno, escaso y limitado como este y existe esfuerzo y singularidad en su elaboración, hay que pagar por él con independencia de su color...

Saludotes

Jose dijo...

Hola Mariano,
veeeenga, me lo apunto. Haré un esfuerzo e intentaré hacerme con alguna botella. No obstante el criterio de la escasez para mi no es válido. Un vino ha de ser bueno, resultarme bueno, valer la pena, independientemente de su escasez o abundancia. No voy a valorar más o menos lo que hay en la copa basándome en ese criterio.

Saludos,

Jose

Mariano dijo...

Joseee, no me seas perverso aislando el concepto. Lo primero es que el vino sea bueno ¡claro! Pero si hay calidad esfuerzo y mimo, entiendo que se cobre mas por un vino escaso que por una producción de 500.000 botellas, aunque solo sea porque por medios el coste al productor de cada botella es necesariamente mayor y la necesidad de homogeneizar menor.

Está claro que un vino malo del que solo se vinifique una cepa en una botella seguirá siendo malo.

Saludox,

Jose dijo...

Si no me dejáis ser malo me quedo en poca cosa, la verdad }:-) Algo así como una quisquilla congelada de marca blanca :-p

Hace unos meses estuve en una cata de vinos. El productor es bastante natural el hombre. Tras contar cómo los hacía, y todo lo que no hacía, algún asistente no estaba de acuerdo con el precio en que se movía esos vinos. Su argumento era que otros "productores" le ponían tantas cosas a sus vinos, que él no ponía, que no era justo que cobrase un precio similar, ya que los otros gastaban más en hacer el vino que él =8-/

Defiendo siempre al que se rompe la espalda en la viña, en el campo, pero una producción pequeña no puede revertir, como argumento esencial, en el precio del producto; al menos de un producto que yo esté interesado en pagar, quiero decir.

Saludos,

Jose

Mariano dijo...

Ostras Jose, menudo crack el espontáneo de la cata. ¿Te fijaste si se parecía a Groucho Marx?

El argumento, en puridad, no es fácil de contestar.

Por cierto, leí algo en Rooster Cogburn esta semana muy en esa línea.

Saludos!

Jose dijo...

Pues era espontánea, pero parecía un argumento aceptado como razonable por más de uno de los presentes.

Tengo pendiente pasarme por Rooster Cogburn a ver en qué andan...

Saludos,

Jose

Mariano dijo...

Joseee, no me seas perverso aislando el concepto. Lo primero es que el vino sea bueno ¡claro! Pero si hay calidad esfuerzo y mimo, entiendo que se cobre mas por un vino escaso que por una producción de 500.000 botellas, aunque solo sea porque por medios el coste al productor de cada botella es necesariamente mayor y la necesidad de homogeneizar menor.

Está claro que un vino malo del que solo se vinifique una cepa en una botella seguirá siendo malo.

Saludox,

Mariano dijo...

Joseee, no me seas perverso aislando el concepto. Lo primero es que el vino sea bueno ¡claro! Pero si hay calidad esfuerzo y mimo, entiendo que se cobre mas por un vino escaso que por una producción de 500.000 botellas, aunque solo sea porque por medios el coste al productor de cada botella es necesariamente mayor y la necesidad de homogeneizar menor.

Está claro que un vino malo del que solo se vinifique una cepa en una botella seguirá siendo malo.

Saludox,

Jose dijo...

Ale, ya está encargá :-p

Saludos,

Jose

Mariano dijo...

Qué miedito. Como no te guste se me ha caido el pelo :-/

Jose dijo...

}:-)

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