viernes, 27 de febrero de 2015

La sencillez de una croqueta

Hace unos días dos buenos amigos me llevaban a La Maruca. Se trata de una taberna de nuevo cuño con aires cántabros. A priori una más, aunque esta estaba llena hasta la bandera pese a su buen tamaño. 

Probamos varias cosas, todas ellas interesantes. Revelaban producto y buena cocina, pero una de ellas, que por cierto poblaba todas las mesas, brillaba con luz propia: las croquetas.



Seguro que saben de lo que hablo cuando me refiero a esa categoría superior de croqueta en la que la bechamel es tremendamente intensa en sabor, pero delicada en textura, con un empanado finísimo, que hace pensar en que el hecho de que mantenga su forma es prácticamente magia. 

Miraba alrededor y pensaba cómo esta maravilla de la cocina, posiblemente junto a otras, es la que hace que para reservar en La Maruca haya que ponerse manos a la obra con unas cuantas semanas de antelación. Pero al ver también las mesas pobladas de cervezas y refrescos de cola, pese a la digna y comedida carta de vinos del local, me preguntaba también porqué no ocurre este fenómeno con el vino. 



A mis ojos, y a los de unos cuantos más, el vino puede ser tan delicioso o más que esa croqueta, pudiendo hacer junto a ella una experiencia única. Y si yo no tengo una especial capacidad sensorial para apreciarlo (más bien lo contrario), ¿por qué la mayoría de la gente no lo ve así?. ¿Qué se ha hecho mal para que la mayoría del personal no se de cuenta de que el vino es un plato más, y que ese plato tiene la capacidad de hacernos vibrar con el resto del banquete? 

 En este debate constante, y ya aburrido, sobre el bajo consumo del vino en España y sus causas, yo me he decantado siempre por la complejidad asociada al mundillo, a la falta de espontaneidad encorbatada y absurda que lleva impresa. Hablo de ese miedo del mal llamado desconocedor a equivocarse. ¿Y por qué uno ha de temer a equivocarse con el vino, y no al pedir unas croquetas?. Pues posiblemente por la corte de listillos infumables, entre los que posiblemente me habré encontrado alguna vez, que hacen todo un mundo de la elección equivocada o del comentario no acertado, convirtiendo así el vino en algo más complejo y en apariencia inaccesible. 

¿Que vienen bien una serie de conocimientos y experiencia para disfrutar de un vino?. ¡Claro que sí!, porque permiten a quien los tiene advertir su origen, su añada, las particularidades del lugar del que viene a través de su expresión y sus aromas. De acuerdo. 

Pero volvamos a la croqueta en cuestión, ¿es necesario saber cómo se hace una bechamel, conocer la técnica del maillard o la temperatura a la que hay que freír para disfrutarla?. Pues no. En absoluto.

El vino es un alimento hecho para el placer. Profundizar en él no es una obligación, sino una libertad parecida a la de quien quiera dedicar su vida a buscar la croqueta perfecta, pero para ser disfrutados, uno y otro, sólo hace falta una buena disposición y los sentidos de un ser humano. Estas son las ideas que tratamos de introducir en Galicia entre Copas y las que me llevan a hablar de algunos vinos de manera desenfadada, quitando el hierro que en otras ocasiones ponemos, porque sé que incluso aquel que jamás haya probado un vino, disfrutará de ellos. 



Pienso en los vinos de Rodri. Vienen de Meaño, un pueblo de Pontevedra en pleno valle del Salnés. Allí cultiva una uva llamada albariño, que sabe a agua salada, a manzana y a eucalipto. El que se etiqueta como Finca Genoveva viene de una finca desde la que se ve el mar, pasa un año en una barrica enorme, y eso hace que el vino crezca y se vuelva más sabroso. Su sabor es eterno en el paladar y va de miedo con un arroz con bogavante, pero también con un pollo en pepitoria.

No puedo olvidar Vega Sicilia. Sí, ese vino con el que todos sueñan y pocos prueban. Yo, gracias a Javi, probé su 1999 y ¿qué quieren que les diga?, está tremendo. ¿Que si vale el dineral que cuesta? Pues depende de lo que uno tenga en el bolsillo, pero les aseguro que mientras uno lo prueba olvida su precio y se centra en lo que tiene en la nariz y en la boca. Finura, equilibrio. Todo está tan en su sitio que no hace falta pensar, sólo disfrutar,  y les aseguro que cualquiera está sensorialmente al alcance de hacerlo.


Vale, avanzamos un poco. En la Champaña, donde hacen ese Moé insulso y sin gracia que a tantos ha decepcionado y también ese que se arrojan los motoristas en el podio, hacen también vinos espumosos increíbles, pero también hacen vinos tintos. Allí hace mucho frío y a las uvas les cuesta madurar, pero cuando lo hacen, como ocurre con todo lo difícil que se consigue, los resultados son increíbles. El otro día el amigo Jose Aragunde se sacó de la manga el Coteaux Champenois 2012 que hacen en Bérêche & Fils. No hace falta afinar demasiado ni haber probado grandes y pequeños vinos del mundo para darse cuenta de que esto está muy bueno. Porque parece que se están masticando arándanos recién cogidos del matorral. Están muy frescos, casi escarchados y hacen salivar, y como cuando uno combina cacahuetes con cerveza, quiere seguir bebiendo. A otro nivel, claro, pero interpretable por cualquiera.


Prueben, disfruten, sigan probando y beban vino, con moderación, ¡pero beban! porque la vida se ve un poco mejor y, como una buena copa, se disfruta cada día.

12 comentarios:

Maestre Patarrán dijo...

Ay Señor...
Cuanto arte y cuanto ofisio.
Maestro... ya se lo he dicho en alguna ocasion:
Con solo verle hacer el paseillo ya tengo sufisiente.
Cuanto arte... por Diossss... cuanto arte. Es que se me saltan las lagrimas.
;-)

A este lado del Duero dijo...

Completamente de acuerdo con las croquetas, cuando encuentras ese equilibrio entre crujiente/cremosidad/relleno, ves el cielo abierto.
En cuanto a los vinos... para los entendidos deben de ser muy buenos, pero para neófitos nos has jodido el sueldo en cuatro tragos!

Sibaritastur dijo...

Estás tirado a la calle Mariano, jejeje. Un placer leerte.
Las croquetas, tan fáciles y a la vez tan difíciles. Un manjar del que rara vez se disfruta, por distintas razones.
Qué añada era el Genoveva?. Me encanta ese "vino mileurista". Una curiosidad, hubo oxigenación previa?. Merece la pena probarlo, fino, sutil y complejo pero mejor entre varios para sujetar su pvp.
Muy interesante ese vino de la champagne, sabes su precio?.

Sibaritastur dijo...

Estaba buscando en tu blog tu opinión sobre Acrata blanco, creo que lo incluiste en un post no hace mucho. Para dejarte un comentario perono lo encuentro y ahora dudo.

Mariano dijo...

Sinceramente, no se qué decir.

Mariano dijo...

A este lado, precisamente es lo contrario de lo que quiero decir... unos y otros al margen de su precio (que es otra cosa) pueden ser disfrutados por cualquiera y no hace falta ser un entendido para ello. ¿Por qué no hace falta para juzgar un vino de 8 euros y si uno de 200? Falso. Si un vino de 200 no gusta a un neofito, no es que no sepa sino que algo falla en el vino, por eso recurrí al vino más deseado. Obviamente me expliqúé insuficientemente, pero era la idea...

Gracias por tu comentario.

Mariano dijo...

Hola Jorge. Efectivamente la ultracongelación ha hecho mucho daño y no es facil encontrar croquetas decentes.

Genoveva era un 13 recien embotellado. Muy bueno.

Sobre VS en realidad fue una botella disfrutada poco a poco de postre en una sobremesa acompañado al pricipio por un helado de Rocambolesc.. Se abrió unas horas antes y con cada minuto ganaba. No puedo decir como llegaría al segundo día porque cayó entre dos en unas horas.

El Coteaux anda entre los 50 y los 60 euros...¡y es de los baratos!

Mariano dijo...

Que va tio. Lo mencioné en Facebook como maridaje para la cocina mexicana, pero np hay post.

Mariano dijo...

Que va tio. Lo mencioné en Facebook como maridaje para la cocina mexicana, pero np hay post.

Mariano dijo...

Hola Jorge. Efectivamente la ultracongelación ha hecho mucho daño y no es facil encontrar croquetas decentes.

Genoveva era un 13 recien embotellado. Muy bueno.

Sobre VS en realidad fue una botella disfrutada poco a poco de postre en una sobremesa acompañado al pricipio por un helado de Rocambolesc.. Se abrió unas horas antes y con cada minuto ganaba. No puedo decir como llegaría al segundo día porque cayó entre dos en unas horas.

El Coteaux anda entre los 50 y los 60 euros...¡y es de los baratos!

Mariano dijo...

A este lado, precisamente es lo contrario de lo que quiero decir... unos y otros al margen de su precio (que es otra cosa) pueden ser disfrutados por cualquiera y no hace falta ser un entendido para ello. ¿Por qué no hace falta para juzgar un vino de 8 euros y si uno de 200? Falso. Si un vino de 200 no gusta a un neofito, no es que no sepa sino que algo falla en el vino, por eso recurrí al vino más deseado. Obviamente me expliqúé insuficientemente, pero era la idea...

Gracias por tu comentario.

Sibaritastur dijo...

No estaba equivocado que habías comentado sobre él pero si en el lugar. Iba a comentar que me había sorprendido mucho a pesar de su calidez. Mañana subo mi cata.

Vinos y lugares para momentos inolvidables

Galicia entre copas, SEGUNDA EDICIÓN

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