lunes, 5 de enero de 2015

Estévez, Corella y Malikian

Siempre he pensado que en el mundo hay dos clases de personas, las que crean y las que destruyen. Hay quienes lo hacen constantemente, otros se revelan una o dos veces en su vida, permaneciendo impasibles el resto del tiempo.

Admiro a aquellos que crean brillando, superando lo que otros hicieron antes sin pensar en el beneficio que les reportará. De alguna forma, ahí está la grandeza del ser humano, capaz de lo mejor, y de lo peor. En definitiva de crear y de destruir.

Crear es sin duda lo que hace Bernardo Estévez en Arnoia. Recupera viña, tradición y riqueza injertando, plantando y cultivando. Observa y dirige para recuperar el equilibrio con la mínima intervención. Encontró suelos desiertos, arrasados por la avaricia cortoplacista de la química, y les devuelve la vida fomentando la riqueza orgánica desde el respeto y el equilibrio que postula la Biodinámica. No ara, no abona, no poda, y sin embargo su jornada transcurre día tras día en el viñedo.

A día de hoy, enfrentándose a vecinos killer, a las mimosas que invaden sus parcelas, a un mercado en el que predomina lo industruial y a un par de cosechas con clima adverso, es prácticamente un milagro que sus cepas, de bajísimos rendimientos, hayan dado uva tinta suficiente para embotellar. 2012 fue algo más amable y pudo elaborar apenas 300 botellas de Mai con los destellos que dejaron sus plantas de brancellao, trincadeira, carabuñeira, ferrol, zamarrica y algunas otras variedades más. 


Un tinto diferente, apretado aún, crudo, pero que permite atisbar ya mucha de la grandeza  que revelaría en unos años si hubiera botellas suficientes para guardar. Regaliz, hinojo, arándano y tormenta en verano, sangre al fondo... un desgarro vibrante en boca, sabroso y fresco, con el corazón aun encogido esperando su gran momento. Quiere mostrarse con taninos pequeños, saltarines pero secantes y serios. Asoma ya algunos balsámicos, incluso tierra y trufa. Es delicioso beberlo ya, pero emociona pensar en todo lo que este vino trae detrás, y sobre todo lo que dará de sí. Un vino que dice mucho de su autor, cuyo objetivo no es otro que catalizar lo que quiere decir su paisaje, sin buscar otro beneficio, más allá de la subsistencia. Si el resultado de esto es la belleza y la emoción, sólo puede hablarse de arte.

Crear es también lo que hacen Corella y Malikian, danza y violín en una simbiosis llena de energía y que de nuevo conjuga el arte por el arte. De nuevo el corazón encogido en notas vibrantes, piruetas imposibles, emoción y piel de gallina en cada acorde, en cada giro, en cada armonía...



Mi año nuevo comenzó este 2015 algo más tarde, el día 3, para ser exactos, día en que vi en directo la increíble función de Malikian y a Corella, y en el que descorché también una botella de Mai 2012. Un día de emociones que me hicieron creer en la grandeza del ser humano, pero también en el yang de las miserias...

Destruir no es solo romper, lanzar bombas o derrumbar un castillo de arena. También lo es enriquecerse especulando, sin crear nada, lo es aprovecharse del trabajo de otros, lo es pagar con tarjetas black, fagocitar subvenciones a cambio de nada o repartir obra pública a cambio de sobornos... No entiendo una sociedad que subvenciona a los bancos para después nos preste el mismo dinero a intereses usurarios, y sin embargo no subvencione a la verdadera creación, la que nos hace humanos y que no genera otro beneficio que la riqueza del alma,... 

Angel Corella celebró ayer su última función en España, vuelve a Estados Unidos, donde sí puede vivir haciendo su trabajo, lejos de una sociedad atontada de cotilleo, balompié y populismo, y un impuesto que hace imposible ejercer su profesión dignamente... Ara Malikian ha hecho más por la música y la cultura en España que nadie que haya pasado jamás por ningún Ministerio, con su violín ha atraído a nuestro país premios y reconocimientos desde todos los rincones del planeta, y mientras tanto nosotros le denegamos la nacionalidad que implora con humildad,... si fabricara el opio del pueblo dando patadas a un balón, otro gallo le cantaría. El valor huye, el arte se esfuma y la verdadera riqueza desaparece mientras permanecemos hipnotizados.

Entre tanto, Bernardo sobrevive devolviendo la vida a la tierra, la vida que otros le arrebataron y que él se esfuerza en hacer regresar para que nuestros hijos puedan comer en el futuro. Lo hace a costa de su pan, que llegaría más fácil si como los demás mirase para otro lado mientras consumimos el mundo. 

Todos estos Artistas de lo Necesario trabajan sin ayuda de nadie, con todos los elementos en contra y, sin embargo, de gente como ellos dependerá que no terminemos como en aquella Carretera de McCarthy.

De nosotros depende tomar una pastilla roja de vez en cuanto. 2015 será un buen año para despertar, para buscar y consumir estas realidades, que son las que verdaderamente nos enriquecen, y rechazar otras.

Feliz 2015.

3 comentarios:

Maestre Patarrán dijo...

Don Mariano. Me deja usté patidifuso con su post. Casi me lee el pensamiento. Desgraciadamente... no conozco el vino. Pero si a Angel Corella. Mi hermana fué bailarina de joven... y todo l q dice usted es cierto. Y mas cosas q le podría contar. Tengo un "deja vú" al leerele pues recientemente acudí al teatro con los niños y salí -pese a la alegria de disfrutar de una funcion genial- con sensacion similar a la suya.
Pan y circo.
P.D.: por Dios... ni mente usted a McCormack... q se me hielan las entrañas. ;-)

Maestre Patarrán dijo...

En fin... a esto es a lo que me refería:
En un Lugar del Quijote.
Si esta a su alcance... que no se la pierdan vuestras mercedes.
Vale la pena, sobre todo con niños.
Dineros bien gastados.
http://www.patarrantrantran.com/2015/01/en-un-lugar-del-quijote.html

La Casa del Gusto dijo...

Tengo la dudosa fortuna de ser propietaria de una tienda gourmet en Valladolid [La Casa del Gusto, www.lacasadelgusto.com], dudosa porque adoro lo que hago pero me cuesta Dios y ayuda sacarlo adelante, pero eso sí, es la coartada perfecta para descubrir lo mejor de la gastronomía y del vino de nuestro sabroso país... y más allá! Acabo de leer tu post sobre Bernardo, y no puedo estar más de acuerdo. Descubrí Issué hace una semana y he sucumbido a éste y por supuesto a Mai, menudos vinazos. Te confieso qe de un tiempo a esta parte solo ficho ya los vinos que me emocionan por eso estas dos joyas ya tienen un hueco en nuestra vinoteca. Es lo que se llama disfrutar de los daños colaterales.
Un saludo!

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