lunes, 29 de diciembre de 2014

A Teixa 2012 y el final del camino

El viaje que comenzábamos a principios de 2014, llega a su fin, al igual que el año. Hemos dejado el anillo en su sitio y regresamos de camino a casa.
 
Queda mucho por recapitular, organizar y, obviamente, publicar, pero la que durante enriquecedoras jornadas fuera mi particular compañía del anillo (hablo de esos viticultores a quienes debo todo esto) se separa. Ellos continúan su camino, y yo el mío. Por ello siento cierta nostalgia.

El punto final de ese viaje lo marca un grande, Luis Anxo Rodríguez, alguien de quien se ha dicho mucho aunque insuficiente, y que además representa todo lo que quiero reflejar en este libro. La autenticidad, la humildad, la recuperación de lo ancestral, el respeto por la tierra, el terruño sobre todas las cosas... y que todo eso, además, se traduzca en un buen vino.

A Teixa 2012 es una rara avis dentro de la línea de Luis Anxo, a quien hasta ahora identificábamos con Arnoia. Realmente no se sabía dónde empezaba uno y terminaba el otro, y ahora esto queda más claro. El vino procede íntegramente de una deliciosa finca, llamada A Teixa, la alquila a una familia que ya no puede trabajarla. Está situada en Ribadavia, y fuera, por tanto, del que hasta entonces era su ámbito de actuación. Allí donde el Avia, los suelos son también de granito, pobres y menos profundos que en Arnoia. La roca está más cerca, y sobre la escasa superficie campan cepas de treixadura en un 90%, con algo de godello y albariño. El vino que sale de allí se vinifica íntegramente por separado, con sus levaduras también del Avia. Pasa un año en madera usada y otro en botella.  


Frente a la austeridad propia de los blancos de Luis Anxo, especialmente durante sus primeros años, aquí hay exuberancia natural de jazmín, hierba luisa y pomelo. Notas especiadas de vainilla y pimienta blanca que se van con algo de temperatura, es un vino para disfrutar templado (no menos de 12º). Va saliendo también algo de la mineralidad que en unos años se apoderará de este vino.
 
En boca es complejo, fresco, vibrante, con acidez formidable, en armonía ya con su textura grasa y opulenta. Largo, voluminoso y con gran persistencia.
 
Yo era más de los tintos de Luis Anxo, de largo.  No porque los blancos no estuvieran bien, sino porque algunas añadas del Escolma como la 2010 (¡un auténtico Côte Rôtie!) la 2006 o la mítica 2002 sitúan para mí A Torna dos Pasás entre los mejores vinos tintos que se han hecho nunca en España. Así sin más.
 
El caso es que este A Teixa, me deja positivamente descolocado y sobre todo me hace pensar en la amplitud de los terruños del Ribeiro y de cuánto nos queda por aprender. Sin duda hay nuevos e interesantes caminos y sólo espero que también tiempo para recorrerlos.
 
Por otro lado, y si no nos vemos antes, esté sería un gran vino para despedir este 2014, final de algunas cosas, así como antesala de otras, porque es un blanco que habla de pasado ancestral, pero también de presente, de dónde hay que plantar cada cosa hoy para que mañana dé lo mejor, y por ello también sobre futuro, del valor de la espera, de la paciencia, y de que como en casi todo, lo mejor no está al principio ni al final, sino en el propio camino.

Que tengan mucha paz y compartan felicidad en sus caminos.



1 comentario:

Maestre Patarrán dijo...

Maestro, le aseguro que devoraremos su libro "con fervor".
De verdad de la buena.
Un abrazote y para el que viene... que entre usted con buena nariz.
;-)

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