Ojalá tuviera más tiempo para esta entrada. Diría muchas cosas que ahora sé que se me quedarán en el tintero.
La cosa va de un personaje luminoso (no sólo por su apellido), por el que siento mucho respeto y admiración, pero sobre todo gran cariño. Pese a ello, intentaré ser objetivo al valorar su obra.
Esta 2014, si no me equivoco, será su tercera añada elaborando vinos. Fincas de aquí y allá integradas en proyecto sensato ligado a la tierra y situado en los alrededores de Madrid, basado en un objetivo claro de recuperar suelos, llegando a tratos justos, basados en devolver la honestidad al trabajo del agricultor. Viñas desarraigadas por prácticas agresivas condicionadas, en gran medida, por uvas a precios de risa, pero con cepas que suman muchas décadas a sus espaldas, las suficientes como para tener grandes cosas que decir.
Las garnachas sobre granito mis favoritas -y las suyas-, porque son las que más frescura transmiten. También trabaja albillo y algo de chasselas doré.
Nadie mejor que el sherpa de Cebreros, Rubén Díaz Alonso, para orientarle hacia encontrar las mejores fincas olvidadas y Alfredo Maestro guiando en alguna elaboración.
El resto, un "fifty-fifty" de pasión y manos desnudas, lo pone Orlando Lumbreras, amigo y héroe.
Pocas veces un paisaje tan evidente se había entendido de tal forma con el componente humano que define este vino.
Hace un par de semanas me personé en la bodega, que comparte con Alfredo Maestro, y constaté que allí no hay trampa ni cartón. Un par de depósitos, uva fermentada, alguna barrica y un padre con su hijo trabajando la prensa, concentrados pero sonrisa en ristre.
La paternidad aun no me ha tocado, pero compartir así un trabajo cuyo motivo y objetivo no son otros que la emoción, tiene que ser muy grande.
Y, ¿qué pinto yo aquí?. Pues básicamente que algunos meses atrás decidí embarcarme en este hermoso proyecto de "micromecenazgo" (los anglicistas lo llaman crowdfunding) en el que el vino se adquiere antes de existir, y con ello colaboramos en que el proyecto salga adelante, que algún majuelo más entre en la terna y que el horizonte sea cada vez más visible.
¿Quien sale ganando? Servidor, sin duda alguna, porque los vinos son pura sinceridad, tierra pegada a la uva y, sobre todo, placer.
Chass 2013 es un vino de sed, de trago largo, chispeante pero engañoso por su gran textura, que le sostiene en boca y hace de él una bomba gastronómica que, por cierto, Fernando Limón en La sopa boba explota a las mil maravillas. La uva es un 100% de chasselas doré fermentado y macerado con pastas que hay que beber con tiempo de apertura y a temperatura de tinto. Si lo sirven a los 6 grados con los que la restauración nos anestesia de ruedas venenosos se perderán todo lo mejor. Aquí 12º mínimo.
La Peguera 2013 es un blanco pijo con flequillo, en comparación con Chass, pero al tiempo una de las versiones más cachondas que existen del albillo. Prueba obligada, aunque ¡ojo! que Alfredo Maestro le está cogiendo el punto a la uvita de marras (nada fácil, por cierto) y de hecho Lovamor 2013 es posiblemente la interpretación más fresca, fina y elegante de esta variedad que se ha hecho jamás. Volviendo, La Peguera está pero que muy rica. No apta, eso sí, para paladares convencionales.
Finalmente, Punto G 2013 es muchas cosas, pero entre ellas el vino con el que definitivamente he conquistado a mi Suegro. Uno siempre intenta agradar en Casa consorte, pero la sonrisa que todo hedonista pronuncia al olisquear y tragar este vino, es impagable. Pura cereza madura, jara y cantueso, caramelos de violeta y una mineralidad gamberra que hace imposible parar, hasta que el depósito arenoso que atestigua el tratamiento natural se evidencia entre los premolares.
En fin, que hay que ponerle un monumento a Orlando y, el que pueda, que se haga con alguna botella. Tremendo.
viernes, 31 de octubre de 2014
martes, 21 de octubre de 2014
De atlántico y mediterráneo
Hace ya algunos meses, seguramente muchos, rectificaba sobre cuestiones de gustos y tendencias vinícolas. Hablaba entonces de la importancia de la tipicidad y no de las características de un vino en abstracto, o concretamente, de la capacidad de un vino de decir de dónde viene, por encima de sus valores de aromas, acidez o corpulencia, como parámetro de calidad.
Aunque ignoro por cuánto tiempo, continúo en esa convicción y celebro por ello un momento de gran heterogeneidad de los vinos españoles. Quizás por un público cada vez más avido de remotas zonas y extrañas variedades, los proyectos locales más interesantes, de pequeños vinos de pueblo, se vienen estimulando, poco a poco y a pesar de las DO's. Sin embargo, ese público continúa siendo minoritario.
No cabe duda de que el bajo consumo de vino tiene bastante que ver, pero tampoco es menos cierto otro aspecto, y es que la mayoría de esas botellas rompedoras que últimamente nos entusiasman proceden de producciones muy pequeñas, ridículas en ocasiones, que rara vez superan los 3.000 ejemplares con algún que otro magnum. Si tenemos en cuenta que la mitad de ellas se van al extranjero (los guiris no son tontos, y valoran mucho más estas cosas que nosotros), cada añada termina por convertirse en un precioso objeto de deseo que dura poco en el mercado.
Por lo expuesto, es muy importante que en estas nuevas zonas de producción, surjan inversiones más ambiciosas, centradas en la tipicidad local y en la calidad, pero capaces de llegar con regularidad a mayores mercados y puedan decir ¡aquí estoy!, como en su día lo hicieron y ahí siguen, grandes pero buenos productores de Borgoña, Burdeos, Mosela o el Piamonte. Los casos de este perfil en España son aun pocos, pero los hay, y vamos a centrarnos en un par de ellos.
Dos vinos que por su calidad demostrada, año tras año, son los que recomiendo cuando me preguntan por un tinto atlántico o uno mediterráneo. Porque sé que no me fallarán, y porque tengo la seguridad que el interlocutor no tendrá problemas para encontrarlos.
Empezando por el Atlántico, de Dominio Do Bibei y Lalama hemos hablado en otras ocasiones y no cabe duda de que su trayectoria en la elaboración de tintos (y también blancos) de calidad en Ribeira Sacra es incontestable.
La inversión que en su día realizó Javier Domínguez permite hoy elaborar un número de botellas suficiente como para abastecer a un mercado deseoso de vinos sabrosos y refrescantes como Lalama. Prueba de su propósito incesante de calidad es la búsqueda del coupage perfecto que varía con cada añada, a la manera de burdeos, así como el hecho de tener un vino, (también recomendable, ¡ojo!) llamado Refugallo procedente de aquellas cubas que para Dominio do Bibei no alcanzan el nivel suficiente para formar parte de Lalama.
La añada 2010 (mencía, alicante y mouratón), que es la que actualmente se encuentra en el mercado, es un poema de fruta roja y flor morada, frescor vibrante y estructura amable, bastante pulida ya porque la bodega nos ha hecho todo el trabajo de guarda. Solo resta disfrutar. Un vino para beber por palets y que ofrece el do de pecho con legumbres y otras gamberradas con las que la mayoría de los tintos caen por su propio peso.
Pasamos al Mediterráneo para encontrar un vino imprescindible en mi fondo de armario y del que, sin embargo, nunca había hablado. Se trata del "hermano menor" del proyecto 4 Kilos, la cruzada del enólogo Francesc Grimalt y del músico Sergio Caballero por darle una vuelta de tuerca a los vinos mallorquines, recuperando las variedades autóctonas (aunque sin miedo a las castas nobles foráneas), haciendo agricultura respetuosa con el medio y elaboraciones que buscan destacar el terroir sobre las uvas y las crianzas.
Su 12 Volts 2012 tiene absolutamente todo lo mejor que le pido a un vino de su raza, gran intensidad de aromas a violetas, a tomillo, jara y manzanilla. Tomates secados al sol. En boca es rotundo, muy floral, tensión caliente. Buena acidez y alcohol bien integrado. Taninos pequeños, arenosos, divertidos y nada molestos. Es muy sabroso, fácil de beber y francamente largo. Además se comporta de maravilla con toda la huerta, especialmente con verdugos habituales de los tintos como lo son la menestra y la escalivada
Si además les digo que tienen un precio imbatible (en torno a los 15 euros) en relación con su calidad, y que aunque uno viva en medio de la dehesa, ambos vinos pueden comprarse on-line, quedan pocas razones para no probarlos.
Aunque ignoro por cuánto tiempo, continúo en esa convicción y celebro por ello un momento de gran heterogeneidad de los vinos españoles. Quizás por un público cada vez más avido de remotas zonas y extrañas variedades, los proyectos locales más interesantes, de pequeños vinos de pueblo, se vienen estimulando, poco a poco y a pesar de las DO's. Sin embargo, ese público continúa siendo minoritario.
No cabe duda de que el bajo consumo de vino tiene bastante que ver, pero tampoco es menos cierto otro aspecto, y es que la mayoría de esas botellas rompedoras que últimamente nos entusiasman proceden de producciones muy pequeñas, ridículas en ocasiones, que rara vez superan los 3.000 ejemplares con algún que otro magnum. Si tenemos en cuenta que la mitad de ellas se van al extranjero (los guiris no son tontos, y valoran mucho más estas cosas que nosotros), cada añada termina por convertirse en un precioso objeto de deseo que dura poco en el mercado.
Por lo expuesto, es muy importante que en estas nuevas zonas de producción, surjan inversiones más ambiciosas, centradas en la tipicidad local y en la calidad, pero capaces de llegar con regularidad a mayores mercados y puedan decir ¡aquí estoy!, como en su día lo hicieron y ahí siguen, grandes pero buenos productores de Borgoña, Burdeos, Mosela o el Piamonte. Los casos de este perfil en España son aun pocos, pero los hay, y vamos a centrarnos en un par de ellos.
Dos vinos que por su calidad demostrada, año tras año, son los que recomiendo cuando me preguntan por un tinto atlántico o uno mediterráneo. Porque sé que no me fallarán, y porque tengo la seguridad que el interlocutor no tendrá problemas para encontrarlos.
Empezando por el Atlántico, de Dominio Do Bibei y Lalama hemos hablado en otras ocasiones y no cabe duda de que su trayectoria en la elaboración de tintos (y también blancos) de calidad en Ribeira Sacra es incontestable.
La inversión que en su día realizó Javier Domínguez permite hoy elaborar un número de botellas suficiente como para abastecer a un mercado deseoso de vinos sabrosos y refrescantes como Lalama. Prueba de su propósito incesante de calidad es la búsqueda del coupage perfecto que varía con cada añada, a la manera de burdeos, así como el hecho de tener un vino, (también recomendable, ¡ojo!) llamado Refugallo procedente de aquellas cubas que para Dominio do Bibei no alcanzan el nivel suficiente para formar parte de Lalama.
La añada 2010 (mencía, alicante y mouratón), que es la que actualmente se encuentra en el mercado, es un poema de fruta roja y flor morada, frescor vibrante y estructura amable, bastante pulida ya porque la bodega nos ha hecho todo el trabajo de guarda. Solo resta disfrutar. Un vino para beber por palets y que ofrece el do de pecho con legumbres y otras gamberradas con las que la mayoría de los tintos caen por su propio peso.
Pasamos al Mediterráneo para encontrar un vino imprescindible en mi fondo de armario y del que, sin embargo, nunca había hablado. Se trata del "hermano menor" del proyecto 4 Kilos, la cruzada del enólogo Francesc Grimalt y del músico Sergio Caballero por darle una vuelta de tuerca a los vinos mallorquines, recuperando las variedades autóctonas (aunque sin miedo a las castas nobles foráneas), haciendo agricultura respetuosa con el medio y elaboraciones que buscan destacar el terroir sobre las uvas y las crianzas.
Su 12 Volts 2012 tiene absolutamente todo lo mejor que le pido a un vino de su raza, gran intensidad de aromas a violetas, a tomillo, jara y manzanilla. Tomates secados al sol. En boca es rotundo, muy floral, tensión caliente. Buena acidez y alcohol bien integrado. Taninos pequeños, arenosos, divertidos y nada molestos. Es muy sabroso, fácil de beber y francamente largo. Además se comporta de maravilla con toda la huerta, especialmente con verdugos habituales de los tintos como lo son la menestra y la escalivada
Si además les digo que tienen un precio imbatible (en torno a los 15 euros) en relación con su calidad, y que aunque uno viva en medio de la dehesa, ambos vinos pueden comprarse on-line, quedan pocas razones para no probarlos.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Ranking 2014
Como ya advertía al regreso del verano, este año el Ranking necesita mutar y simplificarse para poder tomar forma una vez más.
Los requisitos de tiempo y logística que requiere la fórmula tradicional hace que su celebración como tal sea incompatible con estar preparando un libro, mantener cierta regularidad en esta plataforma y aparentar una vida normal.
Por eso, con ayuda de amigos como José Luis Louzán o Joan G. Pallarés, hemos estado buscando fórmulas que hagan posible que la lista pueda salir una vez más y con el mayor rigor posible, llegando finalmente a la solución que en este momento presentamos.
La primera conclusión de la reflexión previa, es que las limitaciones de este año nos obligan a limitar de alguna forma los vinos a participar.
La segunda es la imposibilidad de organizar una cata ciega multitudinaria en un local externo.
Por ello hemos seleccionado a un pequeño grupo de personas destacadas del sector para que nos faciliten sus referencias de los vinos que consideren los mejores del año por un precio inferior a 10 euros. Entre ellos se encuentran figuras como Eva Pizarro, Cristina Alcala, Isabelle Brunet, Orlando Lumbreras o los propios Joan G. Pallarés y José Luis Louzán, entre otros.
Esas referencias, junto con las de quien suscribe, serán seleccionadas para una pequeña cata en la que se determinarán los 10 primeros y, lo más importante, su orden.
Asimismo, se abrirá un plazo muy reducido de inscripción para aquellas bodegas que, a mayores, quieran presentar sus botellas, en un listado limitado a un máximo total de 20 participantes, por estricto orden de solicitud.
Como es evidente, la calidad del Top Ten de este año no se basa en la amplitud de muestra y de catadores, sino en un criterio de selección de los mejores por los mejores, basado en la experiencia y la trayectoria de un certamen transparente año tras año y con la intervención de varias personas que prueban muchos vinos al año y que carecen de intereses comerciales.
A esto hay que añadir la posibilidad de contar con esas cosas pequeñas que nos sorprenden año tras año, por ello abrimos un breve plazo de presentación, dirigido a los vinos que no llegan a los prescriptores, pero que merecen una oportunidad. Por las cuestiones logísticas comentadas, esa posibilidad se limita a los 20 primeros en llegar, desde este momento.
Por tanto no expondremos bases, más allá de los criterios que a continuación resumimos:
¡Empezamos!
Los requisitos de tiempo y logística que requiere la fórmula tradicional hace que su celebración como tal sea incompatible con estar preparando un libro, mantener cierta regularidad en esta plataforma y aparentar una vida normal.
Por eso, con ayuda de amigos como José Luis Louzán o Joan G. Pallarés, hemos estado buscando fórmulas que hagan posible que la lista pueda salir una vez más y con el mayor rigor posible, llegando finalmente a la solución que en este momento presentamos.
La primera conclusión de la reflexión previa, es que las limitaciones de este año nos obligan a limitar de alguna forma los vinos a participar.
La segunda es la imposibilidad de organizar una cata ciega multitudinaria en un local externo.
Por ello hemos seleccionado a un pequeño grupo de personas destacadas del sector para que nos faciliten sus referencias de los vinos que consideren los mejores del año por un precio inferior a 10 euros. Entre ellos se encuentran figuras como Eva Pizarro, Cristina Alcala, Isabelle Brunet, Orlando Lumbreras o los propios Joan G. Pallarés y José Luis Louzán, entre otros.
Esas referencias, junto con las de quien suscribe, serán seleccionadas para una pequeña cata en la que se determinarán los 10 primeros y, lo más importante, su orden.
Asimismo, se abrirá un plazo muy reducido de inscripción para aquellas bodegas que, a mayores, quieran presentar sus botellas, en un listado limitado a un máximo total de 20 participantes, por estricto orden de solicitud.
Como es evidente, la calidad del Top Ten de este año no se basa en la amplitud de muestra y de catadores, sino en un criterio de selección de los mejores por los mejores, basado en la experiencia y la trayectoria de un certamen transparente año tras año y con la intervención de varias personas que prueban muchos vinos al año y que carecen de intereses comerciales.
A esto hay que añadir la posibilidad de contar con esas cosas pequeñas que nos sorprenden año tras año, por ello abrimos un breve plazo de presentación, dirigido a los vinos que no llegan a los prescriptores, pero que merecen una oportunidad. Por las cuestiones logísticas comentadas, esa posibilidad se limita a los 20 primeros en llegar, desde este momento.
Por tanto no expondremos bases, más allá de los criterios que a continuación resumimos:
- Partimos de una selección de vinos proporcionada por expertos en vino de diferentes ámbitos.
- La muestra es ampliable con hasta 20 marcas que presenten su candidatura entre hoy 15 de octubre y el 1 de noviembre de 2014 dirigiéndose al correo info@rankingvinos10.com.
- El Ranking y su orden definitivo se determinará en una cata ciega en la que participarán un grupo reducido de aficionados y amateurs por determinar.
- El Resultado se conocerá entre el 15 y el 30 de noviembre de 2014
- Para cualquier cuestión adicional se pueden dirigir al mail: info@rankingvinos10.com
¡Empezamos!
domingo, 5 de octubre de 2014
Los vinos de Lidl
Como tal vez algunos habrán advertido, hoy Lidl saca al mercado una oferta sin precedentes de vinos, de cierta calidad media, a precios entre bajos y muy bajos.
Hay de todo. Bastante morralla, pero algunas cositas de diario muy asequibles.
Cuando empecé con este blog, hace ya algunos años, tal vez lo hubiera publicado como primicia sin reservas. Entonces los fines de esta plataforma eran precisos y más sencillos. Pero esto es un ser vivo, que nace, crece y se relaciona, entre otros, con mucha gente dedicada al vino. Bodegas, sí, pero también distribuidores y comerciantes, a quienes esto quizás perjudica. Por eso hoy tengo mis dudas.
A diferencia de mercados como EE.UU. o Alemania, la oferta de vino en España siempre ha estado muy segmentada. Por un lado estaban los vinos de supermercado, con perfiles industriales de calidad media-baja (exceptuando el universo Jerez), y por otro los de vinoteca. Con mayor o menor rebuscamiento, pero siempre ha habido una línea divisoria clara de precio y calidad.
De repente, productos que sólo encontrábamos en un espacio seleccionado, aparecen ahora en los lineales junto con paquetes de garbanzos, combinados de snacks o espuma de afeitar con aloe vera, pero eso sí, a un precio más bajo, y con una inquietante figura de José Peñín a tamaño natural indicando las puntuaciones de algunos de ellos.
Aunque estéticamente no me hace gracia, ¿Que significa realmente esto? Que el mercado del vino se está democratizando, dirán los más optimistas, o que algunas bodegas no saben que hacer con sus stocks, y los dejan regalados a la gran distribución, afirmarán los pesimistas. En todo caso se trata de unas estructuras contra las que los pequeños comercios, que siempre apostaron por muchas de esas botellas, no están capacitados para competir. ¿Terreno ganado al mar, o pan para hoy y hambre para mañana?
Sinceramente, no lo tengo muy claro.
Me gusta ver el vaso medio lleno, y pensar en que algunos ajenos al mundillo que por su precio adquieran alguna de estas botellas, vean encendida una chispa y, de repente, quieran profundizar, así como a aquellos que, por circunstancias de la crisis, habían retirado el vino de su día a día, y gracias a esto puedan darse un capricho.
Por otro lado, para nuestros pequeños comercios, siempre quedarán esas producciones de tres mil, cuatro mil botellas a lo sumo, que hacen inviable la intervención de un Lidl como mercado.
Luego está lo de las marcas. Verán en esta oferta vinos que van a cara descubierta, Los Balancines o Baltasar Gracián (una de mis garnachas aragonesas favoritas en RCP) son un ejemplo. Pero otros se ocultan tras marcas genéricas. Aquí "estrategia de mercado" y vergüenza son respectivamente eufemismo y tabú. Y es en este misterio donde se encuentran las bajadas de precio más escandalosas.
Tengo datos que no revelaré, pero hay verdaderas sorpresas. Vinos que, por arte de máscara, reducen su precio a un tercio del de la marca original, y los registros embotelladores tienen la clave. Solo hay que pararse un poco a investigar.
Teniendo claro que no he arrojado mucha luz al tema, al menos me he desquitado. Si pruebo algo que realmente valga la pena lo contaré, con la advertencia a mis tenderos del vino habituales de que me seguirán viendo por sus locales, porque tienen cosas que nunca habrá en Lidl, y porque disfruto de los ratos que paso con ellos.
Como siempre.
Hay de todo. Bastante morralla, pero algunas cositas de diario muy asequibles.
Cuando empecé con este blog, hace ya algunos años, tal vez lo hubiera publicado como primicia sin reservas. Entonces los fines de esta plataforma eran precisos y más sencillos. Pero esto es un ser vivo, que nace, crece y se relaciona, entre otros, con mucha gente dedicada al vino. Bodegas, sí, pero también distribuidores y comerciantes, a quienes esto quizás perjudica. Por eso hoy tengo mis dudas.
A diferencia de mercados como EE.UU. o Alemania, la oferta de vino en España siempre ha estado muy segmentada. Por un lado estaban los vinos de supermercado, con perfiles industriales de calidad media-baja (exceptuando el universo Jerez), y por otro los de vinoteca. Con mayor o menor rebuscamiento, pero siempre ha habido una línea divisoria clara de precio y calidad.
De repente, productos que sólo encontrábamos en un espacio seleccionado, aparecen ahora en los lineales junto con paquetes de garbanzos, combinados de snacks o espuma de afeitar con aloe vera, pero eso sí, a un precio más bajo, y con una inquietante figura de José Peñín a tamaño natural indicando las puntuaciones de algunos de ellos.
Aunque estéticamente no me hace gracia, ¿Que significa realmente esto? Que el mercado del vino se está democratizando, dirán los más optimistas, o que algunas bodegas no saben que hacer con sus stocks, y los dejan regalados a la gran distribución, afirmarán los pesimistas. En todo caso se trata de unas estructuras contra las que los pequeños comercios, que siempre apostaron por muchas de esas botellas, no están capacitados para competir. ¿Terreno ganado al mar, o pan para hoy y hambre para mañana?
Sinceramente, no lo tengo muy claro.
Me gusta ver el vaso medio lleno, y pensar en que algunos ajenos al mundillo que por su precio adquieran alguna de estas botellas, vean encendida una chispa y, de repente, quieran profundizar, así como a aquellos que, por circunstancias de la crisis, habían retirado el vino de su día a día, y gracias a esto puedan darse un capricho.
Por otro lado, para nuestros pequeños comercios, siempre quedarán esas producciones de tres mil, cuatro mil botellas a lo sumo, que hacen inviable la intervención de un Lidl como mercado.
Luego está lo de las marcas. Verán en esta oferta vinos que van a cara descubierta, Los Balancines o Baltasar Gracián (una de mis garnachas aragonesas favoritas en RCP) son un ejemplo. Pero otros se ocultan tras marcas genéricas. Aquí "estrategia de mercado" y vergüenza son respectivamente eufemismo y tabú. Y es en este misterio donde se encuentran las bajadas de precio más escandalosas.
Tengo datos que no revelaré, pero hay verdaderas sorpresas. Vinos que, por arte de máscara, reducen su precio a un tercio del de la marca original, y los registros embotelladores tienen la clave. Solo hay que pararse un poco a investigar.
Teniendo claro que no he arrojado mucha luz al tema, al menos me he desquitado. Si pruebo algo que realmente valga la pena lo contaré, con la advertencia a mis tenderos del vino habituales de que me seguirán viendo por sus locales, porque tienen cosas que nunca habrá en Lidl, y porque disfruto de los ratos que paso con ellos.
Como siempre.
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