Hoy nos interesa su lado más punkie que es el que se plasma en este vino, un blanco que surge del encuentro entre el silencio, el trabajo y la constancia de Dominio do Bibei, y la revolución irreverente de Adrian Guerra y Fernando Filgueira cuya trinchera se encuentra en Bagos (Pontevedra).
Una visita a la montaña de Bibei y un par de foudres que chirrían en forma de Hard Rock sobre el murmullo zen de Jazz, Bossa Nova y de algo de Gregoriano que se escucha en el Dominio. Buen vino sin duda, pero toca algunas notas discordantes que le hacen quedar fuera de La Pola. No estaba con ellos, pero imagino la escena. Fernando y Adrian se miran. Adrían sonríe con cara de niño ante el escaparate de juguetes, Fernando, arquea la ceja y no hace aspavientos. Definitivamente encaja.
Con su proyecto 69 Arrobas, en forma de vibrante, casi extremo, albariño de Castrelo elaborado por Xurxo Alba, del que un día hablaremos, se inició una búsqueda embotellada de la tipicidad extrema en los terruños de Galicia. Pequeñas producciones para vinos auténticos, a caballo entre el chateo y el coleccionismo.
Pueden disfrutarse, a golpe de guitarra o guardarse hasta que den lo mejor de sí. En el caso de Vid Vicious 2012 nos encontramos con un monovarietal de godello procedente de distintas fincas de la zona de Bibei controlados por el Dominio, esencialmente de suelos de arcilla y arena situados entre 500 y 700 metros de altitud, con distintas orientaciones. Se prensaron racimos enteros y fermentó en foudres de roble austríaco de varios usos, y de entre 1.200 y 2.400 litros. Recordemos que allí arriba no llega el acero inoxidable.
El vino, que no hizo fermentación maloláctica, permaneció posteriormente con sus lías y en silencio durante unos 20 meses con removidos. Se elaboraron 2.600 botellas.
Al igual que Sid, tiene un humor cambiante, en ocasiones muestra su cara eléctrica y en otras la más cremosa. El tiempo de aireación y una temperatura no demasiado fría hacen que saque su mejor versión, toda su fruta rabiosa y también algo de hipnotizante hierba. Vibrante, sabroso, vicioso - cómo no- de trago largo y lenguaje preciso. La godello más punk.
Se trata de un vino tremendamente versátil, válido incluso para cualquier plato de carne, pero como tiene fuste suficiente, recomiendo un maridaje arriesgado como lo son los increíbles boquerones marinados (no me atrevo a decir en vinagre, dada su sutileza) con encurtidos que Pablo borda en Bagos.
Para hacerse fuerte en la barra hasta el amanecer.
Quien lo busque puede hacerse con alguna botella en la tienda de Roberto Juncal.
Aunque les aseguro que no descansaré, no sé si habrá más entradas de aquí a que termine agosto, así que disfruten del verano y, en todo caso, nos vemos en septiembre.
Entre tanto les dejo con los Pistols y God Save the #godello Queen.
Y si coinciden con los delincuentes que han perpetrado este vino, y el sentido común no les invita a cambiar de acera, no se pierdan el mensaje subliminal de la botella, que tiene historia.