Aunque los vinos de los que voy a hablar tienen más bien poco de mileurista, la propuesta que los reúne sí me parece interesante para aquellos aficionados con paciencia que quieran acceder a algunos de los tintos más valorados del país.
La compra en primeur, es algo común en Francia, pero sin tradición ni arraigo en España, ya que aquí estamos tan mal acostumbrados, que las bodegas hacen las guardas por nosotros. Pese a ello, Lavinia ha puesto en marcha la venta anticipada de añadas aun no embotelladas de grandes nombres, con la ventaja para el consumidor de un precio sensiblemente más reducido y la contrapartida de tener que esperar para su entrega a largo plazo. En este caso, a finales de 2015.
Con el objetivo de dar a conocer esta iniciativa, Lavinia organizó una tentadora cata en la que poder probar tales añadas, aun en crudo, de la mano de sus responsables, y en la que pudimos ver a grandes personajes del mundillo, tanto a un lado como al otro de la palestra, con rostros como el de Mariano García, Carlos Falcó, Agustín Santolaya, José Moro o Victor de la Serna y Juancho Asenjo en el apartado comunicativo.
Y ahí estaba un servidor, luchando por no salir de su discreto segundo plano y disfrutar de una interesantísima cata dirigida por la siempre brillante Marie Louise Banyols.
Todo prometía una excelente jornada de aprendizaje y percepción, hasta que transcurrida la primera hora de la convocatoria, hechas las presentaciones, entre el segundo y el tercer vino, irrumpió a mi vera, cual diplodocus en la planta de menaje, una señora de cuyo nombre no quiero acordarme. Por si la hora de llegada no hubiera sido muestra bastante de mejorable educación, embriagaba su entorno con un empalagoso perfume, en cantidad suficiente para ocultar las evidencias de un cadáver en avanzado estado de descomposición.
Hice lo posible por concentrarme en la cata, pese a sus constantes aspavientos, sin conseguir evitar que mis capacidades, ya discretas de por sí, se vieran razonablemente mermadas. Por fortuna, la intensidad de los vinos, la calidad de los ponentes y la excelente conducción de Marie Louise me permitieron sacar muchas cosas del evento.
Empezamos con el Gran Reserva 2008 de Remírez de Ganuza. Por añada, un invierno seco y un marzo muy lluvioso junto con un verano fresco, y por elaboración, el vino más atlántico de la cata, y también el más hecho. Plurivarietal, algo de blanco para fijar color. Una finca. Mil doscientas botellas. Algo atejado ya. Clavo, tabaco de pipa, cerezas maceradas. Mucho equilibrio en boca, taninos aterciopelados, secos. Muy buena acidez. Sabroso y largo. Intenso perfil clásico.
Los vinos de CVNE llegan con menos guarda. Real de Asúa 2011 es todo tempranillo de dos pagos con orientación sur, cobertura vegetal y bajos rendimientos. Violáceo y muy cubierto. Tinta china, carbón vegetal, fruta y pimienta negra, violetas, tostados, fondo mineral. A copa parada se impone el cacao. La boca es tensa, abigarrada. Los taninos son secantes, pero finos, muy jóvenes. Buena acidez. Balsámico, profundo y con peso floral, pese a la potente carga de pimienta y vainilla. Por su parte Contino Viña del Olivo 2011, violáceo y brillante, trae una nariz carnosa y muy especiada. Laurel, mentol, algo de cuero y tabaco. Se imponen ya los terciarios. En boca es fino, armónico, con un tanino sedoso y maduro, elegante y equilibrado. Muy largo. Muestra carácter mediterráneo y balsámico. Fácil de beber ya.
Marqués de Riscal se presenta con con su Barón de Chirel Reserva 2011. Este año trae un 30% de cabernet sauvignon. Cereza oscuro, misterio. En nariz fruta roja, laca, menta fresca e hinojo. La vainilla va y viene aun, pero no molesta. Complejo y delicado, con hechuras de otro tiempo. En boca es terso, con acidez fresca y taninos dulces, finos, maduros. Cierta golosidad nada empalagosa. Resulta sabroso, largo, amargoso, tremendamente elegante. Prometedor futuro e indudable presente. Mejora con el aire dando sus notas más frescas de cereza ácida. Gran vino.
Del clasicismo honesto, vamos directos a la modernidad bien entendida con Agustín Santolaya, que ofrece una brillante explicación de su Cirsion 2011. Viñedos de Haro y Villalba en los que se seleccionan las plantas que ofrecen una mejor maduración fenólica. Mucha extracción de fruta y poca madera, tan solo nueve meses de barrica nueva. Mucha capa, rojo violáceo muy brillante. En nariz caña dura, cueros, monte mediterráneo, fruta negra, tormenta, potente cacao. En boca dureza ribereña sin ambages, taninos agresivos, buena acidez, gran longitud. Mucha vida por delante.
Fue la transición correcta para entrar en ribera con Nebro 2011, de Finca Villacreces, los autores del laureado Pruno. Un 100% tempranillo de pago, muy intenso, pero cálido y duro en exceso para mi gusto. Algo parecido me ocurre con los vinos de Emilio Moro. En Malleolus de Sanchomartín 2011, pese a atisbarse una materia prima vigorosa y de calidad, la madera tiene demasiado protagonismo aun, y el vino resulta demasiado agresivo. Me gustaría probarlo con años. Más amable, aunque con similar carga de roble, se muestra Clon de la Familia 2011.
Llegan los vinos, y el siempre interesante discurso, de Carlos Falcó, Marqués de Griñón. Sería fácil criticarle por traer variedades foráneas, si bien fue uno de los primeros en atreverse a experimentar con el cabernet o la syrah en España, con el mérito de haber creado un auténtico Chateau de reconocido prestigio en una zona difícil como Malpica de Tajo, en la que antes de él, poco había que resaltar. No hubo suerte con su primer vino Emeritus 2011 ya que la botella de muestra estaba algo tocada, con notas extrañas y muy lineales de licor de arroz y algas, aunque con una boca que apuntaba maneras.
La cosa quedó absolutamente redimida con su Marqués de Griñón AAA 2012, un vino cuya composición varietal cambia según las virtudes de cada añada, con el denominador común de la búsqueda del equilibrio tendente a la frescura. Aquí el graciano tiene mucho que decir. Sorprendente sutileza balsámica en nariz, con aromas de mentol y regaliz negro, cacao, pimentón y un tremendo soporte mineral. En boca era voluminoso e intenso, muy sabroso, con excelente acidez, taninos secantes aun. Caramelo de malvavisco. Profundidad. Gran elegancia. Mi otro vino de la tarde junto a Barón de Chirel.
Me dejó algo más frío el Pago Negralada 2012 de Abadía Retuerta, con un predominio actual de los torrefactos de la madera, demasiado apretado y maduro para mi gusto, sin suficiente acidez para compensarlo. Y aunque con más frescura, tampoco conseguí cogerle el punto a un Aalto PS 2013, con cosas interesantes, aunque fruto de una añada sin duda difícil, y todo por integrar.
Mi tercera opción en el podium termina con Terreus 2012 de Bodegas Mauro. La joya de Mariano García, posiblemente una de las personalidades del vino en España. Me gusta lo que cuenta de su viñedo, en ecológico desde hace ya algún tiempo, sobre todo porque se refleja en el vino con gran intensidad. Lavanda, violetas, madroño, se imponen, pese a la prematuridad del vino, a la barrica con la que se etiqueta a los García. Muchas cosas por ensamblar, pero creo que será un gran vino, porque ya es fácil disfrutar con él.
Vinos -algunos- que demuestran el porqué de su prestigio y trayectoria, más allá de los perfiles en los que uno se sienta más o menos cómodo, y que sin duda mejorarán con los años
2 comentarios:
Hola Mariano,
no estoy de acuerdo. Creo que se cuentan con los dedos de la ausente mano del Capitán Garfio las bodegas que guardan el vino para ponerlo a disposición del consumidor. Una vez que ha pasado el periodo bien legal o bien el que lo hace bebestible, sale al mercado y se delega en el consumidor/bebedor.
Saludos,
Jose
Hola Jose,
Aunque mal explicado por mi parte, hablaba del perfil de vinos que comentamos en el post, y que generalmente, al igual que crianzas y reservas, salen como pronto al mercado en los dos o tres años siguientes a su cosecha.
Saludos,
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