Tras meter de lleno las manos en la masa les aseguro que hay pocos placeres equiparables a disfrutar de la propia pasta.
No solo hablo de la diferencia entre la fresca y la seca, que también, sino sobre todo de romper esa barrera, similar a la del pan, de que determinadas cosas sólo se pueden comprar.
Y así como hay cosas - no hace demasiado hablábamos del sushi - que no vale la pena elaborar, porque nunca las haremos mejor que el profesional, en el caso de la pasta, no hace falta una habilidad especial ni unos ingredientes del club del grumete, para que el resultado sea satisfactorio. Conviene- eso sí- disponer de un artilugio que nos ayude en la fase final del amasado a estirar la pasta y cortarla.
Mi santa me regaló una Imperia, que al parecer es una referencia en el mercado, pero si quieren apañar un poquito, estén atentos a Lidl porque sacan uno de vez en cuando que al parecer es la mar de resultón.
Si no, siempre pueden hacer como Jamie Oliver, que se curra el amasado y corta a cuchillo. Tardarán algo más, pero nada debe detenernos en el delicioso objetivo de hacer pasta en casa y compartirla.
Encontrarán en internet docenas de recetas y videos sobre cómo hacerlo. Yo me limité a poco más que seguir las instrucciones.
Por situar la cuestión, harina, huevo, un poco de agua y a amasar, corrigiendo si es necesario, hasta que tengamos una masa flexible que no se pegue. Conseguido esto, vamos cortando y estirando en el cacharro trozos del tamaño de una ciruela.
La cosa, mas o menos consiste en estirar con la manivela, plegar sobre si mismo y volver a estirar.
Luego sólo estiramos reduciendo el grosor en cada pasada, Unas diez veces en total por pieza hasta formar una placa de longitud razonable.
Es importante que en todo el proceso tengamos la harina a mano para espolvorear cuando haga falta y evitar adherencias.
Solo resta tomar la primera placa formada (viene bien que se sequen un poco) e introducir el accesorio de corte en la máquina. En mi equipo venia el de tallarines, pero los pappardelle (mi corte de pasta favorito) no tardará en llegar.
Queda la cocción, que no deberá durar más de dos minutos.
Esta primera pasta requería un montaje especial, así que por un lado pusimos en marcha la salsa de tomate habitual, a base de ajo, cebolla y aceite de oliva virgen. Si no tienen ejemplares de tomates bien maduros a mano, no van nada mal los preparados de tomate rallado para untar que tienen en las neveras del supermercado.
El resto ya lo saben, sofrito paciente y removido, importante esperar al final para rectificar de sal y azúcar (mejor, moreno de caña).
En los últimos minutos del tomate, troceamos un par de lonchas de panceta ibérica que ponemos en otra sartén a fuego ligero, cuando la cosa empieza a tomar color incorporamos unos trozos de una buena butifarra y esparrago verde. Subimos fuego y salteamos con energía.
Finalmente lo fusionaremos todo con la pasta recién cocida y unas hojas mal troceadas de albahaca fresca. Y listo.
Para acompañar, últimamente siento cierta debilidad por las exquisitas garnachas que brotan, o más bien resurgen, de la meseta. Me enloquecen cada vez más cuando topo con alguna auténtica.
Y este es el caso. Una especie de joint venture entre Quim Vila y la gente de Comando G, responsables de La Bruja Avería, Marc, de Bernabeleva, Fernando de Marañones y Dani Jiménez-Landi. Nada menos.
En forma de Hombre Bala (y Mujer Cañón por probar) embotellan cuatro fincas de garnacha al oeste de Madrid (Cadalso, Cenicientos y Las Rozas de Puerto Real), viñas de entre 50 y 90 años recuperadas para la causa.
Con El hombre Bala 2012 se corresponden las fincas de vendimia más temprana, racimos enteros, maceraciones largas, fermentación y crianza en barricas y tinos de madera de distintos tamaños que buscan profundidad y respeto por la fruta.
Promete a la vista por su discreción. No se buscan tonos ni concentraciones y se nota. Granatoso sin demasiado brillo.
La nariz inicia entre lo medicinal y lo herbáceo. Muy cerrado. Se abre poco a poco y ofrece aromas de campo en mayo lluvioso, romero y lavanda. Se limpia y afina hacia violetas, grosella. Piedra de afilar.
En boca es amplio y carnoso. Cuerpo y volumen con buena acidez refrescante. Especiado en su longitud, taninos armados. Se intuye raspón con tiento. Sabroso, punto goloso garnachero reconocible, pero muy comedido. Equilibrio en conjunto, en el que las aristas son vibrantes. Resulta profundo y largo en su recorrido, dejando recuerdos de arándano, rúcula, y algo de bizcocho borracho al fondo.
Un vinazo que se llevó de cine con la pasta fresca.
Con esto, les dejo a su suerte estas vacaciones. Pórtense bien en Semana Santa. Yo empiezo un viaje del que ya les contaré...
13 comentarios:
Yes un crack, que pinta tiene esa pasta amigo.
El vino lo probé de forma rápida en la Música del vi, la verdad es que me dejó un poco indiferente, muy cálido y maduro para mi gusto aunque es verdad que tenía una buena acidez que lo sujetaba.
Gracias Jorge. La verdad es que estaba tremenda.
Al vino dale una segunda oprtunidad. Tarda en abrirse y de hecho estaba mucho mejor el segundo día. A mi es de los que me ha llamado la atención este año y llevo ya unas cuantas garnachas.
No hagas mucho caso a Sibaritastur. El 98% de los tintos le parecen maduros. :-)))))))
Es broma ¡eh!.
Me pasa igual con la bruja averia, no me desagradan y tienen acidez pero me cuesta beber más de dos copas. Recuerda que yo el vino "no lo estropeo" con comida ;)
Toni cabroncete. En este caso no es la madurez, es la calidez la que no me convence.
¡Coño!. Dijiste "muy cálido y maduro para mi gusto".
Aunque eso de que un vino esté mejor al día siguiente... Para mi un defecto.
Muy buen post.
Hace poco que me regalaron una máquina de estas y estoy enganchado. por ahora mi receta favorita pappardelle con zamburiñas al vino blanco y pesto.
Probaré esta receta tuya a ver qué tal. El hombre bala 2012 a mi también me gustó, esa mezcla de madurez y frescor que tienen esas Garnachas es una maravilla. Eso si, la pasta ultimamente la acompaño de rosados.
Toni es de mi gusto - en general- la madurez y la calidez pero lo que menos me gusta en un vino, es la calidez. Mejor?
Y si un vino no aguanta de un día para otro dudo si será vino siquiera, sería un defecto. Otra cosa es que le cueste abrir, entiendo que ha de beberse en su apertura y es un problema que no se muestre pero que haríamos con esos grandes vinos que necesitan 24 horas para abrir?
Hola a todos
Hombre Toni, el defecto es el contrario, que no agüante y evolucione también en el día siguiente.
¿Soy yo el único raro que abre una botella el día antes sabiendo que la voy a beber al día siguiente?
Saludos,
Jose
Yo abro una botella para tomarla en el momento, no para beberla al día siguiente. ¿Y en un restaurante?.
Yo en casa sí abro botellas el día antes que beberé al día siguiente con el plato que tenga en el barbuquejo.
En un restaurante, más bien no... Quedaría muy de "Artículos de Costumbres" y 'Vuelva usted mañana' :-)
Saludos,
Jose
A ver, no llevemos las cosas al extremo. No es que recién abierto esté cerrado o imbebible, simplemente resulta que saca más y se hace más preciso. Creo que pasa con la mayoría de los vinos que tienen muchas cosas que decir, pero eso no significa que no se pueda disfrutar de ellos desde el minuto uno de su descorche.
Saludos!!!
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