En ocasiones la voluntad de estar a la última y dar a conocer descubrimientos, hace que olvidemos aquellos lugares que llevan toda la vida haciéndonos disfrutar, con una cocina sin fuegos de artificio, pero con alma y oficio.
Si tengo que pensar en alguno de esos lugares, lo primero que me viene a la cabeza es un rincón casi oculto en las afueras de Pontevedra, donde empieza la antigua carretera nacional que nos conduce a Santiago de Compostela.
Hace muchos años - más de los que uno recuerda- que el Restaurante Corinto es referencia en elaboraciones tradicionales de pescado, en servir marisco de primera y en la empanada de centolla. Sin embargo, mi especial devoción por este lugar, que no hay año que no visite desde que tengo uso de razón, son los platos de abuela de los que allí se puede disfrutar, con puro efecto ratatouille.
Si empezamos por el principio, son imprescindibles (y por fortuna inevitables) sus finísimas patatas, dignas de la mejor freidura, así como los calamares, exquisitos y de excelente factura, tan solo sustituibles cuando el mercado nos ponga al alcance sus choquitos.
Vale que hay mil maneras de preparar el rape, pero muy pocas de ellas son capaces de sacar lo mejor de este difícil pescado de textura cambiante. La milanesa de Corinto siempre ha sido mi favorita, a medio camino entre el asturiano frito de pixín, y el socorrido plato infantil que tantos buenos momentos nos ha dado. El empanado, siempre en su punto, retiene toda la jugosidad y sabor del pescado. Tremendo.
Si es temporada, el guiso de lamprea a la bordelesa es de los mejores que pueden encontrarse. Sin complicaciones, con su salsa trabada, arroz blanco (que en mi familia se sustituye desde hace tiempo por patatas paja) y picatostes.
Eso sí, en caso de que haya pasado la segunda quincena de marzo, no pierdan el tiempo (ni aquí ni en ningún sitio) con el antediluviano vertebrado (el otro día me enteré de que no se consideraba pez), ya que pierde toda su gracia, y además puede adquirir ciertos aromas húmedos poco agradables.
Aparte de la caza menor, también en temporada, en el capítulo de carnes adquiere una dimensión especial el cabrito asado. Una vianda habitual en el sur de Galicia que aquí preparan como los ángeles. Jugoso, se deshace en la boca y su sabor, siempre concentrado y sin lanas es, sencillamente, de abuela. Además, las patatas y guisantes que trae son para volverse loco.
Hasta no hace mucho, el capítulo de vinos era el punto débil, y en absoluto estaban a la altura de la cocina que allí se sirve. Afortunadamente, la segunda generación del negocio ha sabido asesorarse por personajes como Adrián Guerra (Bagos) y Roberto Juncal (Juncal Alimentación), y, como no podía ser de otra forma, empiezan a acumular pinceladas de lo mejor que se hace en Galicia, con vinos como los de Rodrigo Méndez o Luis Anxo Rodríguez.
Por ponerles un ejemplo, en la última visita pudimos disfrutar de un excelente Bastión de la Luna 2011, que fue de miedo con todo. Falta afinar un pelín con las copas, pero todo se andará.
A mí en todo caso, y de camino o no a Compostela, me seguirán viendo de peregrinaje por allí.
7 comentarios:
Pues con los años que lleva ahí no lo conocía, fallo mío. Otro para esa lista que nunca se termina, por suerte.
Fabuloso!!! Comida tradicional de altísima calidad y excelente producto, más compleja que muchos de los modernos platos...es la ciencia de saber elegir bien, no todo vale.
Gran restaurante que parecía escondido los últimos años, pero poco a poco van a colocarse como uno de los imprescindibles, sin atajos, basándose siempre en el producto.
Gracias por llamarme personaje ;) pero todo el mérito es de ellas, de querer dar un paso más y seguir la misma filosofía que en la comida, ofrecer el mejor producto. Estoy seguro que les va a ir muy bien.
¡Qué buena pinta!. La verdad es que no lo vi en ningún sitio cuando estuve informándome para mi visita a Pontevedra del mes pasado...
Jorge/Toni,
Ya tenéis una visita obligada cuando vayáis a la Emoción dos Viños
Abrazo!
Sin duda Roberto. Yo creo que en este momento, en el que también están cayendo muchos advenedizos, es en el que estos clásicos deben saber adaptarse y crecer sin perder su esencia. Creo que ellas lo están haciendo muy bien.
Muchas gracias Mariano, no tengo palabras.
Intentamos mejorar, poco a poco y aprender de los grandes como vosotros.
Esto nos da ánimos para seguir adelante y mejorar!
Mil gracias por este post!
Publicar un comentario