Aunque le hayan puesto el disfraz de ogro, tengo la sensación de que Alberto Chicote es un pedazo de pan. En todo caso muy alejado de su predecesor en Pesadilla en la Cocina, Gordon Ramsay, un tipo arisco, déspota y vehemente, pero también más práctico en su forma de actuar.
Viene esto a colación por el capítulo -uno de los más divertidos, por cierto- en el que el chef asesora a un restaurante hindú, afincado en Madrid, en el que dos caraduras atrincherados en la cocina instauran el régimen del terror en el ruinoso proyecto familiar que espera ser salvado por el conocido chef.
No entraré en la actuación de estos dos personajes, pero sí tengo claro que de haberse tratado de Ramsay los habría enviado a patadas hasta Bombay. Sin embargo, la versión española es más misionera y conciliadora, por lo que la única opción que se planteaba era meter a estos individuos en vereda con palo y zanahoria.
Es evidente que el palo lo tenía que poner Chicote, pero para la zanahoria se trajo a Nadeem Siraj, chef del que se postula como el mejor hindú de Madrid que hoy nos ocupa, Tandoori Station.
Situado en el borde exterior del barrio de Salamanca, sorprende por una decoración urbana y desenfadada que sugiere la ambientación de una estación de metro en Delhi, transmitiendo un espíritu fresco, dinámico, muy en consonancia con lo que allí se sirve.
El citado ambiente, la zona, y unos precios francamente atractivos hacen entender que no sea fácil reservar allí. Pero tras haberlo visitado, cortesía de mi adorada esposa, entiendo que esto sea así.
Para este primer encuentro, el restaurante tiene previsto un menú de no iniciados que supone un recorrido por lo más suave y representativo de su propuesta y que se presenta como una secuencia de estaciones que nos llevarán del norte al sur de la india. El precio del menú es de 26 euros.
Y sé que es una frivolidad, pero el hecho de que venga a tomarnos nota y a explicarnos su cocina, el mismo chef que departía con Chicote, mola.
Mientras nos decidimos por el vino, lo del menú ya estaba claro, nos entretenemos con unas tortas llamadas Papadum, Muy crujientes, hechas con harina de lenteja y cominos, y acompañadas de un rico surtido de salsas. Especialmente sabrosa la de yogur.
Con el vino llega además un delicado y vicioso pan indio relleno de una crema de queso muy suave.
Empezamos la primera estación con las archiconocidas samosas. Aquí se elaboran con masa casera y se rellenan de patata, guisantes, especias ligeramente picantes y semillas de cilantro. Les siguen unas verduras rebozadas y muy bien fritas en harina de garbanzos llamadas Sabzi Pakora.
La segunda estación trae platos más contundentes, pechuga de pollo macerada en especias y yogur, asada muy lentamente en un horno tandoori. Junto con ello, el Sheek Kebab. Olvídense de sospechosas carnes giratorias. Esto es carne picada de cordero con jengibre, cilantro y otras especias, asado también en horno tandoori.
Ambas carnes resultan francamente deliciosas, aunque me quedo con la delicadeza del pollo frente a la contundencia del cordero que casi valdría para un compango.
Vienen servidas sobre un contundente lecho de repollo, algo especiado y salteado al wok que resulta muy vicioso, pero no cometan el error de comérselo todo, o les costará llegar al final.
La tercera estación nos deja con los clásicos guisos del país, de entre los no tan picantes. Por orden de potencia, tenemos el Murghi Mahkan Wali, a base de pollo en una salsa suave y aromática de tomate y especias. La salsa era para comérsela a cucharadas.
Seguiríamos con el Gosht Ka Roghan Josh, el clásico curry de cordero, finísimo y delicioso con dosis muy contenidas de picante. Hubiera aguantado más, pero me permitió advertir toda la delicadeza del plato, así que tampoco íbamos a hacernos los machos pidiendo más picante. En otra ocasión.
Finalmente unas sabrosas albóndigas de patata y queso Paneer (Malai Paneer Wala Kofta) en una salsa de almendras. Curiosamente el más contundente de los tres, pese a lo inocente de sus ingredientes.
Los tres guisos vinieron acompañados de Arroz Pulau, un basmati, ya floral de por sí, aromatizado a mayores con cardamomo, canela, anís estrellado y azafrán. La combinación del arroz con cada una de las salsas es una de mis golosinas favoritas cuando disfruto de un curry. Aquí fue un festín.
El viaje termina con el postre, un bizcocho de leche en almíbar con helado de pistacho (Gulab Jamun), original y sabroso, aunque nos coge ya con el apetito escaso, y es que si uno da cuenta de todo el menú si omitir ningún acompañamiento, la fartura es importante.
Siempre tengo miedo a la hora de elegir el vino contra estos potentes y aromáticos platos. Las opciones suelen pasar por blancos, generosos o burbujas. Nos decantamos por las últimas en la forma que da la siempre solvente firma de Jané Ventura, cuyo rosado Reserva de la Música, a base de garnachas negras de altura, estuvo bastante armónico con la mayoría de los platos.
En definitiva un primer contacto con un gran hindú, al que sin duda seguirán futuras visitas. Muy recomendable.
C/ Ortega y Gasset 89
Madrid
914012228
6 comentarios:
Oye que ser vehemente tampoco ye malo, al menos no en todas sus acepciones ;)
Todo eso en un menú de 26 € o has puesto los platos de dos personas?, porque si son 26 e todo eso me parece un chollo.
Ese Pan en un auténtico vicio y el de coco - no estoy seguro- no te digo nada.
Y lo del vino, con esta comida es difícil meter un vino como dices. Quizá cerveza? o ves algún vino claro?, un riesling con estructura y no del todo seco, cómo lo ves?.
Por supuesto que no. Lo que pasa es que este además es un poco déspota.
El menú es a mesa completa pero te aseguro que si lo comes todo es una fartura. Lo de la cerveza seguro que no desentona, pero a mi me llena demasiado. Veo lo del riesling y subo a un vino con flor, tipo Jura o, por qué no? Una manzanilla.
Es verdad un vino del marco creo que sería la mejor, si.
Mesa completa quieres decir que es de dos comensales lo que sale y por lo tanto 52 €?
Si si claro. 26 x barba
se ve deliciosa .Gracias por esta receta
Me gustaría una dirección para restaurantes chinos
Yo estuve el 30 de Julio, cenando, con mi marido y mi hijo, después de haber reservado unas tres semanas antes. Ya habia oido y leido algunos comentarios sobre él. También tomamos el menú pero con cerveza. La comida exquisita, la coordinación para servirla, pésima. No me gustó el servicio, ni el comentario de la maitre. Tardaron mucho en traernos los últimos platos y entre los tres nos lo comimos todo, por tus fotos diria que la misma cantidad para dos que para tres, pués bien, cuando pasó otra vez por la mesa, y siendo consciente de lo que habian tardado, solo se le ocurrio decir: "Hemos tardado un poquito y habia hambre, eh". Casi la traspaso con la mirada, la verdad. Igual es que soy un poco tiquismiquis, será la edad. Un saludo. Esperanza.
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