Nunca he sido de sueño fácil, ni siquiera cuando era pequeño. Han de reunirse muchas condiciones para que yo duerma más de seis horas.
Quizás por esa razón valoro sobremanera la calidad de un recogimiento nocturno y tiendo a pensar que, para bien o para mal, algo queda en nosotros del lugar donde hemos pernoctado.
La invitación de una buena amiga nos llevó, en el ecuador de estas vacaciones estivales, a un rincón secreto, situado a unos 15 minutos en coche desde el obligado abrazo al Apóstol. Se llama Quinta da Auga y aunque lleve el apellido grandioso y exclusivo del grupo Relais & Chateaux, se trata de un proyecto familiar, íntimo y, en cierta medida, secreto.
María Luisa García, al frente del Hotel, es una arquitecta de prestigio, reconocida a todos los niveles por sus impecables y respetuosos trabajos de restauración y, por consiguiente, con una particular devoción por la historia y su testimonio. Un buen día decidió dejar de reconstruir para otros y recuperar una antigua fábrica de papel del siglo XVIII con el fin convertirla en un hotel de lujo, a la vieja usanza.
Así, tras la estructura tradicional de piedra se encuentra una casa abarrotada de deliciosos rincones, desde su interior, repleto de antigüedades, obras de arte y cierto gusto francés de los años 50; hasta su exterior, un bucólico jardín en el que lo único que perturba el silencio es el murmullo del río, y de las fuentes que adornan algunos de los viejos muros.
Las habitaciones revelan mimo, buen gusto, equilibrio y sobre todo, ofrecen descanso, ese reposo integral -no definitivo- que tanto nos cuesta alcanzar a algunos y del que les hablaba al principio.
Los pequeños detalles, muchos imperceptibles, son la esencia. Una temperatura perfecta y silenciosa, pacífica, difícil de encontrar, incluso en los más prestigiosos hoteles. Nórdicos de pluma, fundas de algodón egipcio y, de nuevo, el murmullo del agua. Difícil no dejarse llevar.
Se preguntarán a estas alturas, qué hace este gastropelanas hablando de estructuras de hoteles, pues bien, al margen del SPA, que prometía, pero no lo probamos, el hotel esconde un restaurante de excepción llamado Filigrana.
Su propuesta es esencialmente tradicional, vinculada al producto autóctono de calidad, pero con identidad traducida en ciertos guiños a la cocina francesa y sin ocultar, especialmente por las técnicas y la precisión en los puntos de cocción, que su autor pasó por los fogones de Casa Marcelo.
Una noche apacible nos permitió cenar en la terraza, a la luz de las velas, y en buena compañía.
Zamburiñas sabrosas, de buen tamaño, y en su punto, finas croquetas de choco, y una delicadísima merluza a la sidra en papillote, fueron la antesala del que por el momento es mi plato del verano, un Bacalao en Costra de Borona sencillamente inmejorable.
Bacalao de primera, tierno y en su punto de sal y cocción, sumergido en una farsa de cebolleta, pasas, crema de patata, y una crujiente costra exterior de pan de maíz. Todo lo que en textura, sabor y profundidad, se le puede exigir a un plato.
No bajó el listón un jarrete guisado que prácticamente se deshacía en la boca. Tanto en su melosidad como en su glaseado se hacía evidente cada una de sus seis horas de cocción. Cocina de fondos.
También triunfaron los postres y prepostres, donde se hacía evidente la finura y cierto afrancesamiento que adelantábamos, especialmente en la crema pastelera.
En el capítulo de vinos, disfrutamos de un Lagar do Merens 2011 interesante, aunque quizás algo corto en boca, y un Algueira Carravel 2009 crudo pero a la altura. Por poner alguna pega en una estancia impecable, la carta de vinos merece una actualización a referencias gallegas más punteras, acorde con el nivel de la cocina, a la altura de los mejores de Santiago, e incorporar las añadas.
También valdría la pena, en mi humilde opinión, incorporar algunas referencias internacionales, en la línea de lo que se espera de unas instalaciones de estas características, que, con el soporte de Relais & Chateaux atraerá un público muy exigente desde cualquier rincón del planeta.
Líneas de mejora, en definitiva, que en absoluto difuminan lo placentero del lugar.
Tras el remanso de paz que es pasar una noche entre tan acogedores muros de piedra, llega un desayuno a la luz del sol, entre lo atlántico y lo afrancesado. Queso de tetilla con un fino salmón ahumado, pan del país y croissant de mantequilla, zumo natural y buen café, tan raro en la mayoría de los hoteles.
También valdría la pena, en mi humilde opinión, incorporar algunas referencias internacionales, en la línea de lo que se espera de unas instalaciones de estas características, que, con el soporte de Relais & Chateaux atraerá un público muy exigente desde cualquier rincón del planeta.
Líneas de mejora, en definitiva, que en absoluto difuminan lo placentero del lugar.
Tras el remanso de paz que es pasar una noche entre tan acogedores muros de piedra, llega un desayuno a la luz del sol, entre lo atlántico y lo afrancesado. Queso de tetilla con un fino salmón ahumado, pan del país y croissant de mantequilla, zumo natural y buen café, tan raro en la mayoría de los hoteles.
Todos los ingredientes para un descanso reparador, que nos estamos tomando al pie de la letra en estas vacaciones, con una ausencia prolongada por estos lares que no ocultaré ni justificaré. No me gusta escribir por obligación, o por agenda y he decidido no hacerlo en estos días, aunque, ciertamente, desconocía antes de verano que necesitáramos tantas horas de arena en los pies, de lectura, de noches en pantalón corto y, por supuesto, de buenos vinos y viandas de los que hablaremos en una semana.
Mañana ponemos rumbo a Portugal. Nos vemos en septiembre.
Mañana ponemos rumbo a Portugal. Nos vemos en septiembre.
7 comentarios:
Paselo usted bien.
Lo anoto para próximas visitas a Santiago, todo aparenta buena hechura.
Que tengáis buen viaje por Portugal. Nos leemos cuando las ganas lo pidan.
¡Hola
Me gusta este plato. Muchas gracias por la receta!
Hola.
15 minutos en coche?. Desde el CENTRO de Santiago hay apenas 6-7 kms. Se encuentra prácticamente al lado de la ciudad, ya que las distancias en Santiago son "anecdóticas". cené allí hace 2 días.
Un sitio ideal, con trato cercano y agradable.
El precio medio por persona puede ser con entrante medio 18€ ) (plato principal 19-33 € -en algunas carnes-), vino "medio" (16-25 €) y postre (6€) y café (1,5 €).
Abraham Busso
Perdón.. hay menos. Unos 4,5 kms.
Hola Abraham,
Bienvenido. Soy un tipo bastante torpe con la orientación y ademas no me manejo bien por santiago. Con Gps y a velocidad normal yo tardé 15 minutos desde el parking de galeras y es la referencia que tengo.
No me cabe duda de que alguien más hábil pueda tardar menos.
Saludos
Abraham! Como me puedo poner en contacto contigo?
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