Llevo algún retraso en el
blog, fruto de externalidades de me atenazan, y aunque eso no tiene incidencia
generalmente en las temáticas, hay algún que otro post, como el que ahora nos
ocupa, que se me ha pasado de fecha.
Sin embargo, no quisiera
dejar de hacer mención a uno de los días más complicados que un ser humano
afronta a lo largo de la temporada, y no me refiero al de la revisión en el
dentista, ni de la hipoteca, ni siquiera al de la declaración de la Renta. No
amigos. Me refiero al día de la Madre.
Quedaron atrás aquellos maravillosos
años en los que el colegio nos solucionaba la papeleta a base de pintura,
celofán y mucha intención. Tampoco sirven los protocolos del día del padre,
donde un acuerdo tácito y mutuo de no agresión hace válido cualquier presente,
aunque sea el mismo año tras año.
No amigos. Aquí hay que
echar el resto, y desconfiar de los manidos “no te gastes el dinero en
regalarme nada”, “la intención es lo que cuenta” o “cualquier cosita me vale”.
Mentiras y embustes, como dice mi abuela, que también es madre. Y si no,
aténganse a las consecuencias.
Esto nos lleva al segundo
punto, y es que si regalar algo a una mujer ya es difícil de por sí, las madres
entrañan tres escalones más de dificultad. En mi caso, tengo asumido que sólo
acertaré muy de vez en cuando, y el cartucho del vino lo agoté hace tiempo con
más pena que gloria, pero si ese no es su caso, les animo a regalar a sus
madres una botella especial, y por supuesto, cruzar los dedos.
Claro, que si no va bien,
yo no quiero saber nada.
Dicho esto, me he
permitido seleccionar algunas opciones, partiendo de la idea de que las madres,
que generalmente ya han probado muchas cosas, no suelen ser aficionadas a vinos
duros, concentrados y/o maderizados en exceso, sino más bien a la facilidad de
beber, los alcoholes no muy presentes y a la sencillez que evite eclipsar sus
generalmente deliciosos platos.
Así empezamos por un
rosado francamente agradable, en la que sin duda es la mejor añada de este vino
que hemos probado. Caminito 2012 se
elaboró con garnacha, algo de syrah y la tramuntana del Ampurdán, en
viticultura ecológica. El 20% del mosto fermenta y se cría seis meses en roble
francés. La otra parte sobre lías con battonages.
Su palo y piel de cebolla
no ceden a convencionalismos más estéticos, y en nariz muestra cierta tensión
sobria, con aromas de granada, alguna concesión a la frambuesa, hinojo, notas
lácteas y un ligero fondo balsámico que aporta cierta complejidad.
En boca mantiene la
seriedad sin aristas de un vino muy equilibrado, redondo. Con buena acidez y un
alcohol bien integrado. Su paso es especiado, sabroso, con finos pero
crecientes amargos que aportan fuste y elegancia, y lo que no tiene de largo,
sí lo tiene de bebible y por contra nada empalagoso.
La madera y algún que otro
exceso de añadas anteriores, han desaparecido dejando paso al vino. Perfecto
para no llevarse mal con casi ningún plato, e ideal para esa tortilla de
patata, amarilla y reposada de nuestra madre, que todos sabemos que es la
mejor.
Seguimos con una joyita
portuguesa en forma de burbujas que elabora Aphros Wine en la zona de Vinho
Verde, sub region Ponte da Lima, Espumante
de Vinho Verde Bruto Reserva 2008, es un monovarietal de Loureiro blanco
elaborado según el método tradicional y que pese a su escasa producción (unas
1.600 botellas), tiene un precio francamente competitivo. Muestra un amarillo
dorado atractivo a primera vista, con una burbuja fina y veloz. En nariz es
intenso, hojaldre, lila y nueces. Con el tiempo flores marchitas y anís
estrellado.
En boca entra primero el
vino, afilado y con volumen, y después la burbuja, delicada y cremosa.
Frescura, mucho nervio, músculo. Exuberante y finamente amargo en su paso.
Amplio y aunque algo más panadero en boca, deja un recuerdo mineral al final.
En todo caso un espumoso sabroso y muy divertido, que irá de perlas con ese
picoteo que hacemos en la cocina, donde y mientras todo se cuece.
Y para terminar nos vamos
a un tinto de zona ribereña, con la particularidad de no estar elaborado con
tempranillo, sino con Pinot Noir. El caso es que inicialmente pensé en
acercarme a Borgoña para terminar este post, pero se trata de vinos que suponen
una ruptura importante con todo aquello a lo que estamos acostumbrados, y en
ocasiones chocan. Entonces topé con Alta Pavina, un proyecto de finca situado
en La Parrilla (Valladolid) a unos 900 metros del altitud, aptos para variedades
de perfil atlántico tan lejanas.
Su Citius 2009, se elabora
con un 100% de pinot noir de su finca, y se vinifica a la ribereña, con crianza
de entre 18 y 24 meses de roble francés, y descansa en botella otros 18.
Su ligera tonalidad roja
granatosa delata la variedad. Muestra en nariz notas de tabaco y hierbas de
monte (romero), cacao, cereza seca, pimienta negra y mentolados al fondo.
En boca resulta fácil.
Sedoso, pulido y directo. Taninos de papel y una buena acidez que hace pasar
casi desapercibidos a los 14,5% que lleva encima. En conjunto resulta seco,
sabroso y muy bebible, y aunque quizás penalice por algunos cacaos y vainillas
de la madera, el tiempo en copa va permitiendo salir a la fruta y la tipicidad pinotera.
Se trata de un vino que tiende
a gustar en una mesa, y que por su textura engañosamente ligera, puede ser una
vía de entrada a los vinos de borgoña a aquellos que vengan directos de la
Ribera del Duero, pues su carácter mediterráneo y la presencia de la barrica lo
acercan más a nuestros clásicos.
Aunque estas sugerencias
llegan algo tarde para el evento en cuestión, confío en que puedan servirles de
algo.
10 comentarios:
Una madre es una madre (y 6 media docena) y mal que bien no hará sangre cualquiera que sea el regalo, pero ¿y una madre política? ¡Ahí sí que te juegas el bigote! }:-)
Saludos,
Jose
Qué descubrimiento esos Aphros. Y sorprendente su espumoso tinto. De lo más llamativo de mis últimas visitas a Galicia, hallazgos en Descorche y Bagos.
Tomo nota de ese Pinot Noir de Ribera. Resulta curioso, cuando menos.
Las como son. Probé ese PN hace años y me quitó unas cuantas ganas por otros tantos :-/
Saludos,
Jose
Probé ese rosado y ese Pinot pero de añadas anteriores. Me hace falta la actualización pero aquellos no me convencieron.
Fueron 2010 y 2005 respectivamente
No había leído el comentario de Jose pero me pasó algo similar. Por lo que cuenta Mariano, algo han cambiado
...o que diferimos en la opinión acerca del mismo Jorge ;-)
Saludos,
Jose
Vaya. Veo que mis comentarios han desaparecido. Gracias Blogger.
En general. El pinot me pareció un vino correcto. De perfil comercial y que puede ser interesante para gente que quiera salir un poquito de lo de siempre, aprovechando para conocer la variedad que da algunos grandes vinos sin el impacto que supone pasar de repente a Borgoña y que en mi experiencia genera rechazo. En caso de paladares trabajados como los vuestros, Jorges y Jose, el vino, sin tener aristas, no tiene demasiado interés.
Al rosado Jorge, si dale una prueba porque ha mejorado mucho.
El espumoso es un cañon.
Hola, Mariano:
¿Y dónde consigues ese Aphrós? Supongo que no en el Lidl ;-)
Aunque no sé si me cuadra mucho lo de una madre asociada a AFROdita, que es lo que significa el nombre de la diosa: "nacida de la espuma".
En fin, curiosidades etimológicas aparte, ese vino me interesa.
Saludos.
Hola Donatus,
Disculpa la tardanza en contestar.
Mi proveedor habitual de Aphros (tanto de este espumoso, como de sus excepcionales vinos tranquilos de Loureiro y Sousón, que en otra ocasión comentaremos) es Viñoteca Bagos, en Pontevedra.
Pero si estás en Madrid, aunque creo que en Enoteca Barolo no tienen este vino, sí trabajan con el productor, por lo que imagino que podrán conseguirlo, o al menos informarte del distribuidor.
Espero que puedas probarlo y nos cuentes.
Saludos,
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