El otro día tuve una
interesante conversación con mi pescadero. Si, aunque no resulte fácil de
creer, he encontrado un pescadero de nivel en Villalba. Y además habla mi
idioma.
Nos centraba el tema de
los despojos (desde ya, pido perdón por la palabreja), y lo denostados que
están en nuestra sociedad pese al momento que nos ocupa. La cuestión es que la
gente valora un hueso de jamón o de caña, un esqueleto de pollo y hasta unas patas.
Nadie tiene problemas en aprovecharlos e incluso pagar por ellos.
Sin embargo, cuando
llegamos al mar, donde encima solemos hablar de un producto más caro, nadie
tiene problemas en desechar la cabeza y las espinas de la merluza, tras haber
obtenido unos hermosos lomos, pese a que su peso sí se nos ha incluido, como es
lógico, en el importe a facturar. De pescados aun más humildes, tipo caballa o
sardina, ya ni hablo.
Reconozco que emplear
estas viandas puede ser algo más engorroso, pero les aseguro que el resultado
vale la pena, y como tras el diálogo, el pescadero me obsequió con alguna
cabeza más de la que lucía mi merluza, se lo demostraré.
No hablaré por tanto, de
los fantásticos lomos de merluza de Celeiro al vapor que disfrutamos esa noche,
sino de lo que ocurrió al día siguiente.
En una olla grande de
acero tostamos ligeramente cabezas espinas, cola y demás, junto con una cebolla
pochada en un par de cucharadas de AOVE. Ojo, que no buscamos que se queme,
simplemente tostarlo ligeramente y obtener todo su sabor a mar, conscientes de
que no es un gambón, sino una merluza.
A continuación añadimos
agua, una hoja de laurel y dejamos hervir. Nos interesa más exprimir sabor para
el caldo que el punto de cocción del pescado, así que no teman que hierva
vivamente.
Reservaremos el caldo, una
vez colado, y esperaremos a que el pescado se enfríe. Entonces nos enfundaremos
los manguitos y separaremos bien la carne de huesos y espinas. Conviene
revisarlo un par de veces. A mí me salieron unos 350 gramos de pescado
limpio.
Por otro lado batimos
cuatro huevos con un vaso de leche evaporada (nata, si no cuentan ustedes las
calorías), un vaso de salsa de tomate, una pizca de sal y dos vueltas de
pimienta. Ahora pueden añadir los trozos de pescado entero. Yo en esta ocasión
tiré de batidora. La mezcla resultante la pasamos a un molde engrasado y
enharinado que se cocinará en el horno pre calentado a 180 grados, al baño
maría, al menos una hora.
Una vez enfriado, ya
tenemos un delicioso pastel de pescado, que puede redondearse con una mahonesa
ligera salpicada con ralladura de lima.
Pero no hemos terminado.
¿Se acuerdan del caldo?, pues vamos a convertirlo en una deliciosa sopa. Para
eso picaremos finamente un puerro, un apio, un tomate pelado, un par de dientes
de ajo y una zanahoria hermosa. Lo sofreiremos en una olla a fuego medio-alto
con una pizca de sal gorda para que suelten toda el agua. Añadiremos entonces
un par de cucharadas de carne de pimiento choricero hidratado, una rebanada de
pan tostado y, por supuesto, el caldo. Yo incorporé también una punta de pasta
de guindilla, pero esto va solo para devotos del picante.
Cuando vuelva a hervir,
añadimos una cucharada de salsa china de pescado y dos de salsa de soja
(rectificar de sal en defecto de estas últimas). Bajamos el fuego y dejamos
cocinar lentamente diez minutos más.
Aunque ya tenemos un
excelente sabor, si además quieren disfrutar de una deliciosa textura, pasen la
sopa por el pasa purés y nunca por la batidora.
Si estuviéramos hablando
de merluza sin más, recomendaría un blanco fino y muy delicado, posiblemente
una viura sin crianza o un muscadet, ya que los matices de la merluza son muy
sutiles y la exuberancia de un blanco fragante como el albariño, arrasaría con
todo.
Sin embargo, nos encontramos
ante platos con más fuste, especialmente la sopa, que es un torrente de sabor.
Empezaremos por el pastel, para el que yo sí recomiendo el albariño. Anselmo
Mendes hace en Melgaço uno fantástico, se llama Contacto 2011 y se elabora con
sus pieles, como hace cien años, pero con las técnicas de higiene actuales. Una
ganga que encontré en Lisboa por 9 euros. Si lo buscan, puede encontrarse también en España a un precio similar.
Ofrece notas muy refinadas
de hierba recién cortada,flores blancas, limón seco. En boca se muestra rígido
y punzante, con algo de carbónico todavía, y una acidez formidable. Mucho
nervio y cierto agarre tánico. Devuelve sensaciones florales y minerales, así
como un amargor fino pero persistente. Largo, especiado y con cierta
complejidad pese a ser una gama básica de este fantástico productor.
Aunque le falta botella,
su combinación con la cremosidad del pastel es todo un acierto, sobre todo si
le añadimos, como es casi tradición, un poco de mayonesa.
Y si aquí el plato ponía
la sutileza y el vino el músculo, ahora cambiamos las tornas, ya que la sopa es
todo un torrente de perfumes, sensaciones punzantes y también ácidas. Por ello
necesitamos no tanto nervio, pero sí un perfil aromático y algo graso.
Por eso elegimos Clarión
2010, un vino con una trayectoria muy destacable entre los blancos
continentales, elaborado en el Somontano por Viñas del Vero (ahora del grupo
González Byass) y conocido también por no revelarse el coupage que lo compone.
Ofrece aromas intensos de melón, sésamo tostado y papaya, resulta suave y
terso, muy equilibrado, sabroso y con peso frutal. El alcohol está bien
compensado con acidez y estructura. El final de boca resulta amargoso y
elegante.
Puede que se eche de menos
algo de tensión y de terruño, aunque resulta buen acompañante en general, y en
particular con esa sabrosísima sopa, ante la cual no se arruga, e incluso saca
notas florales que antes habían pasado desapercibido.
Sin ánimo de ser pesado,
piensen lo que dejan atrás en sus pescaderías.
20 comentarios:
Ay Mariano, es que en este sinvivir gastronómico y vital en que estamos llevarse las raspas, o utilizar unas que no sean de rape, ¡es de pobres! Y antes morir de hambre, que parecerlo.
De la merluza, todo, menos los ojos. Lo cierto es que puesto a repasar guardo todas las raspas de los peces para hacer caldo, excepto las que son demasiado pequeños, como boquerones, sardinas... y las de la japuta (que me disculpen gobernantes y gobernantas, que no es mi intención que se sientan aludidos), que probé a utilizarlas y me dieron un agüita con sabor a nada.
Saludos,
Jose
Pues no creas Jose, puestos a reciclar yo he visto sacar petróleo de raspas de sardina y boqueron bien frititas en restaurantes de ojo el cubierto.
Y si, aunque la llamemos palometa, la japuta es un pescado algo triste.
Saludos!
¡Epa que de triste nada! sólo lo es su raspa, bueno y su cara, que parece que muere enfadada :-/
Los lomos de la japuta con tomate están muy ricos y aderezados y cocinados como el cazón, esto es, bienmesabe, están requetericos.
Saludos,
Jose
En los laterales de la cabeza del pescado, por delante de las agallas, hay dos trocitos de carne tiernísima y deliciosa. Eso si, muy poquita, sólo para quien la busque :)
Una especie de carrilleras pero de pescado.
Respecto a los pasteles de pescado y/o marisco, yo suelo pochar un poco de puerro y cebolleta tierna y a eso le añado la carne, amén de nata y huevos...uno de los cuales lleva su clara montada a punto de nieve.
Preparo una crema muy ligera de espárragos verdes o incluso de lechuga, según la potencia del pastel, y la uso como salsa de fondo para servirlo.
Ah, y truco de vagancia, en lugar del tradicional baño maría, prueba molde de silicona y microondas a potencia media ;)
Saludos.
Tambien la hice alguna vez con un escabeche ligerito, pero no le termino de ver la gracia. Probare ese bienmesabe.
En efecto Smiorgan. A mi madre le hacían bandejas con esas mejillas que nadie queria. Mmm
Eso me recuerda que en el fogon de Baco hacen unas cocotxas de salmon que están de llorar.
Pero silicona y microondas... por muy seguro que digan que es, no se, me da mal rollo.
Cuanta razón tienes Mariano. Mientras leía me acordaba lo que a menudo veo en los supers, la gente comprando repollo y tirando las hojas más verdes o puerros y quedándose solo con lo blanco, una pena.
Ya me explicarás como se sacan 350 grs de pescado de esas "raspas".
Una de dos, o el pescado era descomunal o la cola que echaste era muy grande. Porque supongo que el pescadero habrá sacado la espina sin nada de carne, no?.
La cabeza de la merluza suelo comerla como cualquier otro trozo.
¿Cómo es eso de que el coupage de clarión es secreto?, alucino cuando leo estas cosas. A ver si se enteran algunas bodegas que tenemos derecho a saber lo que nos bebemos, en fin.
Hola Jorge. Como bien apuntas, y dado que me iba a llevar la espina, me sacó unos lomos impolutos a fuerza de dejar mucha carne en las espinas. La cola y las puntas proximas a la cabeza, que tambien llevan mucha espina, fueron dentro.
Lo de clarion, una curiosidad que se ha convertido en tradicion, pero no estaria de mas tener algo de informacion. Me preocupa mucho mas que no se diga si un vino lleva tartárico u otras porquerias que las varedades.
¡Esto sí es mileurismo! O más bien "cieneurismo"...
¡Olé!
Hola Mariano.
Yo desde que descubrí, primero los moldes de silicona, y segundo, como sustituir el baño maría por el micro...
Cosas de tener un compi de comilonas que es profesor de cocina y se especializa en el uso del microondas :)
Saludos.
Mariano cuando decía "tener derecho a saber lo que nos bebemos" me refería a todo en general. A mi también me preocupa más los "aditivos" que pueda llevar vino que el % del couapge pero pienso que como cosnumidores tenemos derecho a saber.
Creo que el vino debería llevar sus "ingredientes" en la etiqueta pero sospecho que si algunos ponen todo lo que utilizan, aún se bebería menos vino.
Pintoresco ese "juego" de los de Viñas del Vero. También lo hacen con el tinto Gran Vos, ¿no? Quizá los dos de la bodega que tienen un pase, por otra parte.
En cambio, qué grande suele ser Anselmo Mendes, vaya raza de vinos.
Me encanta esa forma de aprovechar el pescado, yo me quedaba en el caldo.
Yo también soy de la zona y ya podías decir quien es el pescadero.
Ya sabes que cuesta un triunfo encontrar buen pescado.
Saludos
Yo el tema merluza, como el resto de pescados, lo llevo bastante mal, pero es cierto que cuando ves a mi padre comerse una cabeza de pescado como quien se pone con la ceremonia del té en japonés resulta como poco curioso. Cuanto desperdicio comestible hacemos algunos...
Ese Viñas del Vero me ha tirado como diez años para atrás, cuando acreditaba (yo) que no se hacían mejores vinos por menos precio en España. Que recuerdos...cuanto timo. En fin.
Del Gran Vos me bebí alguna botella, Jorge, y nunca me disgustó, aunque tampoco logró emocionarme. Como otros muchísimos vinos, ejecutados a la perfección pero con nula personalidad.
Dicho lo cual, corro a hacerme el pastel de pescado ese, que tiene una pinta espléndida :-)
Por favor, por favor,dime dónde está esa pescadería!!??
Cocinar con bajo presupuesto es todavía más dificil. Buena receta, gracias
En efecto Jorges, y disculpas por la tardanza en contestar!
Anónimo/Elena,
No hay inconveniente en decir la pescadería. Dentro del P29, en la pasarela comercial tras la calle azuela, dentro del "Gourmet Store" llamado Cárnicas Marbris.
Espero que os sea de utilidad.
Saludos!!
Razón tienes Jose. Y más tu padre... Recuerdo un viaje de trabajo a Lisboa. Nuestros compañeros de la oficina portuguesa tenían un ritual gourmet los jueves, consistía en ir a comer cabezas de pescado. Cuestiones culturales ;)
Sobre la personalidad en los vinos, en fin. Todos sabemos lo que implica y para que haya un mercado del vino, tampoco podemos pedirles lo mismo a todos. En según qué circunstancias, la cuestión es que haya equilibrio y que, como bien dices, aunque andemos justos de tipicidad, el vino pueda beberse.
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