Miren, cuando uno entra por la puerta de un restaurante, un bar o un burguer, es difícil saber a priori si va a encontrar emoción en lo que allí se hace.
Entiendo la emoción a ese respecto como un sentimiento que la persona que elabora, vuelca en lo que hace y además es capaz de transmitirlo a los comensales.
Mi máxima siempre ha sido, “por sus platos les conocerás”, pero esto no tiene necesaria relación con la novedad de los sabores o su ejecución, y ni siquiera complejidad. De hecho, con un pequeño margen de error, me permito anticipar en ese sentido cuando NO voy a encontrar emoción, sino imitación, hastío y única voluntad de salir al paso. A ver si les suena, es algo sencillo cuando uno lee en una carta propuestas como la ensalada de queso de cabra con vinagreta de frambuesa, huevos rotos con gulas, solomillo con virutas de foie o el tan manido coulant de chocolate que, aunque vista distintos nombres (cremoso de chocholate, bomba de chocolate, bizcocho cremoso, pasión y hasta muerte por chocolate), que funciona y además queda muy bien aunque se cocine directamente congelado, que es lo más habitual.
A lo que quiero llegar es a que muchas veces la citada emoción puede encontrarse en los lugares más insospechados y en bocados absolutamente sencillos y, a priori, sin importancia. Algo así me ocurrió el otro día cuando entré en It Dogs y conocí los perritos calientes de Lupe.
La diferencia se capta ya antes de entrar al diminuto local. Su mesita vintage, adornada con dos sillas y una flor a modo de terraza nos anticipa gusto y personalidad. Una vez dentro nos sorprenden las cartas, todas distintas, en las que los protagonistas son personas, visitantes, clientes, amigos, que han prestado su imagen, a modo de portada en la que los distintos perritos (cuatro o cinco, no más) son los titulares.
Y lo que nos podía predisponer a un estilo fashion pero tal vez vacío y distante distante, se transforma en cercanía casi familiar cuando topa con Lupe, a quien se tiene la repentina sensación de conocer de toda la vida y que con entusiasmo y mucha humildad explica las diferencias entre unos y otros perritos.
Aunque creo que hasta este encuentro, habían pasado muchos años desde la última vez que los probé, no ocultaré siento una especial debilidad por este bocadillo, tal vez por “efecto ratatouille” que me coloca en las ferias de mi infancia.
En It Dogs la propuesta escapa de barroquismos innecesarios y apela en su mayor parte al sentido común y el disfrute directo. Partiendo de la base de una salchicha frankfurt de buena calidad, el resto de ingredientes varía, incluido el pan, desde la sencillez del clásico, con ketchup y mostaza, pasando por un divertido “chihuahua” con queso, guacamole y jalapeños hasta un mediterráneo “dálmata” con queso feta y aceitunas negras para terminar en un “caniche” con queso brie, cebolla y mostaza de Dijón.
Los bocados oscilan entre los 2,50 y los 4,50 euros y aunque yo le puse una cerveza por cuestiones coyunturales, existe la posibilidad de tomarlos con vino o con cava, así que cuando vuelva, profundizaré en ello, pues se me ocurren múltiples y divertidas posibilidades de maridaje, por snob que ello pueda parecer.
Una opción francamente interesante para tomar algo y sorprender con un toque trendy francamente económico, mientras se curiosean las peculiares tiendas que colorean los barrios de Tribunal y Chueca.
Les animo a probarlo y, por supuesto, hacerse la foto.
It Dogs
c/ Pérez Galdós 2
(Tribunal)
Madrid
4 comentarios:
¡Madre mía!. Ya estoy salivando.
Muy curioso, si, y suena bien. Aunque yo toda la vida he sido de que los perritos se comen en un carrito en la calle.
Recuerdo en Caracas un carrito en el que había que hacer cola. De hecho, he estado allí comiendo perritos y he visto a gente salir de una boda cercana a comerse un perrito allí!
Aparte del repollo y cebolla ralladas, las patatitas fritas ralladas, y las tres salsas normales (ketchup, mayonesa y mostaza) le ponía una crema de cebolla alucinante.
Había otro sitio donde la crema era de ajo y estaba también de escándalo.
Eso si, siempre en carritos en la calle.
Saludos.
En efecto Toni, muy salibables.
Hola S.
A ver si lo del carrito se le ocurre a alguien por estas latitudes.
Saludos,
Publicar un comentario