martes, 27 de noviembre de 2012

En la recta final

Se acerca el día del juicio, y no me refiero a sandeces apocalípticas sobre el Calendario Maya, sino a la deliberación de la III Edición del Ranking, que se presenta con algunas novedades y con un panel de cata cuyo nivel no es fácil de superar.

Es un orgullo poder decir que este año el interés de grandes profesionales del mundo del vino por formar parte del jurado ha sido realmente sensacional y, desde luego, sin precedentes, la contrapartida es que tampoco ha sido sencillo ni en absoluto agradable tener que decir que no a muchas de estas personas, dado que tanto el espacio como la logística son limitados y no podemos permitirnos errores que puedan perjudicar al resultado final.

Así las cosas, y a pocos días vista podemos confirmar el panel de cata, entre otros, a:

Fernando Filgueira (Mejor Sumiller de Galicia 2003) y Adrian Guerra (Los Anfitriones)

Joan Gómez Pallarés (Blog De Vinis)

Dominique Rojou de Boubee (Enólogo, colabora con diversos Productores, entre ellos Ponte da Boga)

Jorge Díez (Blog Gastroerrante y Ex Diletante)

Nacho Jiménez (Alma Vinos Únicos y La Tintorería)

Xoan Cannas (Nariz de Oro 2004)

Jaime I. Jimenez (Con Mucha Gula, miembro de la UEC y de la Academia Gastronómica de Zamora)


David Barco (Sumiller, Presidente de la Asociación Galega deSumilleres)

Antonio López (Blog O Viticólogo dos Bagos)

David Barro (Coalla Gourmet - Asturias)

Rodrigo Méndez (Viticultor Forjas del Salnés)

Xosé Lois Sebio (Enólogo, Viñerón, Director Técnico Coto de Gomariz)

Manuel Gago (Blog Capítulo 0)

José Luis Louzán (Blog La trastienda de J.L. Louzán y nuestro “Jefe de Prensa”)

Miguel Anxo Besada (Distribuidor María Fechoría y Gerente Vinoteca A Curva)

Eduardo Camiña (Sumiller Restaurante Casa Solla)

Inma Pazos (Enóloga – Responsable Comercial Ribeiros doAvia)

A este panel , del que sobran las palabras, hemos de sumar a los ganadores de nuestros sorteos de las Redes Sociales, a las que tanta difusión debemos agradecer y que, tras agitar la botella con sus nombres, son en primicia...

Belén Carús

Alberto Freire

¡Enhorabuena!

Aunque este sorteo, aparte de estimular la viralidad de la redes sociales, busca abrir el ranking al público en general, el comité organizador buscaba aun más apertura al consumidor final, sin adulterar la idea del concurso, y gracias a nuestro flamante y más reciente colaborador, la idea cobra vida.

Antes de nada destacar la incorporación al proyecto del Hotel y Restaurante Room, un espacio moderno y vanguardista con un proyecto sólido y renovador con el que el panorama Hostelero y puramente Restaurador de la villa de Pontevedra gana muchos enteros. Y si ya el local nos sorprende por su diseño rompedor, su cabeza visible, Victor Pampín nos hace pensar en un futuro prometedor vinculado también con el vino y en el que, seguro, volveremos a encontrarnos.


Por ello cuando surgió la posibilidad de colaborar no lo dudamos, y fruto de ello nace el evento en el que el Ranking se abrirá al público.

El día, sábado 15 de diciembre, conocidos ya por el gran público los que según nuestro jurado son los 10 mejores vinos por menos de 10 euros, y con ocasión de la Entrega de Galardones, tendrá lugar en las instalaciones del Room un acto de presentación de los vinos ganadores, donde esperamos contar con los bodegueros responsables, que estarán allí para dar a conocer sus vinos a todos los consumidores que decidan acudir, y tendrán la oportunidad maridar con ellos la cena que se servirá posteriormente en el vistoso restaurante. 


Organizadores, jurado, vencedores y quienes deseen asistir estaremos allí para intercambiar impresiones y disfrutar de una tarde seguramente memorable.

Por el momento, la suerte está echada y la herramienta será la ficha de cata que aquí les dejo para mayor transparencia.

Nos vemos el sábado ;)






miércoles, 21 de noviembre de 2012

Otoño en La Emperatriz

Esta entrada tiene un gran valor. No técnica o literariamente, porque uno llega hasta donde llega, pero sí por otras razones.

En primer lugar por las dificultades con las que me estoy encontrando para acometerla desde Lisboa, donde el trabajo me ha exiliado durante una semana y ni la conexión a internet, la aplicación de Blogger y mi mini-portátil están ayudando demasiado.

Y en segundo lugar porque lo que intento compartir atañe más a lo subjetivo que a lo objetivamente descriptible. Aunque se trate a simple vista de una visita más a una bodega.

Dicho esto, cada vez me gusta más el otoño. No sé si serán las hojas secas, el arco iris sepia en el que se convierte el monte, o ese aire melancólico y algo bobalicón que me van poniendo los años encima.
A pesar de todo esto nunca pensé que visitar un viñedo en esta época en la que la vid se va quedando desnuda y sin razón de ser- al menos temporalmente- pudiera tener tanta magia.



Nos ubicamos. Rioja Alta. Una finca histórica que perteneció a Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, emperatriz de Francia en 1878 y portadora de cómo allí se sembraba y se cultivaba.
El testimonio de antiguas crecidas, en forma de grandes cantos rodados que hacen de alfombra de la finca entre hierba y viña, nos hablan de la dureza del terreno, a casi seiscientos metros de altitud y, en un día negro y lluvioso, el horizonte de la Sierra de Cantabria nos encoge el corazón, al más puro estilo Mordor.


Como en la obra de Tolkien, el Pelennor es largo e inquietante. Aquí la viña alcanza las ciento una hectáreas. Pasó la filoxera, la Emperatriz, y después de la Casa de Alba y las viñas que jamás debieron ser olvidadas, se perdieron en el tiempo, hasta que hace pocos años los Hernáiz dieron con ellas e iniciaron un proyecto emocionante basado en el terruño y la expresión de lo que cada parcela es capaz de transmitir.

Sigan con Minas Tirith en la mente, e imaginen un auténtico Chateaux, de los de verdad, no de esos para exponer a los turistas. Afirma Eduardo, desde la humildad que caracteriza al proyecto, que no hacen visitas, que se lo plantearán cuando sus vinos sean grandes y tengan un sitio en lo que Rioja representa.


Por ahora, la edad de las cepas, la orientación, la conducción, las variedades o el cariño de sus propietarios, han ido definiendo cada una de las parcelas, si bien algunas de ellas darán su botella, y otras entrarán a conformar alguno de los “villages” que encontramos entre sus vinos.

Dicen algunos en Borgoña que a los buenos se les conoce por sus básicos, y la viura joven (2011) viene a confirmarlo. Un blanco alejado de la complejidad años vista de los típicos en la zona, y que nos ofrece, limpieza, floralidad alegre, untuosidad y ganas de seguir bebiendo.

Al blanco con barrica quizás le falten algunos años para dar lo mejor de sí, aunque sin duda le vendrá bien que añadas posteriores se quiten algo de madera de encima. Hay fuste y chicha para que sus blancos de guarda puedan dar que hablar en unos años.

Si nos vamos al otro extremo, la Parcela Número Uno 2009 nos ofrece una de las máximas expresiones (y no se me entienda alta expresión) de la tempranillo elegante y sinuosa, de medio cuerpo, seca y con taninos sabrosos, cuadrados. Nervio, intensidad, persistencia y mineralidad creciente. Para olvidarse de ella unos años...

Menos complejidad quizás, pero más precisión de fruta fresca , mineral y vibrante encontramos en su Terruño 2008, aunque si en alguna parte se refleja con más claridad el carácter de cada añada es, sin lugar a dudas, en sus garnachas. Garnachas riojanas, finas, frescas y delicadas, con maduraciones “al dente”, sin la bravura y la opulencia de otras zonas, pero también sin sus lastres. Garnachas de sed, y especialmente finas y deliciosas las de la añada 2007.



Y pasando de largo por la emocionante maturana tinta en la que el secreto profesional no me permite abundar, y uno de los crianzas más serios y honestos con los que  he topado ultimamente (con permiso de Muga, claro), me voy a la sensación de la jornada, los Reservas.

Una categoría ésta que a priori no me interesa, pero que esta ocasión me sedujo sobremanera, dejándome descolocado. Vinos que intentan y consiguen ofrecer una síntesis de lo que esta finca puede dar de sí, en la línea de los clásicos vinos finos de Rioja. Tempranillo, Graciano, Garnacha y Viura. En este orden.

Probamos las añadas 2001, 2004 y 2007. Bien diferenciadas entre sí, pero con el elemento común del clasicismo, la elegancia y la finura. Hay madera, de acuerdo, pero no es la protagonista porque aquí el todo es el conjunto y todos aportan. 2007 está algo salvaje todavía, tarda en abrirse, pero la fruta se impone y la frescura se hace notar. A 2004 le cuesta aun más expresarse en nariz, pero su boca resulta suntuosa, delicada y elegante, con cierto nervio y persistencia pinotera.

Finalmente 2001 gana la carrera de fondo. Su apertura resulta tan pausada como las sensaciones que evoca, y alguna corteza al inicio va dejando paso a las hojas secas, el trigo, el té negro y el popurri de frutas secas. Sobre ambos el tiempo se ha detenido inmortalizándolos y dejando un testimonio de lo que antes fueron plantas y ahora son otra cosa.


Redondo y pulido, pero pleno de leves matices que solo el sorbo amable y pausado, algo melancólico quizás, permite percibir, sin otra vianda que la buena compañía y, si hay suerte como yo la tuve, una chimenea chispeante en una tarde lluviosa.

Esas que el otoño nos brinda mejor que nadie. Pero se acerca el invierno y harán falta botellas...

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Regreso a La Sopa Boba

Creo que tal y como está el patio, aquellos que deciden crear nuevos negocios de hostelería, o refundar los antiguos con ilusión merecen sin duda todo nuestro apoyo. Al menos el mío.

Tal es el caso de La Sopa Boba un curiosísimo restaurante de la Sierra que, con buen criterio, ha decidido trasladar su negocio, de la rotonda algo absurda de Collado Villalba  en la que se encontraba a un local, bastante resultón por cierto, en Alpedrete. Basado en limpios tonos blancos, de aspecto informal pero elegante y con un ambiente ciertamente surrealista. Por momentos se siente uno como si entrara en un cuadro de Dalí.

El cambio de emplazamiento le ha servido además para introducir una vuelta de tuerca divertida y vistosa a su oferta gastronómica, lo cual se empieza a vislumbrar desde la entrada, al ver los extraños platos que circulan entre las mesas, y se hace patente cuando se prueba.

El buen rato está garantizado ya que nada más llegar y mientras nos sumergimos en su carta variopinta, Fernando Limón nos entretiene con un aperitivo de Edamame (como si de un japonés se tratase) y un delicioso aceite portugués Principal Vintage, procedente de la misma bodega elaboradora del vino que luego comentaré, y que merece capítulo aparte. Además lo disfrutamos con los panes de Madre Hizo Pan, otro negocio al que merece seguirle la pista.


Todo esto sin poder evitar los constantes e inevitables giros de cuello al ver salir de cocina campanas humeantes, hogueras sobre pizarras y trampantojos varios.

Merced a la temporada nos decantamos en primer lugar por las sardinas con guacamole. Venían servidas sobre una rejilla sostenida con cantos bajo la que humeaban aromáticas ramas de tomillo y romero. Con ello un guacamole cremoso y técnicamente perfecto. Excelente comienzo.


Seguimos con unas zamburiñas, venían salteadas y envueltas en una lámina de panceta ibérica que se deshacía en la boca. El aderezo, una brunoise de verduras con aceite de oliva remataba francamente bien.


No pudimos evitar caer en las croquetas que con anterioridad nos encandilaron. En esta ocasión el relleno era un guiso de calamar sabroso y muy cremoso. Queda claro que la guardia sigue en alto.


El remate salado vino a saciar nuestra curiosidad con el lomo de una criatura llamada Pez Mantequilla. La mayoría lo conocemos en su versión niguiri, pero nunca se nos había presentado la posibilidad de probarlo a la plancha. Aunque su divertido y variopinto aderezo (cherry, ajo y calabacín asado, ensalada wakame, cebolleta y crema de salsa de soja) estuvo más que a la altura, el pez, en esta preparación, se hacía graso, duro y correoso, perdiendo toda la gracia sutil y untuosa que tiene habitualmente en crudo.


Nos acompañó de manera magistral durante todo el menú el Royal Loureiro 2010 de Paço das Palmeiras. Un vinho verde cuya botella, algo hortera, encierra una Loureiro franca, sabrosa y precisa, fresca y untuosa pero sin atisbo de la madera (creo que usada) por la que pasó nueve meses. 


Y es que capítulo aparte merecen los buenos precios y, sobre todo, la originalidad de la carta de vinos de Fernando, especialmente en lo arriesgado de sus referencias internacionales, pero también las nacionales. Pude ver varias mesas con botellas de La Zorra, un vino de Salamanca que aun no he probado, pero al que tengo muchas ganas. Ha sido propuesto, y por tanto invitado, a participar en el RANKING, así que ya veremos…

Pero si originales son los entrantes, los postres no se quedan atrás. Entre la curiosísima y abundante oferta nos decantamos por un perrito de frambuesa, un fartón relleno de una fresquísima y etérea crema helada de frambuesa que nos divirtió de lo lindo.


Tampoco pudimos resistirnos al gin tonic, a base de ginebra de elaboración propia y una infusión de frutos rojos helada, también casera, como si de un sobre de Hornimans se tratase. Ligero, refrescante y muy rico.


Si además les digo que la cuenta no pasó de treinta y tantos por persona, creo que poco más puedo añadir.

Esto sí es saber reinventarse. Chapeau!.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Setas y maridajes

Se acaba la temporada de setas y por segundo año consecutivo, para mí es más un alivio que una tristeza.

Miren, adoro las setas pero no tengo tiempo, conocimiento, temeridad ni desprecio suficiente por mi vida como para cogerlas yo mismo, razón por la cual no me queda más remedio que gastarme un buen dinero en ellas. 

Son caras, pero en principio lo valen.

Digo en principio, porque una vez más, tras llegar a casa con ellas y una sonrisa de oreja a oreja pese al dineral invertido, al desempacarlas tengo que contemplar impávido el espectáculo de una multitud de gusanos campando a placer por mis hongos. Creo que alguno llegó a gritarme "¡yé esa puerta, que hay corriente! 

Entre amanitas cesáreas, chantarelas, boletus pinícolas y edulis, menos de la mitad se salvaron. El resto a la basura, y lo único que obtuve tras revisitar el puesto del mercado cuyo nombre no diré aquí por no perjudicar a otros puestos colindantes, fue un gesto ingrávido del sujeto que regentaba el puesto, acompañado de algo así como "unas veces se gana y otras veces se pierde". Evidentemente no volveré, y a quien le interese se lo digo en privado para que tampoco lo haga.

Centrándonos en lo positivo (aquellas que sí se salvaron), unas fueron para el clásico salteado al ajillo que a mí me gusta redondear con huevos y patatas. Toque de guindilla y el huevo previamente escalfado es mi aportación al meollo.


Cuando hay huevos implicados, capaces de cepillarse la mayoría de las crianzas, suelo buscar tintos jóvenes que respeten la profundidad terrosa y aromática de las setas, y este Finca la Emperatriz Joven 2011, cumplió la papeleta con nota.

Una tempranillo de Rioja honesta, precisa y directa, con mucha fruta roja y algún deje de tinta china. Quizás fruto de la fusión con el platillo, también me salieron notas de bosque húmedo, aunque no es ni pretende ser la complejidad la mayor virtud de este vino, sino la jovialidad y el trago largo claramente definidos y placenteros, por cierto. Buena acidez, nervio, ojo a su tanicidad y, como adelantaba, sabroso y muy respetuoso con el plato.

Por su excelente precio (inferior a seis euros) un candidato ideal, por cierto, a participar en nuestro Ranking.


Pero cada año intento desarrollar un pelín más el fogón setero, y en esta ocasión el catalizador fueron unas pequeñas fabinas pintas que me traje este verano del mercado de Pravia.


La elaboración es en sus inicios y hasta que la cosa empieza a hervir, muy similar a la de la fabada. En el momento clave, y evitando cualquier añadido choricero que pueda eclipsar con ahumados a las verdaderas protagonistas, añadiremos las setas salteadas con cebolla, ajo y pimentón, y si quieren reduciendo en ellas medio vaso de vino blanco. A mí me gusta hacer esta operación en el wok, que acelera el proceso conservando todos los aromas y el punto crujiente de algunas variedades.


A las legumbres, que habremos hervido y asustado junto con un trozo de panceta y una cebolla entera, añadiremos el salteado, y poco más que esperar hasta que el punto sea el deseado. Se pueden añadir sobre los puntos de hervor unas hebras de azafrán recién tostado. Si las setas tienen el día, el caldillo es como tomarse un encinar a cucharadas. 

Y como aquí el guisote nos permite más fuste, le tiramos a la garnacha y la cariñena de las cercanías de Falset, que últimamente me tienen enloquecido. 

Aunque Acústic Celler me ha llamado más la atención en lo poco de su Montsant que he tenido la oportunidad de probar, la relación calidad precio del Priorat Ritme 2010 (unos 12 euros) me parece imbatible. Más si cabe en esta zona de vinos tan cara.


Empieza un poco feo, con mucho cuero y animales, pero poco a poco se va limpiando y aparece monte bajo, lavanda y cigarros puros. Hay un fondo de caldo de carne que no termina de irse, y evoluciona a mina de lápiz y alguna nota de barniz. Es complejo, en conjunto agradable y no cabernetea (algo que agradezco mucho a los prioratos).

En boca se muestra corpulento, quizás algo goloso al inicio. Sin duda con mucha más fruta que en nariz y sus taninos son secos y rugosos, formando un vino carnoso, astringente, térreo y ligeramente golosillo. Tiene buena acidez, peso y volumen. En su considerable longitud muestra un marcado carácter mediterráneo sin abusar de calidez, y aunque no sea de trago largo, resulta agradable, bien definido y nada difícil de beber.

Con nuestro guiso de setas y legumbres demostró ser todo un acierto, ya que sin apagarse (como le ocurre a la mayoría de los tintos con las legumbres), ni imponerse redondeaba cada cucharada, dando un plus de sabor y profundidad, continuando con la delicadeza de las setas. Eso sí, si sube de los 17 grados de temperatura, no teman echarlo al hielo.


Vinos y lugares para momentos inolvidables

Galicia entre copas, SEGUNDA EDICIÓN

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