martes, 18 de septiembre de 2012

Todo puede cambiar, en un momento


Algunos días atrás publicaba en Culturamas Ocio un artículo con este título, y aunque no suelo reproducir aquí lo que escribo en dicha Revista, ni viceversa, algún correo amigo me recomendó, tras leer la última, que sí lo hiciera. Al menos en este caso.

Como yo soy muy de seguir consejos, y además entre la preparación de los cimientos del la Tercera Edición del Ranking y la sección "Wines from Spain" voy justo de tiempo, les dejo con el citado artículo, que lo disfruten:

Una de las consecuencias de juntar letras públicamente de manera habitual, es que se reciben multitud de convocatorias y notas de prensa. Aparte de eventos gastronómicos y presentación de productos de toda índole, gran parte de ellas vienen referidas a nuevos vinos o últimas añadas de otros ya conocidos.

No tengo por costumbre publicarlas, entre otras cosas porque no soy prensa, aunque procuro leerlas con detenimiento cuando el tiempo acompaña, y es curioso ver como junto con los gustos y las tendencias del público, con el tiempo cambia también el lenguaje y la forma de vender las virtudes de un vino. No hace mucho, eran las guías y ciertos gurús los que determinaban la tendencia de esos gustos, pero puede que la cosa esté cambiando.

Una de las notas de prensa que me llegaba hace unos días llamaba la atención por confirmar una trayectoria que vengo observando desde hace tiempo en otras muchas bodegas, presentaba la nueva añada 2010 de un Ribera del Duero destacando su gran frescura.

Hasta hace poco, a nadie se le hubiera ocurrido algo así para vender un Ribera, muy pocos lo demandaban y el resto ya lo dábamos por imposible. Además, hay que trabajar de forma muy diferente a lo que suele hacerse en esta zona para obtener tal resultado, pero al menos hasta que cate el vino, teniendo en cuenta el buen nombre de quienes lo hacen, me lo creeré. No es esta la cuestión.

Poco después recibo una nota similar, esta vez sobre el Crianza de todo un clásico de Rioja del que se predica un profundo carácter atlántico.

Resulta sorprendente ver cómo han cambiado las cosas. Aun recuerdo hace no mucho, cuatro o cinco años atrás, no más, que cuando se presentaban vinos de perfil similar, al menos a priori, prefería hablarse de colores brillantes, concentración, maderas ígneas y, sobre todo, mucho cuerpo. Lo que yo llamo vinos para constructores, a los que deseo la misma suerte.

Es evidente que algo ha cambiado, y no se trata de las guías que todos conocemos, que siguen puntuando y premiando con generosidad la concentración y el “roble cremoso” que a muchos nos espanta.

Y es que, de unos años a hoy, sin duda fruto de abrir nuestra mente y nuestras fronteras, probar vinos fuera de España (aunque mi subconsciente piense especialmente en Borgoña), conocer variedades autóctonas olvidadas -especialmente del noroeste-, conocer los vinos de productores locos, enamorados de su tierra y de sus cepas, y darnos cuenta de que lo importante no está en las barricas, sino en la cepa y su entorno, que el raspón es más importante que el tostado de la barrica y que la vida de un vino no está tanto en su cuerpo o en sus subidos tonos, como en su acidez y, por ende, su frescura, esa frescura que nos aporta vinos de sed, que son los que nos gustan, porque nos gusta beber (no solo catar) y estos nos piden otra copa.


Evidentemente esto no lo ha inventado un servidor, nada más lejos. Diría que es un movimiento, casi de resistencia con todas esas guías e ideas preconcebidas, las mismas que hace veinte años decían que el mejor blanco es un buen tinto, y que vengo observando desde hace unos años. Si ese movimiento existe, me enorgullece formar parte de él, desde el primer día, allá por 2008, en que hablé de un vino en este blog, por cierto, un tinto de Rías Baixas con 12% de alcohol, traslúcido y con una acidez brutal. Son muchos los blogueros, foreros y aficionados que llevan tiempo hablando de esto, más que yo, porque uno es tan solo un granito de arena más.

Dicho esto, resulta agradable, y sobre todo esperanzador, ver que el mercado del vino español haga un guiño a todos los que estamos deseando decir cosas buenas de lo que, de alguna forma, también es nuestro, pero que en muchas ocasiones (especialmente en las clásicas zonas vinícolas y desde las grandes bodegas) se nos antoja tan difícil. También nosotros tenemos que mejorar, evolucionar. Probar, probar, probar, y seguir probando hasta que sepamos extraer sin dudas lo mejor que se le puede pedir a un vino: autenticidad, y que vayan siendo más los vinos auténticos, los que dicen de dónde vienen, y nosotros sigamos aprendiendo con ellos y, sobre todo, disfrutando.

Ojalá sea así. Todo puede cambiar en un momento.

10 comentarios:

Sibaritastur dijo...

Buena reflexión Mariano y subscribo especialemnte el último párrafo.
tendrá algo que ver la irrupción de Neil Martin con un gusto nuevo? o que ya no hay un duro para comprar barricas nuevas y ahora la madera vieja "mola".
En fin, la frescura y la autenticidad frente la estandarización.

Anónimo dijo...

Un muy buen artículo, Mariano.

Yo creo que la llegada de Neil Martin, con el consiguiente cambio de gusto, ha sido el detonante de estos cambios. A ver qué nos deparan los resultados de sus catas en Galicia, estoy intrigado.

Saludos!

Alberto.

Vicente Vida Lanzas dijo...

Me temo que no soy yo tan optimista. Efectivamente tras las declaraciones de Neal Martin habrá bodegas que abandonen el exceso de madera y de concentración. Sin embargo, en mi opinión, esas prácticas les servíana muchos para "tapar" las carencias de la uva. Si ante no la cuidaban en exceso ahora tampoco lo harán, y donde antes había madera se pasará a vinos deslucidos.
Ojalá se "conviertan" y me equivoque.
Saludos,
Vicente

Jose dijo...

El problema es la mar de fondo, que es la marea de verdad. El problema es que esto se ha convertido en moda. Cuando se agota ese modelo, se cambia de nuevo la tendendia y a seguir moviendo la rueda como los hamster.

Saludos,

Jose

PlusVino dijo...

Reflexión muy acertada y certera.

Sinceramente creo que la democratización que ha supuesto internet para el mundo del vino y sobre todo para los consumidores está cambiando el chip en muchas DO y más bien en muchas bodegas.

Aquí me tengo que acordar del famoso 'Oak monster' que decía Gary Vaynerchuck. Mejor cuanto más lejos.

Un saludo y enhorabuena por este excepcional y valioso espacio.




Mariano dijo...

Muy buena Ja ja. Pero me temo que siempre hay pasta para barricas, sobre todo americanas...

Mariano dijo...

Gracias Alberto. Yo tambien estoy intrigado...veremos.

Mariano dijo...

Vicente tio, ves el vaso medio vacío... no pienses en los que se quedan en pelotas, si no en los que mostraran por fin su buen hacer...

Saludos

Mariano dijo...

Jose nosotros a lo nuestro, pero para una vez que nos viene viento de popa, aprovechemos.

Saludos

Jose dijo...

Viento en las velas, hay. Pero su barco no es el mio...

Saludos,

Jose

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