Anteayer celebrábamos un día especial.
Un día para agradecer a la persona que comparte mi camino, el haberme brindado el que sin duda ha sido el mejor año de mi vida. Por muchas razones en general, pero por una en particular que tiene nombre de mujer.
Un día para homenajear a quien me aguanta, y si de paso uno lo disfruta, pues oye, que nos quiten lo bailado.
Una noche para burbujas, delicadeza, diferencia y la voz.
Cosas que solo un vino muy especial puede dar, pero que si lo encuentras puede hacer del festín algo memorable.
El consejo de un sabio nos puso en el camino de la familia Laherte y su compromiso con la tradición en la elaboración de champañas, su devoción absoluta por el terruño y por exprimir todo lo que el suelo puede dar de sí, e incluso la recuperación de variedades autóctonas como Fromenteau, Petit Meslier o Arbanne.
La pinot meunier puso el resto al 100% en un rosé de sangrado, procedente de viñas viejas, plantadas entre 1953 y 1965 en las parcelas de Les Beaudiers, sobre suelos pedregosos de arcilla y donde los Laherté practican podas en verde para limitar la producción (algo atípico donde encontramos la uva más cara del mundo). Nada de maloláctica. Sin remilgos. Tan solo fermentación alcohólica en barricas con un mínimo de cuatro años y adición, según el año, de entre cero y cinco gramos por litro (es un extra brut).
Todo ello da un avance de la frescura con la que nos vamos a encontrar en este champagne.
Llama la atención desde el primer vistazo, con profundos tonos guinda y salmón, rodeando una burbuja lineal y finísima.
Aparecen en nariz las guindas del roscón, manzana ácida, bica, sandía y jarabe, quizás algún recuerdo terroso.
En boca es sobre todo frescura, afilada al inicio, larga y cremosa en su paso. La burbuja hace de delicadísimo catalizador de un gran vino, seco y preciso, con cierta tanicidad y un terrible peso de fruta. Explosivo, sabroso.
La acidez, sencillamente brutal, nunca dejó de estar presente hasta su cierre fino y amargo, que se recapitula voluminoso, corpulento y muy largo.
De miedo con Joselito y con croquetas. No le haría ascos a un chuletón, y en cualquier caso perfecto para toda una cena, y, si los comensales son de trago corto, algo más. Una delicia que vale con creces cada uno de los cuarenta euros que hay que pagar por él.
10 comentarios:
¡Pues me has puesto los dientes de sable!.
Por cierto ¿dónde puedo comprar alguna botella?.
Abrazotes,
Mario.
www.elbaranda.com
Hola Mario,
En Lavinia Madrid tienen casi todos los vinos de este productor. No son baratos, pero tampoco hay ninguno que se desmadre con los precios de productos de las grandes Casas que todos conocemos, mucho menos interesantes.
Yo no veo la hora de ir a por el siguiente (posiblemente el "7 cepages").
Ya nos contarás.
Un abrazo
Enhorabuena y que este solo haya sido el primero de una larga de serie de "años de gloria" como los que algunos hemos disfrutado ya con nuestras respectivas.
De vinos como este a ti ya solo te puedo pedir consejo...vaya cosas. ;-)
De nuevos felicidades MAriano.
Suena muy bien lo de este champagne y a pesar de lo que dice
Jorge Diez sobre los champagnes rosados - a ver si él lo escribe que lo hará mejor que yo- me gustaría probarlo, buena pinta.
Hombre, tocayo, que sobre este no puedo opinar, que no le he probado. Y alguno bueno tiene que haber, pero para mí es un dominio de elaboración en blanco -lo sea la uva o no- y casi todo lo rosado que pruebo lo sigo dejando como elemento decorativo para la mesa, igual que la copa flauta.
Gracias Jose, no me cabe duda de que es el primero de muchos. En cualquier caso el consejo está claro.
Un abrazo
Gracias Sibarita. Desde luego es de lo mejor que he probado abarcandi blancos y rosados.
Hola Jorge. Es cierto que hay mucha castaña rosada, encima de precio injustificable, pero esta pinot meunier es antologica sin mirar el color de su piel, algo para mí anecdotico en este caso.
Tambien decian que Galicia era de blancos; no?
Je, je. La diferencia es que no me gustaban gran cosa los vinos gallegos -la mayoría- hasta que descubrí el otro color, el lado oscuro. Desde entonces no me he planteado volver de ese viaje.
Aún me falta encontrarme con ese champán rosado que me seduzca, pero apunto este como posibilidad, que no se diga que no pongo de mi parte.
Enhorabuena a los dos, Mariano. Que sigais compartiendo y contando el uno con el otro por muchos años.
Un abrazo.
Publicar un comentario