martes, 24 de abril de 2012

Retales del Piamonte

Quizás parezca algo exagerado, pero les aseguro que, pese a haber pasado ya un par de semanas, todavía me cuesta mucho resumir con palabras las sensaciones que deja una visita al Piamonte como la que disfrutamos, y que nunca agradeceré lo suficiente a María.

Murazzano visto desde Cascina Cicchetti

En todo caso, resulta imposible recoger todo lo vivido por allí, así que me limitaré a dar algunos trazos que espero sirvan a quien tenga pensado un viaje similar y a animar a los demás a conocer una zona de vinos tan mágica como ésta.

Ubiquémonos. Extremo noroeste de Italia rodeado de la sierra imponente que refresca el clima implacable mediterráneo y crea unas condiciones únicas para la maduración de las uvas, en un paisaje de ensueño, donde bellas y abruptas colinas ofrecen diferentes orientaciones, suelos y matices.

Tenemos tres áreas, la central del Monferrato, entre Asti y Alessandria, es la más extensa, donde destaca el Moscato, con esos alegres vinos ligeros, dulces y frizzantes, y con los populares dolcettos- ojo, vino tinto seco, no se llamen a engaño-. En las colinas del norte encontramos también Erbaluce y al sur, en la provincia de Cuneo, donde está el meollo, el imperio de la reina Nebbiolo en las colinas más escabrosas, acompañada de barberas, dolcettos, moscatos y arneis.

El sistema de denominaciones recuerda a irregulares círculos concéntricos agrupados todos por la Piemonte Doc. De lo que más nos interesa tenemos los Genéricos Langhe y Langhe Nebbiolo, Dolcettos di Dogliani y D'Alba, Asti, Moscato D'Asti, Barbaresco y, especialmente, allí donde la tipicidad, la tradición y el terruño cobran protagonismo y sentido: Barolo.

Llegamos de noche al aeropuerto de Malpensa y no merecía la pena entrar en Milán para volver a salir, así que nos alojamos en un pequeño hotel cercano.


Recogimos un coche de alquiler- Fiat, cómo no- y pusimos rumbo al Piamonte. 


Primera parada, La Morra, un pequeño pero delicioso pueblo construido en torno a una colina y en el que todo parece girar en torno al vino y la comida. 

Vista desde la plaza principal de La Morra

En Hazienda Agrícola Poderi Marcarini, nos esperaba Elena Felicceta que en su lengua, pausada y perfectamente entendible -me parece algo ridículo hablar en inglés con un italiano-, nos explicó el proyecto de la bodega, sus viñedos, donde solo hay uva propia, y, en especial, el compromiso de la familia Marcarini con la manera tradicional de elaborar los vinos de Barolo, en grandes fudres de roble usado de origen esloveno para el envejecimiento del nebbiolo. Tratamientos justos, vinificación de zonas y fincas por separado en la búsqueda de la expresión del terruño.

Empezamos la cata de sus vinos con un curioso blanco de sus parcelas más al norte, en un interesante trabajo de recuperación del Arneis de Roero, un blanco limpio, fresco y preciso que me recordó con ciertos matices a algunas treixaduras.

Pasamos por su Barbera y su Langhe Nebbiolo, con sus matices, ambos vinos frutales y directos. Francamente agradables y con tipicidad muy bien definida, sin embargo no dejaban de ser una antesala para sus barolos. Lo más destacable, su, por un lado su Brunate 2008, proveniente de 4,5 hectáreas de La Morra y Barolo, suelo calcáreo-arcilloso, con especial presencia de magnesio, un nebbiolo rotundo y muy aromático, muchas especias dulces, heno y monte bajo. Corpulento y sabroso en boca. Muy persistente. Y por otro lado La Serra 2008, de 3,5 hectáreas en La Morra con orientación sur-suroeste, y un particular microclima más fresco que da lugar a una maduración más lenta que la del Brunate. Aunque la elaboración es idéntica a la de éste, el resultado es un vino más fresco, sutil y elegante, con mayor tendencia a las notas florales (rosa, violeta...) y sensaciones mucho más ligeras en boca, algo engañosas dado su músculo y su tremenda persistencia. Me encantará catar lo que me llevé dentro de unos años.


Sin duda una añada deliciosa. Elena la define con entusiasmo como una añada “clássica”. Me encanta.

Había que comer y, llevábamos interesantísimas sugerencias, pero era jueves y todo estaba cerrado, así que preguntamos a Elena, que sin dudar nos envió a More e Maccine. Sólo había que andar algunos metros desde la bodega, siguiendo el olor de la cocina. No da la entrada para extenderse mucho, pero no quiero dejar de destacar un Vitello Tonnato, sencillamente exquisito. El mejor probado hasta entonces.

La Morra

Y no paramos. De La Morra nos vamos a Monforte D'Alba al encuentro de Elio Grasso. Allí nos recibe Marina Grasso y nos deja entrar hasta la cocina. Podemos ver de cerca los viñedos colindantes a la bodega, diferentes fincas y orientaciones, los experimentos con chardonnay que ocupan la parte superior, e incluso de lejos la Casa Maté que da nombre a uno de sus Gran Cru de Barolo.


Sin embargo, a la hora de elaborar, existe una ruptura parcial con la tradición, y así, tenemos por un lado los grandes fudres de roble esloveno, que se renuevan con cierta frecuencia, y, a la francesa, una preciosa nave subterránea que rodea la bodega y que atesora barricas puramente bordelesas.

Elio Grasso

Tras probar su interesante Barbera 2009 y un Barolo Runcot Riserva 2006, algo maderizado, pero sin duda crudo todavía, me quedo de largo con los matices de sus dos fincas, Gavarini Chiniera y Ginestra Casa Maté, ambos 2008, que promete ser una añada espectacular. Se hacen evidentes, por otro lado, las diferencias con La Morra. Vinos aquí mucho más contundentes y crudos que en La Morra, pero igualmente interesantes. También me llevé alguna cosa con la que experimentar en unos años.



Y de allí tocaba descansar, por lo que, siguiendo el paisaje embriagador, nos fuimos camino de Murazzano al encuentro de la CascinaCichetti, un paraje de ensueño cuyo descubrimiento debemos agradecer a Miguel


Imaginen que en una de esas hermosas colinas, en una bien alta, alguien coloca una casa de cuento y encima decide compartirla, abriendo dos (sí, sólo dos) deliciosas habitaciones desde las que disfrutar del silencio, del entorno, de la mejor cocina del Piamonte, de unos cuantos vinos de nivel, y, sobre todo, de la hospitalidad de una mamma. 

Cena en Cascina Cicchetti

Pues bien, la mamma existe y se llama Silvana, que nos recibió con los brazos abiertos pese a nuestro cansancio y nuestro nivel nulo de italiano. Les aseguro que en ninguna casa rural de España (aunque esto no tiene nada que ver) me había sentido tan en casa como entonces.


Junto al fuego nos abrió su cocina y nos deleitó con un sinfín de deliciosos platos entre los que no sabría que destacar pues me enamoré de todo, del particular steak tartar piamontés, con un toque de ajo, de las verduras de su huerto, de su guiso de liebre, de su pasta fresca, cuya elaboración casera, revelada por sus irregulares tallarines, era, según sus palabras, obligatta, de sus peculiares maridajes con arneis, dolcetto y barbaresco...Y qué decir del desayuno, con quesos de Murazzano, mermeladas elaboradas con sus propias bayas, su tarta de albaricoque... No sé, creo que me hubiera quedado a vivir allí.


Por desgracia al día siguiente tuvimos que marcharnos, camino a Milán, pero la entrada se está haciendo muy larga y eso ya es otra historia... 













10 comentarios:

Smiorgan dijo...

Sabes que entre el post del Priorat y este estás generando una carga de envidia importante, no?
Que delicia probar todos esos vinos y comidas en sus lugares de origen. Se antoja conocer a la mamma Silvana.
Saludos.

Mariano dijo...

Hola S.,

Es que tengo una mujer que no me la merezco. Una maravilla tio. Me gustaria haber sido mas preciso con los vinos, pero en estas situaciones a uno se le cae la libretilla, ya sabes.

Saludos,

Pep T.M dijo...

Realmente me has puesto los dientes largos. Tengo muchas ganas de pisar estas tierras, sus vinos, su gastronomia y su gente son un gran motivo para echarse la mochila a la espalda.

Saludos.

Afilando mis tacones dijo...

Ayyyy Italia, nunca me podría cansar de ese país: sus ciudades, su comida, su moda.... Siempre he dicho que llevo una italiana dentro ;)
Y me uno al resto de comentarios, la envidia que estas generando es importante!
Me muero por leer el siguiente capítulo ;)

Mariano dijo...

Hola Pep, sin duda vale la pena echarse la mochila y para unos días. Yo desde luego tengo pensado volver...

Mariano dijo...

Hola Isabel,

Para el siguiente capítulo igual hay que esperar un poco, no sea que el personal se nos aburra...

Anónimo dijo...

No quería comentar este post porque la envidia me corroe, y la envidia no es buena. Que gran viaje ha tenido que ser. Para ti ha debido de ser como llevar a un niño de 6 años por primera vez a Eurodisney, que suerte!

Aunque ya sabes que lo mío es la parte gastronomica, me apunto el viaje, que todos merecen la pena.

Blanca.

Donatus dijo...

Hola Mariano aunque hace ya algún tiempo que escribiste el post quizás puedas recomendarme alguna cosa más qué voy a ir a Milán un saludo y muchas gracias.

Donatus dijo...

Hola Mariano podrías recomendarme alguna cosa más aparte de o que has escritoor aquí?
voy a ir en abril a Milán y quiero ir calentando motores. Un saludo

Mariano dijo...

Hola Donatus,

Entiendo que no te vas a mover mucho de allí, así que me centro en Milan.

Para disfrutar de cocina milanesa (risotto alla milanesa imprescindible) sin complicaciones, lo mejor es perderse en el Navigli y entrar en cualquier Osteria. A nosotros no nos falló ninguna. La pasta y el tiramisú tampoco suelen fallar.
Si te quieres complicar con un poco de lujo, Craco Peck o Aimo e Nadia son buenas opciones, pero hay que rascarse el bolsillo.
Un apunte curioso si te cansas de pasta y arroz, en Joe Cipolla tienes unas carnes espectaculares, muy bien tratadas y a buen precio.
Si subes (muy recomendable) a la Cita Alta de Bergamo, no te pierdas La Cantina de Via Colleoni. El menú del día es delicioso, muy bueno el Vitello Tonnato, y la carta de vinos francamente buena, y a precios muy competitivos.

Espero que te sirva como antipasti.

Buen viaje!

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