domingo, 29 de abril de 2012
Refugiados en La Catapa
martes, 24 de abril de 2012
Retales del Piamonte
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Murazzano visto desde Cascina Cicchetti |
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Vista desde la plaza principal de La Morra |
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La Morra |
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Elio Grasso |
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Cena en Cascina Cicchetti |
martes, 17 de abril de 2012
Peñín, Platero y yo
Antes de que alguien opte por hacerme vudú, voy a dar al personal un respiro con el periplo viajero de la Semana Santa, y aprovechar para pensar un poco. No demasiado.
Nunca he comprado la guía Peñín.De hecho nunca hasta ahora había tenido una guía de vinos, pero en un mundo tan condicionado por la opinión como el vinícola, es inevitable encontrarse con valoraciones y puntuaciones con las que en ocasiones me cuesta coincidir.
Esto viene al caso porque la semana pasada asistí, por invitación del amigo Álvaro Cerrada, a Live Tasting, una cata-presentación de la Guía Peñín en su formato multicanal, en la que la empresa, fruto de un relevo generacional – en el que el propio José Peñín pasa a ser asesor externo-, renueva su estructura y abre varios frentes hacia redes sociales, mercado hispanoamericano y otra serie de proyectos ciertamente ambiciosos.
Esa presentación me ha permitido conocer un poco más de cerca la empresa, y, sobre todo, su manera de hacer las cosas para poder posicionarme. Teniendo en cuenta que se trata de una guía que suscita, en esencia, partidarios y detractores, tengo que decir que mi postura sigue siendo algo tibia. Es decir, que posiblemente recibiré mamporros de ambas partes. Espero que no de los seguidores de la obra de Juan Ramón Jiménez por el posiblemente desafortunado título.
Entre los aspectos positivos de la guía, y como no podía ser de otra forma, hay que destacar su vocación enciclopédica, y es que, aunque pueda no ser de utilidad a todo el mundo, el hecho de que exista un verdadero “vademecum” del vino en España con una voluntad de exhaustividad como pocas existen en otros ámbitos, es realmente encomiable y sí debe ser muy práctico en el ámbito de la hostelería y la distribución, especialmente, en el mercado exterior, en el que, recordemos, ha de fijarse como objetivo la bodega española que quiera sobrevivir, teniendo en cuenta los parámetros actuales de consumo nacional.
La cuestión se complica cuando a esa enciclopedia le acompaña una valoración de cada vino, y en este aspecto se han suscitado todo tipo de sospechas, controversias y descalificaciones, muchas con poco fundamento y posiblemente injustas en su mayoría.
Miren, yo no creo que haya una trastienda de cata en la que las decisiones trasciendan a lo puramente organoléptico y, sinceramente pienso que las puntuaciones responden todas ellas a una pretensión de objetividad técnica, y ello pese a que la Guía – y esto es lo más polémico- haya aceptado la decisión poco estética – y a mi juicio no muy acertada- de aceptar publicidad de los vinos que puntúa. Como igualmente dije allí, creo que a la mujer del César no le basta con ser honrada, también tiene que parecerlo.
A partir de ahí, el valor de las puntuaciones, no es más ni menos que el que cada uno le quiera dar, aunque no cabe duda de que, tras un prestigio adquirido año tras año, ello tiene una repercusión directa y decisiva en el mercado, en el éxito o el fracaso de una marca e incluso, muchas veces, en los precios del vino.
Tengo el convencimiento de que los catadores de la guía son conscientes de la enorme responsabilidad que supone lo antedicho y que saben que sus valoraciones deben tener un fundamento que las sostenga. Pero entonces, ¿es posible valorar decenas de miles de productos con arreglo a un criterio objetivo? Pues miren, parece que sí, de hecho creo que es la única forma de hacerlo, pues de lo contrario habría tantas valoraciones como catadores tenga la guía.
Y aquí llega el quid de la cuestión, ¿cómo se llega a un criterio objetivo en algo que no es absolutamente técnico?. Me explico. Hay partes de la cata como la intensidad, la franqueza o la persistencia que pueden ser ponderadas, casi medibles, pero hay otras que, a mi entender, son plenamente subjetivas y cuya valoración va en función de los gustos del catador, su experiencia, su interés por la tipicidad... etc.
Recuerdo ahora una interesantísima conversación con el periodista Antonio Casado sobre su etapa de catador de la Guía, años atrás. Él hablaba de que Peñín cataba “a través” de ellos con un criterio uniforme. Es decir, que el profesional debía asumir como propio y aplicar el juicio de Peñín a la hora de valorar un vino.
Pero, hoy que la presencia del Sr. Peñín ya no es el elemento definitorio, y descartado que ninguno de los catadores residentes aplique sus gustos personales- pues así me lo confirmaron-, ¿cual es ese criterio?. Yo fui formándome una consecuencia lógica a lo largo de la presentación, pero preferí esperar a que llegaran los vinos, pues estos suelen hablar por sí solos.
En este sentido, y antes de nada, doy mi agradecimiento a la Guía, no solo por poner a nuestra disposición a cinco grandes, en muchos casos, inaccesibles por precio, sino sobre todo por desnudarse mostrando lo que para ellos es lo mejor de lo que se hace en el país.
No viene al caso hablar de los vinos que se sirvieron uno a uno, pero diré que coincidimos en tres de cinco. Tres vinazos, por cierto. No está mal. Y como creo que a este nivel (97 puntos), el consenso entre los catadores de la guía- con una capacidad técnica muy superior a la mía- habrá sido absoluto, no me cabe duda de que es un servidor el que definitivamente se separa del criterio objetivo en los dos que faltan.
La razón de mi discrepancia estaba clara en ambos casos. La presencia dominante de la madera. Elemento de uso generalizado en la vinificación en España y que, personalmente detesto en un vino cuando solapa lo que puede o debe haber en la viña. Y cuando no, también me suele sobrar. Aparte del roble usado- que para que sea usado hay que estrenarlo-, existen investigaciones muy interesantes sobre otros materiales que también permiten microoxigenar, pero esto tampoco viene al caso.
Lo que quiero decir es que esa nota que la propia guía define con el apelativo de “roble cremoso” como si de un elemento positivo se tratase, para mí es un aditivo que resta. Pero ese es mi gusto personal, que no tiene por qué coincidir, y de hecho no coincide, con el de la mayoría de los consumidores. De hecho, me atrevo a decir que en el mercado éste es un elemento generalmente positivo, que la gente agradece, de la misma forma que rechaza una acidez natural elevada que un servidor, por contra, consideraría placentera.
Extrapolando ese razonamiento, mi consecuencia lógica es que ese criterio objetivo no es otro que el comercial. Pero entonces, ¿qué fue antes?, ¿el huevo o la gallina?. Los gustos generalizados ¿definen la guía, o es al contrario?.
Ustedes dirán.
Yo sólo saco dos conclusiones, la primera, que no he arrojado ninguna luz sobre el asunto. La otra, que es bueno que haya guía, que también es bueno que existamos algunos frikis en ocasiones discrepantes, y que es aun mejor que hayamos encontrado puntos de encuentro como este Live Tasting, iniciativa que agradezco y a la que deseo todo el éxito del mundo.
Si quieren algo más elevado pueden leer la entrada, a mi juicio imprescindible, de Joan, a colación de este asunto, pero que ha derivado en algo aun más interesante. Si no, pueden jugar a ¿dónde esta Wally? con la foto de arriba (Yalocatoyo) y buscar a un servidor.
Por lo demás agradecer a Carlos González (director de la Guía), así como al resto del equipo y al propio Álvaro, haber tenido en cuenta esta humilde plataforma. Si quieren seguir el evento, continúa en Valencia, Barcelona cerrándose de nuevo en Madrid, y en twitter: #guiapeninLIVEtasting.
Pueden contactar con Álvaro (alvaro@yalocatoyo.com) o con Victoria Lara (vlara@guiapenin.com) para más información.
miércoles, 11 de abril de 2012
Bajo el sol del Priorat
La iniciativa, que agradecemos enormemente, del equipo de Hostal Sport nos ha dado a conocer algo más que una zona de vinos y de una forma muy distinta a lo que habitualmente se conoce como enoturismo. Olvídense de majestuosas bodegas de renombrados arquitectos, de grupos con gorra y bermudas que pagan tres euros a la entrada por ver una insulsa colección de depósitos y barricas para luego probar unos vinos sin alma o disfrutar de un masaje con raspón. Esto es otra cosa, y si aquello es enoturismo, esto no tiene nada que ver. Llámenlo enoexperiencia, master en terruño, regreso al orígen, o todo eso junto.

Es algo más allá que coloca a uno en el camino de conocer el por qué del mito, de la magia arrebatadora de un suelo y unas viñas que, cuando se las respeta, devuelven algo único en distinción y tipicidad.
Tras alojarnos y sin tiempo casi para conocer nuestra deliciosa estancia nos fuimos a almorzar a un templo gastronómico- sugerencia de Joan- llamado Celler del Aspic. Una de las mejores RCP que he visto y de la que hablaremos otro día, ya que con el café apareció Sara Pérez para recogernos y comenzar el master en Montsant-Priorat que nos esperaba.
Digamos que tras desvincularse de la D.O. Tarragona, Montsant se configura en torno al municipio de Falset que nos acogió, rodeando y tocando a la extensión de la D.O.Q .Priorat.
Al contrario de lo que pudiera pensarse desde la distancia, entre Montsant y Priorat diferentes orientaciones y altitudes pasando por variedades, para rematar en lo fundamental, esto es, suelos arcillosos del primero versus la pizarra desmoronada (licorella) del segundo, distribuida entre garnachas y cariñenas, lo cambian todo.
Hablo de suelos pobres de solemnidad, de rendimientos por hectárea extremadamente bajos (la tercera parte de otras zonas más prósperas), y de vinos que en consecuencia son tremendamente expresivos, y no siempre fáciles, pero sí auténticos cuando se hacen de verdad.
Conocimos en Venus y de la mano de Sara diversos blancos en pañales. Su deliciosa conversación resulta casi hipnótica, con el problema de dejar poco tiempo para tomar notas. Me quedo allí con la obsesión por la busqueda del terruño y la tipicidad a través de un macabeo terrible en profundidad, y de un xarel.lo, macerado con sus pastas a la manera del Friuli, con una frescura casi insultante y que espero que vea la luz porque dará mucho que hablar.
Los tintos Venus y Dido, redondos y mas fáciles, con taninos delgados, suaves y amables pero que se quedaban en la anécdota con lo que se nos venia encima.
Sara arranca entonces el motor y nos vamos, copas en ristre, al meollo de las fincas de garnacha y syrah en las que nace Martinet Bru. Cuando salgo de mi asombro, por esta forma de mostrar un vino que deja a al enoturismo conocido en pelota picada, pruebo dos añadas, 2008 y 2009.
Todo encaja como un puzzle sideral y mi añorada 2008 se muestra fresca, directa, sublime en fruta, creciente en mineralidad. 2009 está cerrada, pero Sara, que algo sabe de Priorat, dice que esta es la buena, porque es en los años complicados donde sus cepas se lucen.
Subimos de nuevo al todo-terreno desvencijado que Sara maneja con maestría. Un poco más alto ahora, hasta Els Escurçons. Garnachas hambrientas, pobres de solemnidad con la cordillera a sus pies. Entre cepa y cepa, judías, hierbas aromáticas. Vida. Y a lo alto una mesa en la que se despliega un mantel y se adorna con panes, chacinas, quesos del Pirineo, y esa conversación de Sara que nos sigue hipnotizando.
Els Escurçons ahora ya es solo garnacha, y emociona, porque uno ya no distingue entre la pizarra desmoronada que respira y la que atisba en la copa. 2008 es frescura, nervio, tensión, músculo, engañosa ligereza en la dureza del Priorat, elegancia. Posiblemente la garnacha más delicada con la que me he topado jamás. 2009 se ha peleado con el corcho y por el momento no hay un vencedor.
Empieza a hacer frio y bajamos a la bodega, hablando de un blanco seco de Pedro Ximenez que nunca verá la luz para nuestra desgracia. También hablamos de riqueza y humedad en los suelos y una nueva iniciativa, protegerlos con paja. El resultado, más frescura al tacto, que comprobamos in situ y un leve respiro para las maltrechas cepas. Qué bueno.
Allí conocemos su proyecto de cemento y tinajas de barro para crianzas, por hartura con la madera, que siempre ha debido ser un medio y no un fin. Creo que en ese momento derramo una lagrimilla. Aprovechamos para probar Clos Martinet y Camí de Pesseroles. Llegados a este punto tengo que explicar a mi mujer que me tendrá que compartir con otra llamada Cariñena. Ella lo prueba y lo entiende. Y a mí ya no me quedan recursos para describir lo que se puede disfrutar en una visita tan larga y tan corta. Gracias con cada letra, Sara, por vivir tu proyecto y por cómo lo das a conocer.
Atardece y nos volvemos a Falset y podemos disfrutar un rato de nuestra estancia y de ese delicioso rincón, casi toscano, que es el Hostal Sport.
Un encantador hotel que renació de sus cenizas tras un severo incendio. Desde ese momento tuvieron claro su papel de referencia hostelera de calidad, como una casa de comidas que además ofrece un lujoso alojamiento al que quiera visitar la zona, preparándole el camino si lo desea.
Allí nos esperan Ruth y Jordi para disfrutar de una cena pegada al terreno, entre las muchas y ricas viandas, no puedo evitar destacar las albóndigas con alcachofas que se deshacían en el paladar. Guiso de tiro lento, como antes. Ahí me volví a acordar de Les Escurçons. Creo que aguantaría hasta la devastadora alcachofa.
Tras el exquisito desayuno, nos despedimos camino a casa, no sin pasar por los dominios del matrimonio Burgos-Porta que encantadores nos dan a conocer su viñedo y su trabajo. Un proyecto de viña emocionante cuyos vinos demuestran un futuro prometedor pero con un pequeño obstáculo llamado cabernet sauvignon. El día en que esas garnachas y cariñenas se rebelen, darán mucho que hablar.
Nosotros volvemos curva a curva hacia la llanura prometiendo volver y visitar lo que allí nos queda por conocer, que sin duda es mucho y bueno.
* Pido perdón por los defectos de alineación, pero tras horas de remiendos, la inoperancia de Blogger me ha vencido.
Señores de Blogger: ¿Existe alguna posibilidad de que publicar una entrada no se convierta por problemas de alineación en un verdadero infierno de HORAS?.
miércoles, 4 de abril de 2012
Para ir tirando
Así que para aquellos en especial, y para todos los demás en general, les dejo con la última aportación de un servidor perpetrada para la revista Culturamas Ocio.
Y aunque espero contarlo a la vuelta, voy a reventar si no comparto lo mucho que disfruté el pasado fin de semana en el Priorat.
Si tuviera que resumirlo en esas dos líneas, hablaría de una visita a los viñedos de Sara Pérez que fue auténtica magia y de una estancia de ensueño en un enclave llamado Hostal Sport de Falset.

Pardiez, ya me he pasado de las dos líneas. ¡Que sale mi vuelo...!
Felices vacaciones.