Qué quieren que les diga. Da gusto hacer entradas como esta, en las que uno tiene cosas buenas que decir, y encima con los tiempos que corren.
La primera ha sido el buen rato que he pasado leyendo el artículo central de la revista Sobremesa de este mes. El lector habitual sabe que yo he tenido mis más y mis menos con esta publicación, a la que he criticado, y muy duramente.

No creo que tenga motivos para retractarme. Sin embargo, creo que es honorable reconocer cuando las cosas se hacen bien. Por esa razón no me cuesta en absoluto afirmar en público que el reportaje dedicado a Raúl Pérez en la edición de febrero me ha parecido delicioso. No por elogios al personaje, ni tampoco por una secuencia enciclopédica de su trabajo, sino, sencillamente, por presentar al magnífico ser humano que él es.
Uno, que ha tenido la oportunidad de compartir grandes momentos con él, y que, en cierto modo, le considera un amigo, sabe qué hay realmente tras el icono, que seguramente hubiera sido mucho más interesante para el periodista. Sin embargo, el redactor supo huir de etiquetas y clichés y presentar al hombre sencillo, generoso, y tremendamente humano que es Raúl, y además transmitirlo en unas pocas hojas. Por todo ello, mi más sincera felicitación a Sobremesa.
Y seguimos de reconocimientos. Para ello adelantaré que, siendo generoso, nunca me entusiasmaron los vinos de Alcorta, por razones de gustos particulares que el lector habitual conoce, bastante alejados de excesos de maderas, tanicidades y demás, se trata de un perfil que procuro evitar.
Sin embargo, el otro día topé con su Garnacha 2010 y, caramba, me sorprendió. Encontré un vino con mucha cereza y juanolas, como esa nariz típica de las maceraciones carbónicas. También bizcocho borracho y mina de lápiz. Lo cierto es que en boca me pareció sencillo, pero alegre y vibrante. Con un ligero carbónico, mucha fruta y esas sensaciones yodadas que dan los mejillones al vapor. Aunque algo delgado y no muy largo, sus taninos eran firmes y estaban bien colocados. Resultaba gratamente frutal, y muy bebible, como lo es un Beaujolais de los finos (los que no saben a calimocho, vaya).
Y para rematar con otra sorpresa, resulta que la gente del ya consagrado Forum Gastronómico Santiago 2012, imagino que por un terrible estado de enajenación transitoria de alguno de sus organizadores, ha decidido contar con los desinteresados servicios del patán que suscribe para dar una pequeña charla vinícola.

Es evidente que uno no está a la altura de un Foro con el prestigio del que nos ocupa ni, en absoluto, cerca de la profesionalidad de los oradores que por allí se darán cita. Sin embargo, y aun a riesgo de dejar allí un rosario de sandeces que nadie entienda, he decidido aceptar el desafío, por lo que si el domingo 26 de febrero les coge por Santiago de Compostela y les apetece, allí nos veremos.
Para más información, pueden consultar el programa.
Entre tanto, les dejo con uno que hizo Cositas Buenas de verdad...
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