Los trescientos y pico kilómetros que hay desde Hanoi, hacen inviable un viaje en coche por sus carreteras regionales donde es imposible alcanzar el límite máximo de velocidad que además la ley establece allí en 80 km/h, así que hay que coger un tren para ir a la ciudad de Lao Cai y desde allí coger un coche hasta Sapa.
Como Lao Cai, más allá del puente que delimita la frontera con China, no tiene mucho que ofrecer, nos vamos directamente a Sapa, donde nos espera el flamante hotel Victoria.
Un hermoso remanso de paz en el bullicio de esta villa fresca y colonial en la que también los vietnamitas (los ricos) vienen de vacaciones a refugiarse de los calores del centro.
Quizás sea el paisaje, tanto en su parte natural, como en la intervención humana a través de los bancales de arroz, lo más interesante de esta zona. Es imprescindible hacer alguna ruta a pié y conocer a sus tribus, que nos acompañarán todo el trayecto buscando, eso sí, que les compremos algún souvenir.
En lo gastronómico proponer a los atrevidos que se pierdan en sus mercados, aunque recomendar, sobre todo a los sensibles a olores fuertes, que mejor se pongan un poco de Vick's en la nariz para terminar el paseo.
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