Invirtiendo el orden habitual, vamos a empezar con un tinto, no, más bien un pedazo de tinto llamado Eidos Ermos 2009, que es el hijo secreto de Luis Anxo Rodriguez acogido también a la D.O. Ribeiro. Se comercializa en un ámbito más bien local, y aunque algún avispado haya conseguido sacarlo de allí para darlo a conocer, no me pidan que les hable de variedades ni de elaboración, porque para mí, hasta el momento, es un misterio. Piensen- solo piensen- en caiños, sousons y brancellaos, variedades autóctonas y cepas posiblemente más jóvenes que las que traen A Torna dos Pasás, pero no olviden tener en cuenta la mano de este vigneron y su respeto por lo que da esa tierra, que es mucho.
El fruto de todo esto es un delicado vino, rojo intenso con ribete morado, ligeramente turbio y de capa muy baja. Su nariz es limpia y sincera; no oculta nada. Frutas del bosque, violetas, balsámicos de eucalipto, también hierbabuena y monte. Muy atractiva.
Qué decir de su boca, ágil, amplia y tremendamente fresca, con su potente pero nada agresiva acidez arropada con un torrente de fruta y unos taninos suaves y discretos. El final lo define su fino amargor, elegante hasta el extremo y, de nuevo, el enorme peso de fruta ácida y vibrante que arrastra desde el principio., y si les digo que además el precio de este vino ronda los ocho euros y que tiene once graditos, pues eso, para beberse palets enteros.
Fresquito es perfecto para disfrutar con un pulpo, unos pimientos de padrón o una empanada de zorza.
Seguimos con un pequeño esfuerzo para el bolsillo, pero que es imprescindible disfrutar al menos una vez en el verano, y de ahí todas las que quieran. Y es que, ¿hay algo más sugerente que una terraza al atardecer con un buen champagne tras un día de playa?. Mi propuesta es un vino que antes nos traía de Francia Carlos Clari, de la desgraciadamente desaparecida Cave du Petit, y que hoy ignoro quién importa, pero alguien lo debe hacer porque he visto botellas en el mercado.
Este Brut Reserve de es una pequeña muestra de lo que es capaz de hacer Jacques Lassaigne en su viñedo de Montegueux. Un auténtico devoto del terruño y del champagne de añada con un montón de pequeñas parcelas que combina en variopintas cuvées, que cambian y se adaptan año tras año. No dejen de visitar su página web, muestra con mucho cariño el trabajo que hacen.
Lassaigne es además un enemigo acérrimo de la adición de productos extraños al vino y coquetea con los vinos naturales, lo que nos permite acceder a la versión del champagne más freak, pero también mas respetuosa y vinculada a la tipicidad y el suelo.
Vale la pena intentar hacerse con una botella de este pequeño productor y poder ver su amarillo pajizo-dorado adornado con una burbuja fina y creciente. Su nariz, singular y seductora ofrece notas de lima, frutas escarchadas, castañas, cierta oxidación y flores secas en un profundo fondo mineral. Todo esto toma forma en su boca, muy vinosa y seca, algo oxidativa y tremendamente fresca, cítrica, mineral, casi pétrea. Su burbuja es alegre al principio, pero muy bien integrada y se va haciendo cremoso a su paso. Sin duda es muy adictivo para cualquiera, así que no lo abran con muchos invitados o lo disfrutarán poco o nada. Un vinazo por menos de 30 euros.
Imaginen el marco de atardecer que les puse antes. Después de una jornada de playa, o piscina no les apetecerá cocinar un aperitivo. No importa, este vino es perfecto para disfrutar con unas conservas de calidad, unas agujas en AOVE (una de mis debilidades), unas zamburiñas o, para más alegrías, un delicioso caviar de erizos. Eso sí, no olviden hacerse con un buen pan.
Y terminamos por hoy con un blanco que me ha demostrado que su guarda fue todo un acierto. En efecto, hará algo más de un año probé este curioso Rioja llamado Ad Libitum 2008 un poco común 100% Tempranillo Blanco 2008* (he oido que es lo mismo que el albillo, pero que alguien me corrija si no es así, lo agradeceré), entonces lo encontré crudo y descompensado, con una acidez algo disparada, pero un fondo francamente interesante.

Como decía, nos olvidamos de él durante unos 15 meses. La evolución se mostró desde el principio con un amarillo dorado mate.
Algo cerrado al inicio, fue sacando notas cítricas, hinojo y un curioso recuerdo de salsa de soja, pan tostado y pólvora. No ha perdido en boca su carácter cítrico y afilado, su acidez sigue siendo potente, pero ahora viene arropada por más volumen, grasa, y, sobre todo, un mayor peso de fruta. Tira al final algo más a la manzana granny smith y es muy persistente. No creo que sea un vino para todos los públicos pero animo a los curiosos, y especialmente a los aficionados a Chablis a que no dejen de probarlo.
Es ciertamente peculiar su evolución en copa, que incluso puede recordar algo la de algún champagne. Desde luego, hay que seguirle la pista.
Haciendo un maridaje atrevido, a mí esto me pega con una ventresca de atun a la plancha o incluso con alguna carne grasa, tiene fuste para eso, y más.
*Como perdí mi foto de Ad Libitum, le he robado la suya a Sibaritastur, esperemos que no nos demande.