miércoles, 9 de junio de 2010

Una sidrería diferente

Ya hemos vuelto de Ponferrada, una experiencia memorable, de la que, por ahora, no sé muy bien qué contar y como hacerlo, ya que, entre otras cosas, poco puedo decir de los vinos (catados a ciegas) y de un premio que aun no se ha resuelto. Mientras me lo pienso hablaremos de un interesantísimo restaurante recientemente descubierto...

Y es que aunque nuestra búsqueda de piso, como tal, está dando pocos frutes, se está revelando como una fantástica fuente para conocer restaurantes interesantes en los aledaños de la A-6. He de decir que este último lo debemos a una sugerencia de mis queridos suegros.


Se trata de un restaurante ubicado en Majadahonda llamado La Sidrería, nombre que a priori invita a pensar en calamares fritos y choricillos a la sidra (que no tienen por qué estar mal, ojo). Pero nada más lejos de la realidad. El local es pequeño pero muy coqueto y acogedor, decorado sin estridencias, pero con mucho tino y aprovechando bien cada espacio. Su propuesta, cocina elaborada, sin una identidad clara, pero jugando con criterio y buen producto.

Tal y como nos recomendaron, llegamos con reserva a pesar de ser un viernes al mediodía. De no haber sido así, nos hubiéramos quedado sin sitio, pues estaban completos y, de hecho, tuvieron que decir que no a muchos que, al rato, hicieron entrada.

Por la semana se puede comer a la carta, pero el menú (20 euros vino e IVA incluidos) era tan atractivo que ni nos lo planteamos. Ofrecía cinco opciones de entrantes, otras cinco de principales y tres o cuatro postres. Por lo visto cambia todos los días.

Mientras nos decidíamos llegó un inesperado aperitivo, consistente en un rico y refrescante gazpacho de sandía y un curioso ravioli de carne de inspiración indudablemente mexicana delatada por el maíz, el cilantro y un toque de picante. Buen comienzo.

Yo elegí como entrante una ensalada de pulpo con patata y vinagreta de piña. El pulpo estaba fresco pero en su punto y con un aderezo diferente pero que no desentonaba. Una forma refrescante de disfrutar del cefalópodo ahora que empieza a apretar el calor.

Por su parte mi novia se decantó por unos potentes canelones de marisco. Pese a no ser un plato de los que yo pediría (por eso del marisco), estaban francamente sabrosos y con entidad suficiente para ser plato único.

Llegaron a continuación, de un lado, un confit de pato con piñones y frutos rojos, sencillamente sensacional. La carne cocinada en su punto y muy bien acompañada con el punto ácido de los frutos rojos que hacía frente de maravilla al componente graso del ave. Pese a la descomunal ración no pude evitar comérmelo prácticamente entero.


Del otro lado una Popieta de Cabracho acompañado de risotto de verduras y una serie de florituras que no recuerdo. Como se puede comprobar, era un plato muy barroco.

Siempre he pensado que cuando la preparación más conocida de este pescado es en pastel, tiene que ser por algo. Nada que discutir en su preparación ni en sus aderezos, pero el conjunto, por la poca gracia del cabracho, era algo anodino.

Pedimos vino blanco con el menú, y nos sorprendieron con una botella de Viñas del Vero Chardonnay, servida y refrescada de forma impecable. Sin ser un borgoña, supera con mucho las expectativas que genera un menú del día, y de hecho pudo enfrentarse con solvencia a todos los platos, siendo una referencia que, por sí sola, tranquilamente superaría los 15 euros en una carta comedida.

*La foto está extraida de la red. No es la botella que nos sirvieron.

Y seguimos con los postres, mi novia disfrutó de una fresca mousse de yogur con frutos rojos, y yo de una extravagancia de chocolate cuyo nombre no recuerdo pero que haría las delicias de cualquier adicto al cacao. Chocolate negro cubriendo una especie de bizcocho húmedo y muy concentrado y mermelada de frutos rojos (creo recordar). Venía muy lleno del confit, y a pesar de ello y de la contundencia del postre, no pude evitar atacarle con voracidad hasta casi terminarlo.

Con el café llegó alguna sorpresa más en forma de petit four de coco y el amable ofrecimiento de un licor o una copa de Reymos. Eso y el hecho de ver el local absolutamente lleno afianzó mi idea de que el éxito de un restaurante (como en casi todo negocio) es casi seguro si se superan las expectativas del comensal sin agujerearle la cartera.


Pero las cuentas no me cuadraban, materia prima de 9, preparación de 9, servicio de 9 a precio de 5?... Una pequeña conversación con el maitre me dio una pista... ¿escuela de hostelería?...

En cualquier caso 100% recomendable (eso sí, por la semana, el fin de semana los precios vuelven a la “normalidad”, sin ser en absoluto disparatados).

Alguien que sabe mucho de esto, me dijo anteayer que no basta con hacer una cocina magnífica para que un restaurante funcione. Detrás tiene que haber un proyecto empresarial y algo me dice que aquí lo hay.

La sidrería
Calle de San Roque,
Majadahonda
916392346

11 comentarios:

Sibaritastur dijo...

La verdad es que es un poco increible ver esos platos y ese vino con ese precio...

DANINLAND dijo...

¡LO FLIPO!, repito:
¡LO FLIPO!

Por el confit de pato que te zampaste no te cobran menos de 14 aurelios en prácticamente ningún sitio. O sea que con entrante (pulpo- marisco), vino y postre a ese precio.

Lo dicho, ¡LO FLIPO!

Un saludo.

Jose dijo...

El pobre cabracho es más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudao... y tiene unas espinas con las que se podría atravesar a un buey de cabo a rabo... Me temo que estas son razones que hacen su venta en el mercado se suela ceñir para algo como el pastel (que en los '70 difundió Arzak urbi et orbe).

En alguna ocasión comí sus lomos debidamente desespinados con precisión quirúrgica (por otra persona, yo no tengo ni precisión, ni paciencia) y pasado por las brasas y es una carne firme y con sabor muy destacable. Me recuerda en cierto modo al cherne. Pececillo, este último, que me encanta.

Saludos,

Jose

Toni dijo...

¡Vaya! Por fín encuentro a un alma gemela al que tampoco le gusta el marisco. Somos bichos raros. :-)

Antonio Lopez dijo...

iba a decirte que vaya descubrimiento, pero le apuntamos el tanto a tus suegros jeje
una pasada, yo no tengo ni idea de costes y demas de un restaurante, pero con ese menu y vino poco margen les debe quedar a ese precio, sera materia prima congelada por que si no ya parece una ong.
conste que no tengo nada en contra del producto congelado, lo hay de muchima calidad y si lo trabajas y descongelas bien a menudo es mejor que muchos frescos.

ojala sigas buscando piso mucho tiempo y nos descubras mas sitios asi jeje

Mariano dijo...

Hombre Jorge,

El truco está en que el menú sólo funciona por la semana y al mediodía, pero a mí ya me han dado razones suficientes para pasarme a cenar un día...

Mariano dijo...

Danin, yo también flipé con lo satisfecho que salí de allí. Insisto en lo que decía arriba, el truco de ser bueno es superar las expectativas.

Mariano dijo...

Jose, qué grande eres, je je...

Efectivamente, tiene espinas hasta en los ojos, pero este, a pesar de que lo limpiaran bien, no lo encontré especialmente sabroso...

Mariano dijo...

Toni, de eso nada, bichos raros son los mariscos, que tienen antenas y muchas patas... y los que se los comen...;)

Mariano dijo...

Hombre Antonio,

Fíjate bien que, salvo en el caso del pato (que si no me equivoco se suele servir para hostelería conservado en su propia grasa), en el resto de los platos, de la materia prima "cara" tampoco hay grandes cantidades, pero todos los acompañamientos están bien elaborados y eso creo que hace el plato más rico.

Y por cierto, ya que descubro tantos sitios... a ver si te vienes algún día a conocerlos eh?

Antonio Lopez dijo...

estaria bien, si señor, tengo varios que posteaste apuntados para futuras visitas a madrid
sin duda comere en ellos

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