La idea, ver la evolución de los tintos hechos hasta ahora y, si acaso, dar alguna idea desde el punto de vista del consumidor, pero sobre todo, pasar un buen rato.
El lugar, Allo e Aceite, un oasis de alta cocina que Pablo Romero defiende en la localidad de Marín, de forma casi numantina frente a marisquerías y furanchos a la orden del día. Aunque no era mi primera vez allí, sí aproveché la ocasión para documentar y ahora comentar el fantástico menú que allí nos deleitó.
Si empezamos con el menú, tenemos que hacer referencia la empanada de zamburiñas que vino a abrir boca. Sencillamente BRUTAL. Finísimo y meloso relleno en el que alguien con buen ojo reconoció la cebolla confitada. La masa, toda una muestra de virtuosismo en la panaderia, mezclando dos harinas y obteniendo lo mejor de cada una, el intenso sabor y la textura del maiz tostado unido a la finura y la delicadeza que permite el trigo. Para comértela entera.
Afortunadamente Pablo nos dejó un testimonio de su maestría en los hornos con sendos bollitos de trigo, y de maiz con tropezones que no logré identificar del todo, pero, en cualquier caso, calentitos y deliciosos.
Y seguimos con un salmón marinado con mostaza. Aquí Pablo deja expresarse al producto, uniéndose un pescado fresco y de primera calidad con un levísimo toque de marinado y un agradable y fino acompañamiento consistente en una contra todo pronóstico suave crema de mostaza.
Muy buen plato hasta el que nos fue muy bien con el Mâçon-Fuisse de Joseph Burrier que llevábamos bajo el brazo. Básico de la bodega 100% Chardonnay sin paso por madera que cumplió con nota en su equilibrio de frescor, grasa y acidez. Quizás algo levadurístico pero impecable en su precio de unos 12 euros (La Fisna).
A partir de este momento fueron llegando las jarras con Régoa decantado, y el festín no hacía más que comenzar...
Y qué mejor maridaje cunqueirano para un Amandi que un buen pulpo; el que Pablo nos sirvió venía acompañado de una delicada crema de San Simón y una agradable sorpresa de espinaca en su fondo.
Vino de la mano de Régoa 2006. Hacía mucho que no nos veíamos, y ya está hecho todo un señor, se abre con más facilidad y se muestra alegre y muy varietal en nariz, compartiendo su impacto de miel inicial, con cerezas y un suave fondo mineral. En boca está cremoso, y quizás algo más pulido, aunque puede que también algo más alcoholico.... pero en conjunto un vino francamente atractivo al que aun queda bastante recorrido.
Cuando se marchó el pulpo, vino a hacernos compañía un taco de atun rojo con crema de cebolla y vinagreta de soja. Marcado en su punto y muy correcto en su acompañamiento, excepcionalmente medido para no hacer sombra a la buena calidad del pescado. Sólo la empanada le impide llegar al podio del mejor plato.
Aterrizó entonces Régoa 2007, para mí algo más confuso que la última vez que lo caté. Cerrado como siempre y, pese a la decantación, me costó individualizar aromas y sacar conclusiones más allá de que todavía le falta tiempo para integrarse más. José Luis lo vio más claro que yo.
Pasamos a la carne con el lomo de buey con setas y salsa de queso de arzúa. Producto correcto bien manejado, aunque he de decir que últimamente voy encontrando más prescindible la carne en estos menús. Quizás la sustituiría por otro pescado, pero eso ya es una cuestión personal (por supuesto, no quedó nada).
Y se personó la flamante estrella de la tarde, Régoa TN. He de decir que a priori, su paso por barricas nuevas de 225 me hacía tener ciertas dudas, que fueron inmediatamente despejadas al meter allí la nariz. Aunque la madera estaba presente, esa fruta puede con todo, más refinada y especiada y por ello un tinto mucho más elegante. Cremoso en boca, de esos vinos que invitan a beber una copa tras otra.
Sin embargo, todos coincidimos en que se encuentra en un punto de evolución algo comercial que de salir ahora, pudiera echar a perder su potencial, pues aun ha de pulirse algo más la madera y dejar paso a la escandalosa potencia de esas mencía y alvarello. En cualquier caso la trayectoría de este vino es más que prometedora, y qué decir de las añadas venideras con esas barricas ya usadas...
Pero Pablo aun tenía reservada la sorpresa de los postres; primero una finísima mousse de chocolate con helado de turrón que fue sorprendentemente bien con el TN.
Despúes una exquisita torrija especialidad de la casa y que está sencillamente de llorar. No sé si es por su delicado sabor o por su agradable textura, pero es un bocado de esos que no se olvidan.
Y cuando creíamos haber terminado, el Sr. Romero nos sorprendió con una última bala en la recámara, unos chispeantes gin-tonic gelificados con peta-zetas y unas trufas de chocolate negro con las que introducir algo de lujuria en el café. Un cierre que la agradable conversación sobre el devenir de la vida y el futuro de Régoa prolongaron la sobremesa unas cuantas horas más de lo esperado.
Allo e aceite
886 20 35 87
José del Rio 9
Marín (Pontevedra)
13 comentarios:
No me da tiempo a leerte ahora, mañana lo hago pero ayer te pregunte sobre un airola, no me has dicho nada. saludos
Disculpas impacienteeee! Ya te he contestao ;)
Lo dicho, parece que hemos estado en dos sitios distintos jejeje;-))
Eres un académico de la técnica periodística (las cinco W, conciso, certero... ). Vamos que muy bien...
Nuestra disensión (mínima) en el Regoa de 2007 parte de mi defectuosa capacidad para discernir ciertos varietales ante la madera... para mi todo aparece siempre mas conjuntado y necesito trazos nas "evidentes" sin tantas sutilezas... aunque sin llegar, tampoco, a la brutalidad de ciertos Toros o Riojas de infausto recuerdo claro..
Este 2007 es así, mas descarado en ese aspecto, donde 2006 es un vino para especialistas en los aromas de la variedad... Dicho esto, ¿os podeis imaginar a que niveles podra llegar la evolución del 2007?... da "miedito" pensarlo ;-)
E dalle co Régoa. José Luis, al final me prepararás un par de botellas que pase a por ellas, ho.
Jajajaja.
En serio, porque por estas tierras levantinas no se donde buscarlo, que si no, ya estaba en casa.
Me apunto el sitio en Marín, desde Arousa non che me pilla moi lonxe.
Saúdos.
Joseeee!
No me hagas enrojecer que el periodista eres tú. Yo soy un picapleitos juntaletras y aprendiz de gourmet.
Para mí el problema del 2007, al margen de la falta de tiempo en botella, es que en las primeras horas de apertura (yo incluso diría en los dos primeros días) resulta muy difícil identificar algo, sobre todo al lado de la finura y la claridad de 2006.
No obstante coincido contigo en que la opulencia y el forraje de 2007 son mucho mayores, lo que no sé es si habrá que esperar uno o diez años para que todo se redondee...
Ojo, todo esto lo digo desde la más absoluta ignorancia y posiblemente esté equivocado...
Smiorgan,
No dejes de ir. El viaje vale la pena...
Por cierto José Luis,
Me alegra ver la aportación de un servidor a tu "nueva imagen", je je
Jajajaja... si, si... me pego fuerte el pulpo ese, una exquisitez...
El 2007 solo necesita tiempo... pero a dia de hoy ya es una barbaridad lo que sabe ese vino. Dicho esto, lo que tu matizas, la enorme diferencia entre una y otra añada solo es una muestra mas de como deben ser realmente los vinos... y como no suelen ser en ciertas DO´s y bodegas de relumbron.
Ya ves, pues no lo había pensado. ¿te imaginas una vertical de El Coto?
Como ya comenté en la trastienda, que buena pinta tiene la comida y que buen rcp.
Leyendoos creo que el 2007 de Regoa va esperar un poco mas guardadito, para la primavera.
Pero daré cuenta del 2006 en breves.
Dices que marido muy bien con pulpo, el pulpo llevaba pimentón picante?.
Hola Jorge,
Lo del pulpo y la mencía no es un invento mío, pues ya lo apuntó Alvaro Cunqueiro que, aparte de uno de los grandes de las letras gallegas, fue uno de los más importantes (si no el mayor) gastrónomos que se dieron al otro lado del Padornelo.
Veo lo que apuntas sobre el pimentón y los tintos de crianza, pero aquí era un levísimo aceite de pimentón... En cualquier caso, el pimentón en el pulpo debe ser testimonial, y siempre, mejor con tintos.
Saludos,
Ya comenté en la trastienda, probamos ayer unos cuantos el 2006 de regoa.Despues de decantado 1 h, cata a ciegas, el punto dulce en nariz de la alvarello, se fué rápido, en el decantador pero en copa pasaba a un segundo plano en seguida,la fruta estaba como protagonista pero en boca estaba un poco desequilibrado por el alcohol, con un amargo acentuado. Lo que destacó en junio, una alta acidez que le daba recorrido, en esta ocasión estaba mas integrada, a ver ese 2007 que sin duda me gusta mas.
http://elprogreso.galiciae.com/nova/54274.html
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