Como anteayer adelantaba Jose Luis Louzán en su blog, el otro día se reunieron en una mesa unos inconscientes, algunos desconocidos entre sí y, salio un grupo de amigos como de toda la vida, eso sí, tras seis horas de bocados, sorbitos, conversación y muchas risas después.
El lugar fue el Restaurante Vianda, ya comentado en otra ocasión, y el objetivo, acompañar el menú degustación concertado al efecto con un “sobaquillo” de vinos que llevamos algunos de nosotros.
Como decía, David nos confeccionó una serie de platos de temporada, dando, al mismo tiempo, una idea de su carta a unos muy ajustados treinta y pico euros, y lo comento porque, según él mismo afirmaba, es un precio idéntico al que hubiera propuesto a cualquier cliente.
Decir que Delia me ha echado un cable a la hora de recordar los vinos, pues sin libretita uno no es muy de fiar.
Patatillas y aceitunas aparte, la jornada empezó con un aperitivo de fritos varios entre los que destacaría unos finos y delicadísimos de morcilla de burgos, puré de garbanzos con "dorito casero", y una rica crema de calabaza con beicon crujiente.
El vino que elegimos para acompañar fue un curioso Cava de la Ribera del Duero (si, si, D.O. Cava) elaborado por las Bodegas Peñalba López (Finca Torremilanos) a base de Macabeo y Chardonnay. Delia nos lo describe con burbuja fina, de entrada fácil, frutal y, efectivamente, muy vinoso, tanto en nariz como en boca, es decir, menos levaduras y panadería que a lo que nos tienen acostumbrados los cavas catalanes. Buen comienzo.
Seguimos con la ya comentada en la ocasion anterior, fenomenal presa ibérica laminada con helado de mostaza, que acompañamos, bien por cierto, con un Beaujolais (no noveau, no me alteren) elaborado por Jean Paul Brun a base de gamay, como era de esperar. Un 2008 con claros violáceos de juventud, y que mostró una atractiva nariz de violetas y golosinas de mora. Yo recuerdo también algún lácteo. Verdor tánico de fruta en boca, y menos colorido que en nariz, aunque largo en su recuerdo. Todos coincidimos en que aunque es bebible hoy, es posible que le quede tiempo por delante para afinarse. Decir además que gustó a mi novia, poco amante de tintos.
Y continuamos con la deliciosa degustación de foie que David nos preparó, y que se componía de un bombón de foie y frutos secos con higo, una empanadilla y una porción de terrina. Aunque muy buenos los tres, yo me quedo con la empanadilla por su delicadeza. Lo acompañamos de un inmenso Chateau La Verriere 1997 con doradísimos tonos de buena evolución, y miel en nariz, con orejones y flores blancas. Muy goloso en boca, pero con la acidez justa para evitar el empalague. Aunque el maridaje con el foie era cantado, no por ello dejó de ser escandaloso en su combinación con la grasa del pato. Un diez que además fue muy popular, del gusto del sector femenino menos friki.
Seguimos con una ensalada de bacalao fresco en ahumado casero con serrin de haya y compota de tomate. Algo insulsos por separado, pero en conjunto una explosión de sabor. Plato muy bien concebido en sabores y texturas, que fue correctamente acompañado por un Muti 2008 aun sin etiquetar. Se trata de una pequeña producción de albariño creado para el mercado americano por Forjas del Salnés cortesía de nuestro amigo Rodri y que tras un leve e inapreciable paso por madera estaba casi recien embotellado y aun crudo, con una nariz cítrica, mineralidad y salinos marca de la casa (más bien del terruño) y una acidez no apta para todos los públicos. Dentro de un añito comenzará a convertirse en el pedazo de vino que será.
Seguidamente llegó el huevo 63º con patatas boletus y trufa, un clásico que nunca falla en la mesa de vianda, esta vez con un punto de cocción incluso mejor que la última vez, auténtica pomada. No fue tan acertada, sin embargo, la combinación que intentamos con un Chateau Martet "Reserve de la Familie" 2004. Un burdeos 100% merlot, que yo recordaba con mucho pimiento verde; Delia, con mejor memoria añade fruta muy compotada en nariz, especias, algo de cueros nuevos, y coincidimos en una menor expresividad en boca en relación a las sensaciones adelantadas en nariz. En cualquier caso jovencito y con vida por delante.
El problema, como decía, era que quedaba vapuleado por el huevo y todos sus matices eran arrojados por la borda. Afortunadamente nos quedaba algo de Muti en la copa que, a pesar de haberse calentado un poco, hizo una excelente combinación ácido-grasa. Desde ahora, los huevos con blanco.
Llegó a continuación un potentísimo y térreo salteado de setas de temporada con chipironcillos, que, al igual que el siguiente, se movió y escapó a la instantánea. Plato tremendamente contundente que se llevó por delante a un Algueira Godello barrica 2003. Curiosa muestra de la evolución de la godello en una añada complicada, que empezó con recuerdos de WC y que, afortunadamente fueron desapareciendo y evolucionando a mieles, tostados, frutos secos y algo de anís. Algo caido de acidez en boca pero con una opulencia borgoñona que, francamente, me gustó, y que invita a experimentar más con el paso del tiempo sobre esta variedad en Ribeira Sacra. Pero era un vino de matices y poca acidez que no pudo con los hongos.
De nuevo, y por suerte, nos quedaba algo del Burdeos anterior, que combinó de miedo y nos ratificó que no teníamos ni idea de maridaje apriorístico.
Y terminó la oferta salada con un lomo de ciervo relleno de mostaza y acompañado de higos y champiñon con provenzal. Fue un auténtico alarde por parte de David del manejo de los puntos de cocción, con la dificultad añadida que entraña la caza y su delgada línea roja entre la dureza y la sequedad. Y chapeau también a su maridaje, un colosal Chateau La Mission Haut-Brion 2001, merlot, cabernet sauvignon y cabernet franc, Pessac-Léognan del que merece la pena saber un poco más al que no lo conozca. Un tinto, por cierto, a años luz de las premisas de precio de esta plataforma, pero como lo trajo el amigo Louzán, no podemos hacer menos que comentarlo y hacerle unas cuantas reverencias.
Aunque nos dio miedo la decantación, quizás no le dimos tiempo a sacarlo todo, preferimos que evolucionara en copa. Aun así discreta fruta madura en nariz, complejo, y en boca buena acidez, estructura, elegancia, equilibrio pese a su juventud; vamos un cañón del que exprimimos hasta la cápsula, nos costó recuperarnos, y que además estuvo inmenso con el ciervo, acompañando, refrescando, sacando matices como si se conocieran de toda la vida, posiblemente el mejor maridaje junto con el Verriere y el foie. Valores seguros para casi hacer llorar.
Y terminamos con un surtido de postres brutal al centro, con coulants varios, pirámide de chocolate blanco, "toblerone" de helado, tatín de manzana... sobran las palabras (aun para los poco golosos como yo) y que, para no bajar el listón, acompañamos de un auténtico infanticidio, Barzen Riesling Auslese Barrique 2003, muy clarito todavía, con elegantísima frutita blanca, mieles, empezando a asomar querosenos varios, y pese al dulzor que asoma, acidez brutal para crecer años y años. De todas formas, y como dice Delia, para beber, beber y beber un par de magnums... Lástima que sean placeres efímeros (de 50 cl añado yo).
Como placer efímero fue también la jornada de una a ocho a la que añadimos café, algún que otro gin-tonic y toneladas de amena conversación que te hace recordar que la felicidad en la vida está en las pequeñas cosas del camino.
Gracias a todos y, especialmente a David.

Y ánimo.
11 comentarios:
Poco mas que decir que lo dicho...
Una tarde deliciosa para recordar.... y repetir claro...
Que buena fiesta si señor, ya leí lo de la trastienda. Y que razón teneis, con momentos así la vida se hace mas completa.
felicidades por ello.
... y cuanto antes Jose.
Pues Jorge, ya sabes que nos gustará tenerte en la próxima.
Un día, con su tarde incluída, de buen disfrute.
Gracias a David por darnos cosas tan ricas de comer y aguantar nuestra laaarga sobremesa.
Creo que ya estás liando la próxima , no Mariano? Miedo das!!
...cabeza dando vueltas...
Caray, la verdad es que se hace la boca agua viendo el menú. El fin de semana del 30 vuelvo a la capital, ¿alguna recomendación de un local tan recomendable como éste pero más céntrico? ¿Algún templo del vino en el que aconsejen y enseñen?
Un saludo,
Hombre Melvin, de nuevo por aquí...
Pues para lo segundo, sin duda, La Fisna. Exquisita selección de vinos de buena RCP y el consejo más cercano. Además el 30 tienes una presentación de Aldonia y el 31 igual aun estás a tiempo de apuntarte a un curso de cata por la noche. Una chulada muy recomendable.
Y si quieres adentrarte en el mundo del vino natural y el tapeo francés, La Cave du Petit.
Barolo también está bien, sobre todo si pillas algún evento.
Para lo primero, insistir en que Vianda es una buena opción para cuando vuelvas a Coruña, está muy cerca de la A-6 (Guadarrama).
Por el centro, en plan menu degustación sin que te saquen los ojos, te recomiendo Lúa, Bolívar o, si por casualidad consiguieras mesa, Diverxo. Si vas a todo trapo no dejes de visitar Arola o Piñera...
... y ya me contarás.
Que bonito encontrar, navegando a la deriva por internet, este tipo de reuniones donde el placer lo ponen los vinos que uno lleva y conoce bien: Barzen es para beber a litros, efectivamente.
Le pediré a Alexander Barzen la posibilidad de embotellar magnums de ese dulce Barrique :-))
Para cualquier consulta ya sabéis, estaré encantado de atenderos o remitiros al propio elaborador.
Un saludo y a seguir disfrutando.
OG
Gracias Oscar. Bienvenido.
Pues, desde luego, cualquier propuesta sobre este vino es interesante. Te mando un mail.
Saludos,
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