Como dijo un amigo argentino tras haber conocido a Maradona: “yo ya me puedo morir”. He superado uno de los grandes desafíos culinarios que tenía atravesados desde hace ya bastante tiempo, hacer una empanada.

Creo que es una de esas cosas que, habiendo masa por delante, nos da tanta pereza intentar que al final nos decidimos por comprarla, y si bien esa posibilidad es en Galicia más que atractiva, no sólo por su precio, sino por su calidad media más que aceptable (y en Pontevedra me remito a Solla, Abilleira, Acuña o Casa Ces), en Madrid la cosa se complica, y normalmente lo que te hacen pasar por empanada (y encima gallega) es una especie de hojaldre grasiento relleno de atún de lata. Posiblemente fue este hecho, unido a lo atractivo del precio de la empanada hecha en casa, lo que me lanzó definitivamente a iniciar la gesta.
Quedaba decidir el relleno, para no complicarnos la primera vez nos planteamos dos opciones sencillas: bonito o carne, y, como la primera suele cansarme un poco, nos decidimos por la segunda, y dentro de esta, el lomo. ¿Qué utilizamos?, pues para el relleno, unos 400 g. de filetes de lomo, un par de cebollas hermosas, un pimiento rojo, aceite de oliva virgen, pimentón dulce y sal; y para la masa un paquete de harina (500 g.) y algo más, dos huevos, un sobre de levadura (a todos nos viene la misma marca a la cabeza), agua, una pizca generosa de sal y aceite de oliva (otra vez). También necesitaremos un rodillo y papel sulfurizado (de ese del horno que tienen en cualquier supermercado al lado del de aluminio).

Empezamos con el relleno, para lo cual cortamos el lomo en pequeños cuadrados y reservamos, seguidamente picamos bien la cebolla y el pimiento y los ponemos a sofreir bien en aceite de oliva y una pizca de sal (así se hacen antes).
Como siempre, paciencia, es importante que estén bien hechos antes de incorporar el lomo que, llegado el momento, removeremos con tiento para que se haga uniformemente.
Cuando haya cogido color, lo dejamos un minuto más, añadimos pimentón generosamente y apagamos removiendo bien una vez más.
Y vamos con la masa, por un lado vertemos el paquete de harina en un bol bien grande (procurando manchar lo menos posible), por otro lado calentamos ligeramente (puede ser en el microondas) 200 ml. de agua en la que llegado el momento disolveremos la levadura y una cucharada de sal. Al revolver comprobaremos que la levadura genera una considerable espuma (tipo cerveza), no pasa nada, luego baja.
En el bol de la harina incorporamos también un huevo, un chorrito de aceite de oliva virgen (algunas recetas hablan de mantequilla, probaremos en otra ocasión) y el agua con la levadura y la sal. Mezclamos con cuidado y... llegó el momento, ¡a amasar!. El novato (como yo hasta el momento) se sorprenderá de lo rápido que se integran los ingredientes hasta formar una masa (que además me trajo inmediatamente el recuerdo de las que hacía mi abuela). Ésta debe ser elástica pero no pegajosa (si es así, añadimos más harina, por eso conviene tener un paquete adicional).
Cuando nos hayamos aburrido de amasar (yo tardé bastante), devolvemos la bola al recipiente inicial y lo cubrimos con un trapo de cocina (espero que no haga falta decir que esté limpio). Lo dejamos entonces fermentar durante un mínimo de 20 minutos. Podemos aprovechar ese rato para limpiar el caos que hayamos podido organizar.
Pasado ese tiempo, extendemos un trozo del papel de horno algo más grande del tamaño que queramos para la empanada, esparcimos por encima un poco de arina y pasamos el rodillo para que también se “manche” con la harina (evitaremos que la masa se pegue. Cogemos entonces la bola de masa y la dividimos en dos más o menos iguales. Sólo queda extender bien con el rodillo hasta formar una superficie más o menos redonda y repetir con la otra bola. Es importante que la que vaya a ir arriba sea algo más grande por lo que extenderemos mas consiguiendo una cobertura más fina (lujo que no nos podemos permitir con la de abajo, ya que tiene que sostener el relleno, y a mí me salió mucho).


Colocamos entonces en la placa de horno el papel con la que será la parte de abajo, y sobre ella precipitamos el relleno (si tiene mucho líquido, puede que convenga escurrir un poco. Tapamos con la otra placa de masa, recortamos si nos sobra mucho y las pegamos por el borde formando el típico “corrosco”.
Con los recortes pordemos hacer formas cilíndricas y decorarla un poco. Como podrán ver, yo no estuve previsor y no me dio para mucho.
Batimos entonces un huevo y pintamos generosamente por encima, le hacemos un agujero en el medio para que no se hinche y poco más, introducimos en el horno precalentado a 170 grados y a media altura.
Sólo queda esperar unos 20 minutos, sacarlo del horno y aguardar un buen rato mientras se enfría, a no ser que quieran pasarse toda la noche con ardor de estómago.
Queda poco humilde, pero teniendo en cuenta mis nulos antecedentes reposteros, estaba bien buena, casi tanto como la satisfacción de haber superado el reto.
Para acompañar no podíamos arriesgar, así que apostamos por un valor seguro, el godello que Telmo Rodríguez y su Cía. elaboran en Valdeorras, Gaba do Xil 2007. Muy frutal en nariz, con aromas de peras, nísperos y flores blancas. Glicérico, envolvente y más intenso en boca, con retronasal de frutas de hueso y lima, y sorprendente acidez para lo que es habitual en esta uva con un tiempo de botella. Muy buena RCP (8,50 euros en Santa Cecilia).
Volveremos a la carga con la empanada...
4 comentarios:
tiene una pinta estupenda. Y el vino esta muy bien tambien, me gustó.
Gracias tio,
La verdad es que quedó chula y yo bien contento. Ahora sí que valoro el trabajo que hacen nuestras abuelas (mucho mejor, por supuesto)...
En cuanto al vino, un valor seguro.
Uhmmmm qué rica, Mariano!!! Ya sé, te picaste con las de Mónica el domingo eeeehhh!!La verdad es que resulta bastante apetecible esa empanada y como estoy recien llegada de otro blog amigo yo la acompañaría de un rosadito con estructura o incluso un luberri fresquito.
El gaba muy rico tambien!!
Ja Ja Ja! Pues sí me picó, aunque lo cierto es que la hice dos días antes.
Las de Mónica deliciosas, aunque yo creo que un estilo distinto, más fino, más francés... la mía es la empanada gallega de toda la vida...
... y has propuesto el único Rioja que admitiría como maridaje, ¡qué puntería!
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