Este redescubrimiento fue en realidad una excusa para darle algo de protagonismo a los pimientos asados que acababa de preparar, y que son una de esas cosas que sí que vale la pena hacer en casa aunque tengamos la opción envasada. No he encontrado ninguna marca de pimientos asados que se acerque al resultado artesanal, y además, al precio que está el pimiento crudo, tampoco hay mucha diferencia entre el coste de uno y otro.

La operación es sencillísima. Sólo necesitamos el número de pimientos que vayamos a preparar, aceite de oliva virgen, sal y, si acaso, para rematar la jugada, unos dientes de ajo y una cucharada de vinagre de jerez (del bueno, no seáis tacaños).
Con todo esto, retiramos la bandeja del horno y la cubrimos de papel de aluminio aprovechando la ocasión para precalentar el horno a 200º.
Lavamos bien los pimientos y les retiramos la parte superior, los impregnamos de aceite y, ojo truco personal, por el orificio que hemos formado en la parte superior echamos una pizca de sal gorda y un pelín de aceite.
Hecho esto, colocamos los pimientos sobre la bandeja del horno y la introducimos en éste, bajando la temperatura a unos 160º.
Hecho lo anterior, tenemos cincuenta minutos que podemos aprovechar en ver un capítulo de la serie a la que estemos enganchados (Perdidos, 24, Gossip Girl... la que sea). Es la ventaja que tiene haber renunciado a la tiranía de la televisión y, como has comprado los DVD's, puedes verlas cuando quieras. Puedes hacer un descanso a la mitad para darle la vuelta a los pimientos, aunque con un buen horno no es necesario.
Cuando Jack Bauer esté a punto de morir y aparezcan los últimos minutos de la hora habrá llegado el momento de sacar nuestras hortalizas. No obstante, esto no es una ciencia exacta y hay que comprobar que están hechos, lo que suele coincidir con unos pimientos blandos y deformables y la piel tostada.
En el momento en que esto ocurra los dejamos enfriar y – muy importante- aprovechamos el caldillo que han soltado que es una maravilla. Una vez fríos, comprobaremos lo sencillo que es retirarles la piel. Eso sí, si no te gusta pringarte, ponte unos guantes.
Y ya tenemos unos pimientos asados. Si queremos redondear el manjar, sólo hay que pelar y picar unos dientes de ajo, dorarlos en aceite e incorporar los pimientos cortados en tiras junto con el caldillo que hemos reservado y una cucharada de vinagre de jerez. Corregir de sal, reducir un poquito y listo.
Yo los dejo enfriar, ya que si no me sientan como un tiro y acto seguido los distribuyo generosamente por un buen pan abierto, colocamos encima el bonito bien escurrido.
Lo cierto es que usé el de Día en aceite de oliva, aunque los hay mucho mejores, aquí el protagonista es el pimiento, por lo que tampoco hace falta disponer de un Ramón Peña.
(Opción no apta para hipertensos: le van muy bien unas escamitas de sal maldon si el bonito es soso).
Para acompañar, es posible que lo mejor sea una caña bien tirada, pero sin nos ponemos finos, podemos convertir el bocata en una tosta con idénticos incredientes, y acompañarlo de un buen blanco fermentado en barrica que le haga frente al pimiento.
Como la comida nos ha salido muy barata, hacemos algo más de dispendio, no mucho, con este Heredad de Emina Chardonnay F.B. (13 euros en bodega), de la famosa bodega Matarromera, que, aunque no es Santo de mi devoción, elabora este monovarietal fresco y de cierta complejidad con aromas de yogur de piña, frutos secos y flores junto con unas notas leves de madera poco marcada y creo que bastante bien manejada, pues no resulta nada empalagoso y aguanta bien la fuerza de la hortaliza.
Y ¡hala!, a disfrutar y seguir viendo tu serie...
13 comentarios:
mira que da de sí algo tan sencillo y rico, felicidades
Tremendo invento, si señor... a mi me pasa parecido con los bocadillos de Sardinilla... los redescubro cada cierto tiempo y cada vez me producen mayor placer...
Esto de los pimientos lo probare en breve... pero estoy pensando que le tienen que quedar de maravillo un dulcito de Moscatel de grano menudo bien frio...... ¿?
Desde pequeño le tengo ley al bocadillo de caballa de lata y pimientos morrones :)
Saludos,
Jose
Qué rico Mario!!
Yo cada vez me pirro más por los pimientos rojos asados. Además, haces una cosa que creía que sólo se hacía en mi casa, y es freirlos despues de asarlos.... Los tengo para comer, me comería kilos y kilos solos con pan... Dios, estoy salivando!
Gran blog, lo tengo ya entre mis favoritos.
Sibarita, efectivamente, a veces las cosas más sencillas son las que más se disfrutan (y no sólo en la comida...)
José Luis,
Qué voy a decir a todo un experto en latas, je je ;)(por cierto a ver si un día de estos nos sorprendes con otro Ranking).
También soy fanático del de sardinillas (ese aceite es único para empapar el pan...)
Jose, no dudes que lo probaré.
Anónimo, imagino que nos conocemos pero como no pones tu nombre no sé quien eres.
En cualquier caso muchas gracias.
me vais a matar pero jamas aprovecho el aceite de las latas...
Pues, es un poco friki y algún día lo comentaré, pero deberías probar una mayonesa hecha con el aceite de oliva del bonito...
Para la ensaladilla rusa va de miedo.
Mario yo en vez de bonito prefiero la ventresca el Hcendado que comentaste, con esos pimientos....de muerte!! y creo que mas economico, es curioso!
Pedro,
Efectivamente la ventresca es mejor, pero tiene un sabor y textura muy delicados que los pimientos pulverizan.
Hombre! peor no va a estar... En cualquier caso, es lo que tenía en ese momento y el problema de Mercadona es que me queda muy lejos, je je ;).
Yo, recomiendo el atún en aceite de Friscos. Sale blanco, suelto y rico como él solo.
Un saludo a todos.
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